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Las 5 diferencias entre tóxico y venenoso


Las palabras tóxico y venenoso son a menudo usadas indistintamente en el lenguaje popular. Muchos pensamos que son sinónimas, soliendo usarse para referirse a que un animal, planta u hongo tiene un compuesto químico que es perjudicial.

Si bien esta definición es la más cercana a la popular, lo cierto es que hilando un poco más fino podemos encontrar diferencias entre tóxico y venenoso, siendo muy importante para el mundo de la biología.

A continuación vamos a ver cuáles son las diferencias entre estas dos palabras, relacionándolo especialmente con el mundo animal.

Diferencias entre tóxico y venenoso: aprendiendo a distinguir entre ambos conceptos

En la naturaleza, existen infinidad de animales que sintetizan sus propios compuestos químicos como método de defensa frente a los ataques de depredadores o, también, como estrategia para depredar a otros animales.

La síntesis y uso de estas sustancias es una estrategia muy efectiva pero también cara: nada en el mundo animal es gratuito y producir toxinas lo es menos, especialmente si tenemos en cuenta que los alimentos que los dotan de sustancias y energía para producirlas no siempre se obtienen.

Muchos biólogos evolucionistas creen que la capacidad de ciertas especies para producir toxinas es algo atribuible a la aleatoriedad del genoma. Por sorprendente que pueda parecer, se cree que a lo largo de la historia de la evolución ha sucedido que un individuo de una especie, por mero azar, ha sufrido algún tipo de mutación en su código genético que ha hecho que en vez de sintetizar una proteína de forma normal lo haga con una alteración.

Puede suceder que tras la mutación, la nueva sustancia sea tóxica para otros animales, lo cual hace que el individuo que la presenta esté protegido o tenga cierta ventaja dentro de su especie y de su entorno. Si antes era una presa fácil, ahora es una presa indigesta para su depredador y, si lo que pasaba era que antes tenía que cazar para alimentarse, ahora dispone de un elemento que le permite acabar con sus víctimas más rápidamente.

Sintetizar un tóxico es un rasgo ventajoso que hace que los individuos que tienen la mutación sean más propensos a sobrevivir y reproducirse. Esto hará que progresivamente la capacidad de producir el tóxico se convierta en una capacidad generalizada en esa especie gracias a la selección natural, fijándose el rasgo en la especie aunque esto no quiere decir que la especie sea tóxica y/o venenosa. Estas dos palabras aplicadas a los seres vivos tienen sus diferencias, las cuales vamos a ver más adelante.

¿En qué se diferencian un tóxico de un veneno?

Para entender las diferencias entre aquello que es tóxico y aquello que es venenoso, es necesario hacer un breve comentario sobre lo que significan estas dos palabras en términos generales. En español, usamos los términos “tóxico” y “venenoso” como si fueran sinónimas y, generalmente, cuando los usamos para describir al organismo queremos indicar que ese animal, planta, hongo u otro tiene un componente químico que puede resultar dañino para otros seres vivos.

En cambio, otras lenguas sí hacen distinción entre ambos conceptos, siendo el caso de la lengua inglesa. En ese idioma existen las palabras “venomous” (“tóxico”) y “poisonous” (“venenoso”), las cuales son usadas de forma diferente en función de las características del animal a la hora de hacer uso de sus toxinas. Estas diferencias las vamos a ver más a fondo a continuación.

1. La toxina es la unidad, el veneno la combinación

La toxina sería la unidad, mientras que el veneno la combinación de varias de ellas. Una toxina es aquella sustancia perjudicial que produce un organismo, el cual puede provocar daño sobre otro ser vivo.

Aquí podemos comprender la primera diferencia entre una toxina y un veneno: el veneno está compuesto por una o varias toxinas, mientras que la toxina en sí misma es simplemente una unidad funcional que puede dar lugar a diferentes tipos de venenos.

Normalmente, las toxinas son péptidos compuestos por varios aminoácidos que se unen mediante enlaces peptídicos y dan lugar a una proteína. Cuando una toxina está formada por una cadena larga de aminoácidos complejos, decimos que estamos ante una proteína tóxica.

Un ejemplo de proteína tóxica sería la ricina, producida por la especie Ricinus communis que contiene dos cadenas con más de 260 aminoácidos cada una. Es decir, se trataría de un veneno compuesto por una sola toxina.

Otro caso distinto sería el veneno del escorpión Androctonus bicolor, líquido el cual presenta hasta 103 péptidos tóxicos únicos. Esto quiere decir que el veneno de este arácnido está compuesto por más de 100 toxinas.

2. El veneno ataca, la toxina es pasiva

Los animales venenosos inyectan veneno, mientras que los tóxicos simplemente contienen toxinas pero no tienen por qué usarlos de forma voluntaria. Podemos decir que el veneno es usado como arma, “ataca”, mientras que la toxina simplemente se encuentra en el organismo del animal, de una forma más o menos pasiva.

Para que un animal se considere venenoso, debería presentar algún elemento en su anatomía que le permita inyectar compuestos tóxicos al torrente sanguíneo de su víctima, ya sea mandíbulas, colmillos, espolones o aguijones...

3. Los animales tóxicos no inyectan toxinas

Relacionado con el punto anterior, podemos decir que aquellos animales descritos como tóxicos no presentan miembros que le sirvan para inyectar una sustancia venenosa. Muchos anfibios producen toxinas, pero que no tienen nada con lo que atacar o hacer un uso voluntario de las mismas con lo que no se pueden considerar venenosos.

Un ejemplo de anfibio especialmente tóxico es el caso de las ranas dendrobates (Dendrobatidae), las cuales no tienen ni aguijones ni colmillos ni ningún sistema para inocular sus potentes toxinas. En cambio, segregan sus compuestos tóxicos por la piel de forma natural, provocando malestar y síntomas graves a aquel que se atreva a pegarles un lametazo.

4. Los animales tóxicos avisan, los venenosos pasan desapercibidos

Los animales tóxicos avisan a todo aquel potencial depredador de que lo que se van a encontrar no les va a gustar, mientras que los animales venenosos suelen hacer justo lo contrario, escondiéndose y pasando desapercibido.

Esto es debido a que muchos animales tóxicos son rara vez depredadores, siendo más bien animales que no disponen de una gran fuerza, tamaño o extremidades defensivas. Como ante la mordedura de un depredador poco podrían hacer, su organismo se ha adaptado para avisarles de que ni se atrevan porque, de hacerlo, corren el riesgo de intoxicarse.

La mejor manera de avisar es mediante las señales visuales, siendo la más llamativa el uso de colores chillones como los azules, amarillos, verdes y blancos fosforitos sobre un fondo negro, como es el caso de muchas ranas dendrobates. Esto también se observa en algunas plantas y hongos, y este fenómeno recibe el nombre de aposematismo.

En cambio, los animales venenosos suelen ser depredadores que usan sus toxinas para debilitar a su víctima mientras la cazan, haciendo que el proceso de depredación sea rápido y menos costoso energéticamente. Por ello, no les sale a cuenta llamar la atención de su víctima y muchas especies venenosas tienen colores que les permiten camuflarse con el entorno.

Serpiente venenosa

Un ejemplo de ello son las serpientes venenosas. Da igual si estamos en el desierto, en el campo, en la selva o en la sabana. Sea cual sea el entorno, encontraremos este tipo de reptiles cuya coloración los hará camuflarse muy bien para que sus víctimas no los vean, ni siquiera cuando estén siendo atacadas con su veneno.

5. Ni tóxicos ni venenosos: toxúngenos

Por lo visto, no todos los animales que producen toxinas son tóxicos o venenosos. Hay animales que producen toxinas y las contienen en su organismo, no las pueden inyectar pero sí que pueden hacer un uso defensivo y voluntario de las mismas: los organismos toxúngenos (“toxungenous”).

En esta categoría encontraríamos a animales que producen tóxicos pero no los inyectan mediante mandíbulas, colmillos o aguijones, pero tampoco se esperan a ser ingeridos o tocados para liberarlos.

Un ejemplo de animal toxúngeno serían las mofetas (Mephitidae). Estos animales son conocidos por expulsar una sustancia química maloliente por sus glándulas anales cuando se sienten amenazados. Esta sustancia es inofensiva en los seres humanos, pero muy perjudicial para animales domésticos como los perros y los gatos que, tras olerla, pueden sufrir vómitos, mareos, pérdida de visión temporalmente y otros síntomas graves.