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¿Cuál es la relación entre la infoxicación y la ansiedad?


Todo el mundo quiere estar bien informado. Saber lo que pasa en el mundo es un derecho y, en según qué situaciones, nos conviene mantenernos informados para formarnos una opinión propia y actuar en consecuencia.

No obstante, más no significa mejor. Demasiada información puede confundirnos, agotarnos psicológicamente y provocarnos ansiedad al no saber muy bien a quién creer o si nos estamos perdiendo algo.

En un mundo hiperconectado como en el que nos encontramos, es difícil no caer en la sobrecarga informativa o infoxicación. A continuación profundizaremos en este concepto de infoxicación y veremos cuál es su relación con la ansiedad.

¿Cómo interactúan la infoxicación y la ansiedad?

No hace mucho tiempo vivíamos en un mundo aparentemente más simple. En la tele no había más de diez canales, los periódicos contaban lo que había pasado el día de ayer y los mensajes se enviaban de forma manuscrita en cartas que tardaban días o semanas para llegar a su receptor.

El mundo de ahora es completamente distinto. Con la evolución de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) nos llega todo tipo de información, de forma inmediata y desde cualquier lugar del mundo. Los telediarios y los periódicos informan, con instantaneidad, de lo que pasa en la otra punta del mundo, recibiendo las noticias a pocos segundos de haber ocurrido.

Y no solo para las noticias. El móvil, los mensajes instantáneos y las redes sociales nos permiten estar en constante contacto con el prójimo. Antes se quedaba en persona con alguien para que nos pusiera al día de lo que le había pasado o, en caso de no poder quedar presencialmente, se le hacía una llamada o intercambiaban cartas. Hoy en día eso ya no es tan necesario pues, como se comparte de todo en las redes sociales, sabemos rápidamente lo que le pasa a nuestros allegados sin siquiera tener que preguntarles, y encima al momento.

Infoxicación y estrés

No hay duda de que las TIC son de gran ayuda y que estar más informados es beneficioso, pero también supone sus inconvenientes. Nuestra nueva forma de vivir, hiperconectados y recibiendo información de forma instantánea, puede llegar a perjudicarnos psicológicamente y provocarnos gran estrés y ansiedad. Que se nos bombardee con todo tipo de datos y, encima, sentir malestar cada vez que nos perdemos algo, da lugar a un peculiar cuadro psicológico al que los expertos han decidido llamar “infoxicación”.

¿Qué es la infoxicación?

La infoxicación es un neologismo mezcla de las palabras “información” e “intoxicación”. Tiene otros nombres alternativos que bien nos dan pistas de qué se trata: “information overload” o sobrecarga informativa, ansiedad informacional, fatiga informativa, sobredosis de información e infobesidad.

Se calcula que entre el nacimiento de la escritura, en el IV milenio a.C., hasta los años 2000 se crearon cinco exabytes (billones de megabytes de información). Apenas pasada una década, por el año 2011, esa misma cantidad de información era la que se creaba cada dos días. Hoy, semejante cantidad de información se crea pasadas unas pocas horas. Esto es debido a la democratización del Internet y las herramientas de generación de información, desde ordenadores portátiles hasta móviles inteligentes.

El fenómeno de la infoxicación está desbocado en parte porque todos somos buenos productores de información. Desde nuestros móviles y ordenadores nos resulta relativamente sencillo generar nuevo material. Como vivimos en un mundo en el que los instrumentos para producir información son mejores que los instrumentos para organizarla y buscarla, es difícil no ser víctima de la infoxicación y caer en una intensa ansiedad ante tanto dato.

La infoxicación se produce cuando la información que recibimos es mucho mayor que la que somos capaces de procesar. En el mundo hiperconectado en el que vivimos este fenómeno es común pues con e-mails, chats instantáneos, redes sociales, móviles inteligentes y demás TIC nos arriesgamos a recibir una sobredosis de información nada fácil de procesar que acaba con nuestra cordura.

La entrada constante de información en un mundo “always on” (siempre encendido) nos lleva a no poder tratar ninguna información en profundidad. Cuando la información es demasiada recurrimos a análisis superficiales y lecturas en diagonal. Realmente, nos gustaría hacer un análisis más profundo de los datos que recibimos pero, como son tantos y tenemos tan poco tiempo, al final los evaluamos de forma muy superficial, lo cual nos frustra y nos hace sentirnos muy insatisfechos.

La infoxicación empeora nuestra capacidad de analizar la información que nos provoca ansiedad y, a su vez, nos hace ser peores analizando los datos que queremos analizar. Es un ciclo vicioso, un proceso que se vuelve cada vez más tóxico si no le ponemos freno y que aumenta el riesgo de que tomemos malas decisiones al no saber bien a qué datos hacer frente. Es el caldo de perfecto para creerse las noticias falsas, lo cual supone un gran riesgo

La infoxicación lleva consigo varios síntomas, además de la propia ansiedad y frustración: desorientación, falta de atención y concentración, problemas de memoria, deterioro de la capacidad analítica, indecisión, dispersión, impaciencia, percepción de pérdida del tiempo, impulsividad y deficiente selección de la información.

Otros síntomas de la infoxicación son la necesidad de permanecer conectado todo el día a las fuentes de información, por miedo a perderse algo (FOMO o “Fear Of Missing Out”). La persona quiere estar lo más actualizada en términos de actualidad informativa, tanto de noticias del mundo como del estado de sus conocidos, lo que hace que consulte compulsivamente páginas webs, redes sociales y chats de mensajería instantánea. Es como si fuera adicta a la información, y quiere más y más.

¿Cómo evitar la ansiedad por sobrecarga informativa?

Durante siglos, hemos asociado más información a más libertad. Hoy en día tenemos acceso a más información, más opciones donde elegir pero, irónicamente, no nos sentimos ni más libres ni más satisfechos. La ansiedad que nos provoca el exceso de información nos quita bienestar, y sin bienestar uno no puede sentirse verdaderamente libre.

Aunque vivimos en un mundo hiperconectado y seguiremos viviendo en él, no todo está perdido. Es posible evitar ser víctima de la infoxicación. Está bien estar documentado, pero a veces es necesario alejarse un poco del ruido de las redes sociales y los principales medios de comunicación, como la televisión. Tenemos derecho a estar informados, pero también lo tenemos a no querer estarlo. Demasiada información nos quema, nos provoca demasiada ansiedad y tenemos todo el derecho del mundo a ponerle una barrera.

La energía física y mental que invertimos para obtener la información correcta se desperdicia si no hacemos algo útil con ella y, por mucho tiempo que invirtamos, siempre nos da la impresión de que algo se nos escapa, lo que nos frustra y nos produce mayor ansiedad. La información es imprescindible en la vida moderna, pero su exceso nos agobia y nos imposibilita procesarla al no poder analizarla en profundidad. Al final del día, lo mejor es seleccionarla, evitar estar sobreexpuestos a la información. Menos es más.

La cantidad no es sinónimo de calidad. Debemos optar por documentarnos por medios fiables, y evitar aquellos de los que no estemos seguros de su rigor informativo. Cierto que pueden estar en lo cierto, pero no queremos estar sobreinformados. Con poca información a veces es más que suficiente para saber lo que pasa. Y muy importante, deberemos filtrar y ver de forma crítica la información que nos llegue, sin creernos a rajatabla lo que nos dicen.