Antropofobia (miedo a los humanos): síntomas y tratamiento
Las fobias son, junto con la depresión y la ansiedad, parte de los trastornos mentales más frecuentes.
Si bien por norma general tienden a ser menos invalidantes que otros trastornos debido a que los estímulos que las generan no suelen encontrarse manera continuada, en algunos casos el estímulo o situación temida es mucho más generalizada y puede constituir una auténtica pesadilla, restringiendo en gran medida la actuación de la persona en diversos dominios vitales. Es lo que ocurre con fobias como la agorafobia, la fobia social o la fobia de la que vamos a hablar en este artículo: la antropofobia.
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¿Qué es una fobia?
Si bien puede ser algo más o menos conocido por la mayor parte de la población, antes de entrar en materia con la antropofobia podría ser de utilidad especificar qué supone tener una fobia.
Al hablar de fobias estamos hablando de miedos irracionales hacia estímulos y situaciones que pueden ser más específicas o generales, y que le provocan un profundo nivel de ansiedad y activación fisiológica que el propio sujeto reconoce como exagerados para el nivel de amenaza que supone el estímulo en cuestión. Este pánico y ansiedad hacen que el sujeto tienda a evitar en la medida de lo posible acercarse al estímulo o situación en cuestión, lo que puede generar repercusiones en su funcionamiento habitual.
No se trata de un vulgar miedo sino de auténtico pánico que puede llegar a provocar alteraciones fisiológicas o conductuales como la huida y evitación contínua de lugares en que podría aparecer el estímulo o el escape de situaciones en que el estímulo en cuestión aparezca. En algunos casos el sujeto puede permanecer junto a dicho estímulo pero a costa de un gran sufrimiento y ansiedad.
Existen gran multitud de fobias, algunas más limitantes que otras en función tanto de los estímulos como de las circunstancias en que se presenten o que esté viviendo el sujeto (no es lo mismo tener miedo a volar en avión siendo albañil que siendo piloto, siendo más relevante el miedo para el segundo). Una de las más limitantes, especialmente teniendo en cuenta que vivimos en sociedad y que el contacto humano es fundamental para nosotros, es la antropofobia.
La antropofobia o miedo a las personas
La antropofobia es conocida como el miedo a las personas. Se entiende como aquella fobia o temor al contacto con otras personas y a su compañía, en ocasiones apareciendo también el miedo ser juzgado por éstos. El miedo aparece no solo ante desconocidos, sino que también pueden sentir como amenazadores a sus familiares y amigos a pesar de confiar en ellos.
El sujeto suele reconocer este miedo como extraño e irracional, pero no se ve capaz de controlarlo. El pánico puede provocar dificultades de concentración y a la hora seguir un discurso mental coherente y continuado. Igualmente puede provocar problemas a nivel de habla, entrecortándose debido a la ansiedad.
Evitan por lo general el contacto y la compañía, no porque no la deseen (en muchos casos si lo hacen, lo que ante su dificultad genera un profundo sufrimiento y sensación de soledad) sino por la ansiedad que les genera. No es infrecuente que algunas de estas personas lleguen a aislarse completamente, sin contacto con otras personas a menos que deban convivir con ellas. Evitan el contacto ocular e incluso el físico, y suelen ruborizarse rápidamente ante cualquier intento de interacción.
A nivel fisiológico, ante la exposición al contacto con otras personas, aquellos que padecen antropofobia suelen manifiestan taquicardia, hiperventilación, sudoración, tensión muscular, náuseas, desrealización, ahogo, cefaleas, mareos, temblores y malestar general. Estas reacciones pueden darse no sólo ante la exposición directa sino de manera anticipatoria ante la idea de tener que entrar en contacto con alguien.
Se trata de una fobia muy limitante, que dificulta la interacción con la mayoría de personas en casi cualquier situación y que va a tener repercusiones tanto a nivel social como académico como laboral. Es por ello que su tratamiento es imprescindible de cara a que el individuo pueda tener una vida plena y deje de verse limitado.
Diferenciación con fobia social
La antropofobia puede ser a menudo confundida con otras fobias, debido a la semejanza entre los síntomas existentes y el tipo de estimulación que las causa.
La diferenciación que cuesta más de llevar a cabo es la que se da entre antropofobia o miedo a las personas y fobia social, a menudo considerándose la misma fobia debido a la semejanza de sus características. Pero aunque en ambos casos se da una evitación del contacto social y las reacciones son semejantes, pueden detectarse algunas diferencias sutiles entre ambos tipos de fobia.
La principal y más notoria hace referencia a qué se le tiene pavor per se. La fobia social supone la aparición de miedo o ansiedad intensa en una o más situaciones sociales en las que el individuo está expuesto al posible examen por parte de otras personas, generalmente desconocidas (no siendo tan habitual el miedo hacia personas en quienes confía). Tiene miedo a actuar de manera que pueda ser juzgado negativamente y ser humillado o rechazado ante una ejecución deficiente o ante la manifestación de miedo o ansiedad, lo que genera pánico que hace que se presente una evitación o resistencia persistente a las situaciones sociales.
Por contra en la antropofobia el miedo es específicamente hacia las personas y la vinculación con ellas independientemente de su juicio y de la situación. No es que eviten situaciones sociales, sino que su miedo puede llegar a hacerles evitar cualquier contacto directo con otra persona, aún las más significativas para ellos.
Esto no quiere decir que no tengan ningún tipo de relación. De hecho es común que se presenten conjuntamente y en ocasiones se ha considerado la antropofobia como un subtipo de fobia social, pero es relevante tener en cuenta que no estamos haciendo referencia exactamente a lo mismo y que no son sinónimos.
Posibles causas
Tal y como ocurre con otras fobias, las causas de la antropofobia no suelen estar totalmente claras. Sin embargo en muchos casos el intenso pánico al contacto suele derivarse de la vivencia de hechos traumáticos o estresantes tales como acoso escolar, o en casos más graves maltrato o incluso abusos sexuales en la infancia.
Estas experiencias pueden haber condicionado la respuesta del sujeto al contacto con otros, generandose pánico debido a la asociación entre el contacto social y el dolor o humillación sufrida a lo largo de la vida. La falta de habilidades sociales también puede facilitar que aparezca esta fobia, al no saber cómo actuar correctamente delante de otras personas.
Por último, hemos de tener en cuenta que también puede aparecer como síntoma de algún trastorno en vez de como trastorno en sí, como ocurre con algunos casos en personas con problemas de índole psicótico.
Tratamiento
El tratamiento de esta y otros tipos de fobias se lleva a cabo a través de la psicoterapia, existiendo diversos tratamientos a emplear con probada eficacia.
La técnica más conocida y eficaz es la exposición. Básicamente la terapia implica que el sujeto se vaya exponiendo a los estímulos temidos de forma progresiva hasta que el nivel de ansiedad, pánico y activación fisiológica disminuya. Es importante tener en cuenta que esta exposición debe ser progresiva, estableciéndose una jerarquía junto con el paciente. Puede permitirse el escape temporal en situaciones en que la ansiedad sea inaguantable para el sujeto, siempre y cuando vuelva a la situación.
La exposición más eficaz es la exposición en vivo, en la que el paciente se expone realmente a la estimulación temida. Sin embargo puede recurrirse, previamente a ella, a la exposición en imaginación a las situaciones temidas o incluso a la exposición mediante realidad virtual.
Hay que tener en cuenta que para una persona con antropofobia la situación de acudir a terapia puede ser también aversiva para el paciente al estar ante una situación que requiere de contacto con otra persona (estando de hecho el sujeto exponiéndose a su estímulo temido). En este sentido puede ser necesario establecer una cadena de pasos en el que el sujeto entre en contacto paulatinamente con el terapeuta a través de teléfono, videollamada y finalmente cara a cara.
Al margen de la exposición, en la antropofobia es de gran utilidad trabajar a partir de la reestructuración cognitiva para combatir las posibles creencias que pudieran haber generado o mantenido el pánico a la idea de relacionarse con otra persona. También puede resultar de utilidad el entrenamiento en habilidades sociales (si bien sería necesario que la terapia ya estuviera avanzada) y en asertividad para mejorar sus capacidades. Por último el uso de terapias expresivas puede ser de utilidad para que expresen sus miedos y dudas, así como el de técnicas que permitan aumentar la autoestima.
¿Farmacología?
En algunas ocasiones en que el pánico y la ansiedad son muy intensos, puede llegar a ser de utilidad el uso puntual de algún tipo de tranquilizante como las benzodiacepinas, o algunos tipos de antidepresivo. Al igual que con la fobia social, parece resultar especialmente útil el uso de paroxetina.
Sin embargo hay que tener en cuenta que dicho uso de farmacología no solucionaría el problema en sí, sino que únicamente reduciría la sintomatología ansiosa de manera temporal. Así, el tratamiento de la antropofobia y de las otras fobias requiere de terapia psicológica, si bien puede beneficiarse del uso de la farmacología como algo complementario.