Psicoterapia de vinculación emocional validante: qué es y cómo funciona
La psicoterapia de vinculación emocional validante es un modelo tratamiento aplicado en educación social para con menores que tienen problemas, especialmente aquellos que han crecido en entornos de desamparo.
Este modelo tiene bastantes componentes y es complejo, abordando aspectos tales como el estilo de apego, mentalización, estilo de parentalidad y, como no, emociones. Veamoslo más a fondo.
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¿Qué es la psicoterapia de vinculación emocional validante?
La psicoterapia de validación emocional validante (VEV) es un tratamiento enmarcado dentro de los modelos integradores en psicoterapia y se concibe como una metodología especializada de intervención en los dispositivos de justicia juvenil y de protección de menores. Es un modelo que trabaja los aspectos relacionales del menor y se aplica en el ámbito psicoeducativo y psicosocial.
Es un enfoque psicoterapéutico de apoyo limitado que interviene en varios aspectos, otorgando una mayor sentido de control al contexto en el que la persona se ha criado, tratar y mejorar los posibles trastornos graves egosintónicos que padezca a través de intervenir en la desregulación emocional, el desorden relacional y aspectos relacionados con el entorno que hayan contribuido en que el menor tenga un comportamiento disfuncional y patológico.
El principal objetivo de la psicoterapia de vinculación emocional validante es validar la experiencia emocional del valor creando un entorno contenedor, esto es, un entorno seguro y de crecimiento. Para ello se intenta movilizar los recursos necesarios para modificar el estilo de apego del menor cuando empieza a ser atendido por un educador social para irlo convirtiendo en un apego seguro, usando una metodología que puede variar en modalidad, pudiendo ser intervención individual, familiar, grupal y/o comunitaria.
Aspectos que se tienen en cuenta en este tipo de terapia
Como comentábamos, uno de los grupos princiaples con los que se usa esta modalidad de terapia son los menores, en especial aquellos atendidos en diferentes sistemas de protección social. Estos menores, que pueden ser tanto niños como adolescentes, pueden encontrarse en una situación de fuerte desamparo, haber sido víctimas de estilos de parentalidad disfuncionales y otros problemas que son el origen y posible causa de sus problemas de salud mental, comportamientos desadaptativos y adicciones.
Esta modalidad de terapia parte tiene en cuenta lo siguiente:
- Explicación de la conducta desde la etiología del sufrimiento psíquico.
- Posibilidad de patologías duales, con concomitancia de consumo de tóxicos que agravan el cuadro.
- Problemas relacionales o trastornos del vínculo.
- Educador como modulador del ambiente, contexto y elementos de contención.
- Capacidad autorregulatoria del individuo que permita saber en qué piensa y hace.
- Capacidad reflexiva para ordenar, procesar y organizar la información
- Toma de decisiones y responsabilidad
El educador social o psicólogo social actúa como una fuente de cambio para el menor, puesto que él es un elemento clave y controlable en la vida de la persona que está tratando de ayudar, especialmente en contextos residenciales y de asistencia estatal. Es posible que el menor no quiere colaborar, o no se sienta capacitado para cambiar su propia vida, por este motivo todo educador que trabaje desde la psicoterapia de vinculación emocional validante debe tener como objetivos específicos los siguientes:
- Convertirse en un dispositivo de psicoterapia de apoyo y generar adhesión a la relación de ayuda.
- Establecer focos basados en la patología relacional.
- Abordar la involuntariedad a través de un vínculo contenedor y validante.
El vínculo de la intervención educativa
Como psicoterapia aplicada en específico con individuos con problemas de adaptación, se debe tener en cuenta que la calidad del personal que trabaje con los menores influirá notablemente en la readaptación de los mismos. Como en todos los procesos relacionales educativos, el factor más estable en la vida de los menores en situación de desamparo, a veces el único, es la figura educativa asistencial, motivo por el cual es tan importante que el propio educador vigile sus características personales y cuáles muestra a la hora de realizar la intervención.
El modelo aplicado es tan importante porque, de ser efectivo, puede hacer que el menor deje atrás las identificaciones negativas de sí mismo, debidas en gran parte a haber sido objeto de un estilo de parentalidad fallido.
Si bien el educador o terapeuta social no pretende sustituir al padre del menor, cabe decir que adquiere mucha importancia el vínculo educativo entre el educador/terapeuta y el menor, algo que en caso de ser positivo contribuirá en el desempeño y progreso del intervenido.
Este vínculo debe intentar construirse partiendo de los siguientes aspectos:
- Factores individuales que guíen la forma de establecer la relación del menor de base no patológica.
- Vínculo contenedor, en tanto que recoge lo que el otro pone sobre uno mismo de forma inconsciente.
- Vínculo validante, ayudando al otro a reconocer sus emociones y ayudándole a conectarla con aquello que le hace sufrir.
- Estabilidad.
- Generación de relaciones placenteras.
Entendiendo la circularidad
Durante el establecimiento del vínculo educativo en el marco de esta terapia, se trata de hacer que el individuo sea consciente de cómo al relacionarse con otras personas estas relaciones lo influyen a él y a los demás. Es necesario ayudarle a entender cómo nos relacionamos (“cuando tú haces X, yo me siento Y” y viceversa). Este tipo de influencias en las relaciones humanas es lo que denominamos circularidad, cuyo nombre se debe al carácter infinito de las relaciones humanas, en tanto que las conductas de uno u otro están condicionadas de manera recíproca.
Los problemas de los menores desamparados puede ser entendida no como una relación de causa-efecto, sino como una dinámica relacional circular, en tanto que alguien de su entorno le hace algo malo, él no sabe cómo responder de forma adaptativa, lleva a cabo alguna conducta disfuncional, alguien le vuelve a responder de forma negativa y así se establece una dinámica relacional circular.
Toda dinámica familiar puede contribuir a que se genere diferentes tipos de relaciones, de las cuales sus propios integrantes no tienen por qué ser conscientes de sus influencias. Estas relaciones pueden ser funcionales y validantes, en las que las emociones son más o menos bien aceptadas y acordes con lo que viven los miembros de la familia, o invalidantes, en donde se oprimen tales emociones o no se es consciente de qué se debería sentir y hacer, promoviendo problemas de regulación a corto y largo plazo.
Dentro de la psicoterapia de vinculación emocional validante se tiene en cuenta diversos aspectos básicos en la relación, los cuales de ser identificados permiten trabajar la forma en cómo el menor se vincula a otras personas y hacerlo más adaptativo. Entre estos aspectos encontramos el estilo de apego, el estilo relacional, la vivencia de las emociones básicas, la capacidad de mentalización y sus roles en el entorno familiar y social. Todas estas características se muestran de forma distinta de persona en persona, dándole a cada individuo su idiosincrasia.
Como hemos mencionado antes, la psicoterapia de vinculación emocional validante pone el énfasis en conseguir que el menor tenga un estilo de apego seguro, considerado el más funcional y saludable de todos ellos. Podemos hablar de cuatro tipos de apegos principales, tres de los cuales son más propios de menores en situaciones de riesgo y desamparo.
- Seguro: cómodo con la intimidad y la autonomía. Buena imagen de los demás y de sí mismo.
- Preocupado: demasiado dependiente. Buena imagen de los demás y mala de sí mismo.
- Resistente: negación del apego. Mala imagen de los demás y alta de uno mismo.
- Temeroso: miedo al apego, evitativo. Mala imagen de los demás y de sí mismo.
También es importante conocer el estilo parental. Cada individuo ha sido criado en una familia con un estilo parental realmente único, pero que se puede englobar en una de las siguientes cuatro categorías.
- Democrático: control alto, afecto y comunicación alto
- Autoritario: control alto, afecto y comunicación bajo
- Permisivo: control bajo, afecto y comunicación alto
- Negligente: control bajo, afecto y comunicación bajo
Si bien es esperable que los menores desamparados hayan sido criados en entornos de tipo autoritario o negligente, también hay posibilidades de que hayan sido criados en estilos más permisivos. Sería muy extraño encontrar a un menor desamparado que se haya criado en un estilo de parentalidad democrático, y en caso de que fuera así se debería tratar de dilucidar cómo ha acabado el menor en la situación en la que actualmente se encuentra si tenía un entorno familiar próspero.
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Terapia VEV y las emociones
Como su propio nombre viene a indicar, la psicoterapia de vinculación emocional validante pone uno de sus focos de atención en las emociones. Esta terapia parte de la idea de que existen seis emociones básicas primarias o innatas: miedo, tristeza, alegría, ira, sorpresa y asco. Las emociones secundarias serían de carácter social, apareciendo en ese tipo de contextos como por ejemplo podrían ser el pánico o la vergüenza.
Se tiende a pensar que las emociones sociales están determinadas en mayor parte por la formación cultural, como la familia o la escuela, sin embargo si bien esto es parcialmente cierto no es del todo correcto. Realmente, la cultura puede modular la expresión de esas emociones y orientar su manifestación, lo cual puede hacer que se acaben utilizando bien o mal según si el individuo ha adquirido las correctas normas sociales, pero el componente biológico innato sigue presente y es lo que le permite sentirlas.
A veces pasa que la capacidad para expresar los estados emocionales está alterado, pudiendo sentirse una emoción primaria concreta pero actuando como si fuera otra. Por ejemplo, una persona que realmente se siente triste en vez de llorar se pone a gritar, destrozar objetos y hacer daño a otras personas, mostrando el comportamiento propio de la ira. Este tipo de problemas serían comunes en menores desamparados, y la psicoterapia de vinculación emocional validante trataría de reencauzar estas emociones, haciendo válido que puedan manifestar los signos propios de la emoción que realmente sienten.