HIFU: ¿qué es esta tecnología y cómo se usa en medicina y en estética?
Desde los albores de la humanidad, la salud y la enfermedad han sido motivo de preocupación para el ser humano, al depender nuestra supervivencia de ello. Afortunadamente, con el paso de los tiempos la medicina ha realizado numerosos avances técnicos y tecnológicos. Entre ellas encontramos la tecnología HIFU.
Esta es una tecnología que puede sonar por su uso a nivel estético (sobre todo el rejuvenecimiento facial o de la piel de otras partes del cuerpo), pero que en realidad se ha demostrado de utilidad en enfermedades tan relevantes como el cáncer. A lo largo de este artículo vamos a ver qué es esta tecnología, para qué se usa y en qué casos está contraindicada.
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¿Qué es HIFU?
Las siglas HIFU hacen referencia a la tecnología High-Intensity Focused Ultrasound, en castellano ultrasonidos focalizados de alta intensidad. Se trata de un tipo de técnica o procedimiento con aplicaciones de gran interés en medicina, y que se basa en la aplicación de ondas sónicas focalizadas y dirigidas específicamente a una zona diana u objetivo, con el fin de provocar la muerte o necrosis de determinadas células de los organismos vivos.
El funcionamiento de esta técnica basa su efectividad en el hecho de que las ondas sonoras, concentradas en una área al ser aplicadas en un haz, terminan por generar energía calorífica que produce hipertermia en las áreas objetivo. También genera una fuerza mecánica, en forma de vibración, que permite que los tejidos sean comprimidos o descomprimidos.
Este procedimiento es no invasivo, ya que no requiere de cirugía o de elementos químicos, y presenta como ventaja en relación a estos que no genera daños en los tejidos que se encuentren entre el lugar de emisión del ultrasonido y el área objetivo. Se reduce también el riesgo de infección o de introducción de elementos tóxicos.
Por otro lado, aunque presenta efectividad no es tan potente como otros procedimientos usuales, puede generar quemaduras y puede no ser de utilidad dependiendo del área u órgano que se intente tratar. También cabe valorar que su aplicación clínica se remonta a los 90,
Indicaciones de esta tecnología
La tecnología HIFU, empleada como procedimiento médico, puede tener muchas y variadas utilidades, pero la principal y más relevante es su uso en oncología.
HIFU puede ser útil tanto en tumores benignos como en malignos, y se ha aplicado en fibromas en diferentes partes del cuerpo, como en la mama o en el útero. También en carcinomas, miomas, tumores de próstata, de páncreas o de riñón.
Su uso puede producirse en tumores sólidos, y en ocasiones también en casos con metástasis a nivel hepático. Este uso puede ser como tratamiento coadyuvante de otras terapias, como tratamiento de recidivas o incluso como tratamiento paliativo.
Suele indicarse en miomas, también cuando hay rechazos a transfusiones o cuando no es posible la resección quirúrgica. Sin embargo no se tienen excesivos datos respecto a su nivel de éxito, siendo necesario un mayor nivel de investigación. Aunque algunos estudios realizados por el momento parecen corroborar la eficacia en el tratamiento de problemas como el cáncer de próstata, otros no han determinado con seguridad su eficacia. Por lo general suelen emplearse otras técnicas, si bien podemos estar ante una alternativa de gran valor.
Su uso en medicina estética
De manera secundaria, a pesar de que en realidad es el ámbito en el que más se suele utilizar en nuestro país, la tecnología HIFU también tiene aplicaciones dentro del ámbito de la estética. Concretamente, en ocasiones se emplea para reducir la flacidez y destruir células muertas o incluso células grasas, sin precisar de intervenciones quirúrgicas y con posibilidad de actuar en diferentes áreas corporales.
Así, se utiliza para hacer algunos liftings, tratamientos para reducir arrugas e incluso liposucciones con en principio menor riesgo para la salud del paciente. Muchas veces se ofrece en procedimientos de rejuvenecimiento facial.
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Riesgos y contraindicaciones
Si bien se considera una técnica segura dado que es mínimamente invasiva, el uso de esta tecnología también tiene posibles riesgos y efectos secundarios. Entre ellos se encuentran un incremento de la sensibilidad o bien la disminución de esta, edemas, equimosis o hematomas o dolor durante el tratamiento. También pueden producirse quemaduras.
Además de lo anterior hay que tener en cuenta que en realidad se está generando un aumento de la temperatura en áreas concretas del cuerpo, algo que puede ser lesivo si existen determinados problemas de salud. Si se utiliza mal, podría llegar a generar problemas tiroideos o incluso daño neurológico.
También existen contraindicaciones que deben tenerse en cuenta. En primer lugar, mujeres embarazadas tienen contraindicado el uso de esta tecnología. También aquellas personas que tengan problemas autoinmunes o un sistema inmune alterado o debilitado, aquellas personas con heridas abiertas o problemas de coagulación, personas en procesos febriles o en estado de hipertermia.
Otro sector que tiene contraindicada esta tecnología es la de aquellos que lleven implantes, sean estos estéticos (el calor puede hacer que se reabsorvan o generen quemaduras severas) o médicos como marcapasos (dado el riesgo de que las ondas sónicas puedan afectar al implante). Tampoco aquellos que lleven implantes metálicos, al menos en la zona a tratar o en sus cercanías. No se recomienda en caso de acné y se contraindica en aquellos con insuficiencia renal, diabetes severa o enfermedades metabólicas.
Aunque se utiliza en algunos tumores óseos, por lo general se trata de un tipo de tejido en el que no se emplea esta tecnología, así como tampoco en la médula. Tampoco en áreas como pulmón, estómago o intestino dado que el gas que contienen limita su efecto.
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