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¿Qué es la vigorexia y cuál es su relación con la autoestima?


La vigorexia o dismorfia muscular es un trastorno mental en el que el paciente se preocupa por su apariencia física hasta niveles patológicos. Esta enfermedad afecta a 4 de cada 10.000 personas en cualquier lugar y momento dados, sobre todo hombres entre los 18 y 35 años de edad. Además, estas cifras no hacen más que aumentar en Estados Unidos y el resto del mundo, seguramente por la mayor concienciación que existe a día de hoy por el bienestar físico.

La dismorfia muscular es un tipo de trastorno obsesivo-compulsivo que se encuentra categorizado, más específicamente, dentro de los trastornos dismórficos corporales (TDC). La obsesión, en este caso, se canaliza en la búsqueda de una imagen perfecta, sobre todo en lo que al desarrollo muscular se refiere. A pesar de que la vigorexia no está reconocida como una enfermedad por la comunidad médica internacional, el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM IV-TR) la tiene en cuenta como una condición psicopatológica.

Como en todos los trastornos dismórficos corporales (TDC), existe una clara discrepancia entre el ser imaginado y el individuo actual. Los pacientes se obsesionan y creen que están más delgados de lo que deberían y que presentan una masa muscular inadecuada, cuando la realidad refleja todo lo contrario. Si quieres saber más sobre la vigorexia y su relación con la autoestima, sigue leyendo.

Criterios para diagnosticar una vigorexia

Antes de explorar la correlación entre la vigorexia y la autoestima del paciente, es necesario plantearse qué es necesario para que este pueda considerarse vigoréxico en primera instancia. El ya citado Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM IV-TR), publicado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA), nos muestra los siguientes síntomas:

  • El paciente se obsesiona con la idea de que su cuerpo debe ser más terso y musculado. Este utiliza una porción significativa de su tiempo en levantar pesos y planificar su dieta.
  • La planificación y realización de los ejercicios ideales para mantener su tipo le hacen perder oportunidades laborales, personas en su entorno social y fallar en otras actividades.
  • El paciente evita situaciones en las que debe exponer su cuerpo. Si no puede hacerlo, siente un claro malestar e incomodidad.
  • La efectividad en el trabajo y entorno social disminuyen por su autopercepción insuficiente.
  • Los potenciales efectos detrimentales de un entrenamiento excesivo (roturas musculares, p.ej) no frenan al paciente a la hora de ponerlo en práctica.

Para que un paciente se considere vigoréxico, debe cumplir al menos 2 de los 4 últimos puntos citados. A veces se confunde la dismorfia muscular con vanidad, pero nada más lejos de la realidad: el paciente no está agusto con su cuerpo, se ve pequeño y delgado y, por ello, trata de solventar sus supuestas carencias con entrenamiento físico que puede llegar a resultar peligroso. Una persona vigoréxica no encuentra orgullo en su cuerpo ni trata de llamar la atención con él, pues realmente, se siente acomplejada por lo que cree ser.

La vigorexia y la autoestima

La autoestima es un conjunto de percepciones dirigidas hacia uno mismo, pero claramente, el entorno juega un papel esencial en cómo nos percibimos a nivel social. En su jerarquía en las necesidades humanas, la autoestima se define en 2 frentes claros: la necesidad de aprecio, el que se tiene de uno mismo, y el respeto y aceptación que se recibe de otras personas.

Para estimar la posible correlación entre la vigorexia y la dismorfia muscular, debemos acudir a la ciencia. Comenzamos con la investigación Muscle Dysmorphia and Eating Disorders: Comparison on Self-Esteem and Personality Traits, publicada en el portal clínico ClinMed. En esta investigación, se tomaron 2 grupos muestrales: hombres con vigorexia (MD) y mujeres con desórdenes alimenticios (ED), los cuales fueron controlados con una agrupación control (no patológica).

Investigadores y psicólogos monitorizaron entrevistas a cada uno de los pacientes, que cuantificaban parámetros en cada uno de ellos como preocupaciones comunes, parámetros de autoestima, autopercepción del cuerpo y otras cosas. Se demostró que los grupos patológicos (ED y MD) presentaban una autopercepción peor del cuerpo, mayor grado de perfeccionismo y conductas narcisistas más comunes. De todas formas, solo las mujeres con desórdenes alimenticios (ED) mostraron una menor autoestima que el grupo control. Los hombres vigoréxicos no lo hicieron.

La siguiente investigación, Relationship between self-esteem and symptoms of muscle dysmorphia in male bodybuilders (Revista Mexicana de Trastornos Alimentarios) explora el mismo concepto, con un enfoque diferente. En ella, se trataron de identificar los síntomas de dismorfia muscular en 4 grupos de varones (competidores, no competidores, usuarios de gimnasio y sedentarios) y evaluar su relación con una posible autoestima disminuida. La muestra estuvo compuesta por 295 varones, de 15 a 63 años de edad.

Los resultados fueron los siguientes: los participantes con menor autoestima fueron los que puntuaron más alto en motivación por la musculatura, en comparación con los de moderada y baja motivación. La correlación fue significativa y negativa entre ambas variables, es decir, a menor autoestima, más ganas de desarrollar masa muscular.

De todas formas, aún no se tiene claro si esto es una causa o una consecuencia de la vigorexia. ¿Propicia una baja autoestima la dismorfia muscular, o es la dismorfia la que causa una baja autoestima?

En conclusión

Como puedes ver, para entender los trastornos dismórficos corporales (TDC) aún queda mucho camino por recorrer. Diversos estudios argumentan que existe una clara correlación entre la vigorexia y la falta de autoestima, mientras que otros grupos muestrales demuestran lo contrario. De todas formas, es mucho más común que la autoestima disminuida se presente en mujeres con otros trastornos de esta índole, como la anorexia nerviosa y la bulimia, que en hombres.

Nos inclinamos a pensar que seguramente exista una correlación clara entre ambos eventos, pues no verse como uno desea siempre merma la autopercepción y, por ende, la autoestima. De todas formas, lo que es muy difícil es cuantificar si la autoestima disminuida es una causa o consecuencia de trastornos como la vigorexia. Se requieren más investigaciones para dilucidar estas cuestiones.

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