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​La Teoría de Cultivo: ¿cómo nos influye la pantalla?


Si alguna vez te has parado a pensar en las horas diarias que la mayoría de las personas pueden llegar a dedicar a ver la televisión o a navegar por Internet, quizás te hayas hecho esta pregunta: ¿cómo influye en nuestra manera de pensar lo que vemos en una pantalla?

Esta es una de las cuestiones que desde las ciencias sociales se ha tratado de responder a partir de lo que se conoce como Teoría de Cultivo.

¿En qué consiste la Teoría de Cultivo?

Aunque su nombre pueda resultar confuso en un primer momento, en sus orígenes la Teoría de Cultivo fue básicamente una teoría de la comunicación que servía como punto de partida para estudiar los efectos que la exposición prolongada a la televisión tenía sobre el modo en el que se interpreta y se imagina lo que es la sociedad.

En concreto, la premisa desde la que al principio operaba la Teoría de Cultivo era que cuanto más tiempo se pasa viendo la televisión, más se llega a creer que la sociedad es tal y como queda reflejado en la pantalla. Dicho de otro modo, que el hecho de acostumbrarse a cierta clase de contenidos televisivos hace que se asuma que lo que se nos está mostrando es representativo del mundo en el que se vive.

Aunque fue formulada en los años 70, actualmente la Teoría de Cultivo sigue estando vigente, aunque con una pequeña variación. Ya no se centra solamente en los efectos de la televisión, sino que trata de abordar también medios digitales como los videojuegos y los contenidos que se pueden encontrar en Internet.

El aprendizaje vicario y los medios digitales

En psicología hay un concepto que resulta muy útil para entender en qué se basa la Teoría de Cultivo: el aprendizaje vicario, expuesto por Albert Bandura a finales de los 70 a través de su Teoría del Aprendizaje Social.

Este tipo de aprendizaje es, fundamentalmente, un aprendizaje por observación; no nos hace falta realizar una acción para juzgar los resultados de esta y decidir si resulta útil o no. Simplemente, podemos ver lo que hacen los demás y aprender de sus aciertos y de sus errores de manera indirecta.

Con la televisión, los videojuegos e Internet puede ocurrir lo mismo. A través de la pantalla observamos cómo varios personajes toman decisiones y cómo estas decisiones se traducen en consecuencias buenas y malas. Estos procesos no solo nos hablan sobre si ciertas acciones son deseables o no, también nos comunican aspectos acerca de cómo funciona el universo en el que se toman estas decisiones, y es aquí donde la Teoría de Cultivo interviene.

Por ejemplo, de la serie Juego de Tronos se puede extraer la conclusión de que la piedad no es una actitud que los demás asuman como normal, pero también se puede concluir que las personas más ingenuas o inocentes suelen ser manipuladas y abusadas por los demás. También se puede llegar a la conclusión de que el altruismo apenas existe, y que hasta las muestras de amistad están guiadas por intereses políticos o económicos.

Por un lado, el aprendizaje vicario hace que nos pongamos en la piel de ciertos personajes y que juzguemos sus fracasos y sus logros tal y como lo haríamos si fuesen nuestros. Por otro lado, el hecho de haber analizado los resultados de una acción desde el punto de vista de esa persona hace que extraigamos una conclusión acerca del funcionamiento de la sociedad y del poder que tiene sobre el individuo.

La posible mala influencia de la televisión

Uno de los focos de atención en los que se ha ahondado desde la Teoría de Cultivo es en el estudio de lo que pasa cuando vemos mucho contenido violento a través de las pantallas. Este es un tema que a menudo nos llega a través de titulares alarmistas, por ejemplo cuando se empieza a explorar la biografía de asesinos adolescentes y se llega a la conclusión (precipitada) de que cometieron sus crímenes por influencia de un videojuego o una serie de televisión.

Pero lo cierto es que la cantidad de violencia a la que se exponen los jóvenes a través de una pantalla resulta un tema relevante para las ciencias del comportamiento; no en vano la infancia y la adolescencia son etapas de la vida en la que se es muy sensible a las sutiles enseñanzas que son reveladas por el entorno.

Y, si se asume que la televisión y los medios digitales en general tienen el poder de hacer que los espectadores actúen de manera "deseable", siendo influidas por campañas de concienciación o asumiendo la normalidad de la homosexualidad viendo la serie Modern Family, tampoco es descabellado pensar que pueda ocurrir lo contrario: que estos mismos medios nos hagan más propensos a reproducir conductas indeseables, como por ejemplo las acciones violentas.

Y son estos elementos arriesgados, más que el potencial beneficioso de los medios, los que generan más interés. A fin de cuentas, siempre se está a tiempo de descubrir la parte buena de los medios digitales, pero los peligros hay que detectarlos cuanto antes.

Así pues, sería perfectamente posible que la televisión e Internet estuviesen dejando una fuerte huella en la mentalidad de los jóvenes, y las posibilidades de que esa influencia sea buena son las mismas de que sea mala, ya que no se fundamenta solo en las conclusiones que se expresan directamente en los diálogos, sino que se trata de una aprendizaje implícito. No es necesario que un personaje pronuncie diga claramente que cree en la superioridad de las personas blancas para que se asuma a través de sus acciones que es racista.

La violencia y la Teoría de Cultivo

Sin embargo, sería un error dar por supuesto que según la Teoría de Cultivo la violencia televisada nos vuelve más violentos. El efecto que tendría esto sería, en todo caso, el de asumir de manera más o menos inconsciente la idea de que la violencia es un componente esencial y muy común en la sociedad (o en cierto tipo de sociedad).

Eso puede hacer que empecemos a ser más violentos porque "todo el mundo lo está haciendo", pero también puede producirse el efecto contrario: como creemos que la mayoría de personas son agresivas, nos sentimos bien por no tener la necesidad de dañar a los demás y por destacar en ese aspecto, lo cual hace que nos resistamos más a caer en ese tipo de conductas.

Concluyendo

La Teoría de Cultivo no se basa en una afirmación absoluta y espectacular del estilo de “ver a muchas personas racistas en la televisión hace que se empiece a discriminar a los negros”, sino que se basa en una idea mucho más sutil y humilde: que exponernos a ciertos medios hace que confundamos la realidad social con la sociedad mostrada en esos medios.

Este fenómeno puede entrañar muchos riesgos, pero también oportunidades; eso depende de muchas otras variables relacionadas con las características de los espectadores y con los contenidos transmitidos en cuestión.