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Sufrimiento por amor: 6 consejos para superarlo


El sufrimiento por amor forma parte de esa clase de experiencias difíciles de imaginar cuando se empieza una relación de pareja.

El enamoramiento puede llegar a hacer que prácticamente todo lo que nos ocurre en el día a día sea percibido de un modo diferente, ya que su impacto emocional influye sobre nuestra manera de percibir lo que nos ocurre. Pero esto es así para lo bueno y para lo malo. El desamor o la frustración causada por problemas relacionales en el amor también causan un sufrimiento que llega hasta casi todos los ámbitos de nuestras vidas.

Así pues, el sufrimiento por amor es uno de los tipos de sufrimiento psicológico más dañinos, dado que, al igual que el enamoramiento cala hondo en casi todos nuestros procesos mentales, los problemas derivados de él también lo hacen. ¿Qué hacer para hacer que este malestar desaparezca o remita casi por completo?

Consejos para superar el sufrimiento por amor

Los consejos que leerás a continuación pueden ser una ayuda muy útil en los momentos en los que la desesperanza y la tristeza que produce el desamor parecen llenarlo todo. Sin embargo, hay que tener claro que cada caso es diferente, y a la hora de aplicar estos pasos a seguir es necesario adaptarlos al contexto en el que uno vive.

1. Asume que necesitarás tiempo para mejorar

Tal y como ocurre en todo lo relacionado con los problemas emocionales, para dejar de sufrir por amor no hay soluciones fáciles e instantáneas. Esto es así porque nuestro sistema nervioso, que es la base de las emociones, no acostumbra a experimentar cambios repentinos que dejen cambios sostenidos a largo plazo, a no ser que sea a causa de lesiones.

Los procesos mentales, entre los que se encuentran aquellos responsables de la emoción, ocurren gracias a la interacción de millones de neuronas interconectadas entre sí, y para superar el sufrimiento por amor es imprescindible que transcurra el tiempo necesario para que parte de estas células nerviosas “aprendan” a interactuar entre sí de otra manera.

Evidentemente, el hecho de saber que vas a necesitar un tiempo para recuperarte no hará que te recuperes. Sin embargo, sí ayudará a que el problema no se agrave ni se enquiste, dado que quien espere mejoras del día a la mañana puede llegar a frustrarse tanto que esto le haga obsesionarse con el tema. El hecho de sentirnos “bloqueados” emocionalmente por el simple hecho de no recuperarnos instantáneamente hace que pensemos todo el rato en cómo desprendernos de ese enredo emocional, y esto a su vez hace que nuestra atención quede cada vez más centrada en ese malestar: un círculo vicioso.

2. Valora tu caso para asegurarte de que no tienes depresión

Una cosa es sufrir por amor y otra es experimentar depresión. Esta última es una enfermedad mental que puede llegar a ser muy grave y que, si bien puede estar desencadenada por hechos que nos ocurren, sus causas son hasta cierto punto independientes de los problemas amorosos que podamos tener.

Hay que señalar, sin embargo, que en la gran mayoría de los casos en los que se sufre por amor la depresión no está detrás de eso, así que en un principio no hay motivos para que salten las alarmas. Pero si crees que sufres de un modo extremo y de una manera constante y sostenida, tampoco debes asumir que tienes depresión; en ese caso el paso a seguir es asistir a un profesional de la salud mental para que realice un diagnóstico psicológico.

3. Primero descansa

Entre las primeras horas y los primeros pocos días después de haber empezado a sufrir por amor, si se trata de un caso “agudo” causado por un hecho concreto (una ruptura, un desengaño amoroso, etc.) es muy posible que no tengas fuerzas para proponerte grandes cambios, ni siquiera aquellos que tengan que ver con sentirse mejor. Por eso, es bueno que te marques un margen de tiempo para recuperarte un poco, física y mentalmente.

Para hacerlo, es bueno que de antemano fijes un momento en el que la etapa de recuperación inicial se termine y empieces a actuar activamente para sentirte mejor. Llegada esa fecha, que puede ser de por ejemplo tres días, hay que valorar si se han dado progresos, aunque el sufrimiento emocional siga ahí.

Hay que tener en cuenta que este paso no es obligatorio, ya que en algunos casos el malestar no es tan intenso como para requerirlo, pero es recomendable seguirlo para contar con esa referencia simbólica que marca el inicio del cambio.

4. Rompe el ciclo

Una vez se ha pasado por la etapa de recuperación inicial, lonec esario es que rompas el ciclo de los hábitos asociados al malestar.

Para ello, emprende rutinas y costumbres nuevas. Empezar desde cero en algo que no se domina pero que nos puede resultar estimulante y que encaja con nuestras capacidades permite que entrenemos nuestra capacidad de atención para que se acostumbre a, poco a poco, dejar de centrarse en la causa del sufrimiento por amor.

Así pues, hábitos como dibujar, pasear por nuevas zonas, entrenar en un deporte nuevo, aprender un idioma… son positivos porque si modificamos nuestras acciones y nuestros contextos, nuestros procesos mentales también cambian.

En el caso de que uno o más de los nuevos hábitos estén relacionados con una idea de progreso (como por ejemplo, cuando nos proponemos aprender un idioma), es necesario tener unas expectativas realistas y asumir que nuestro estado emocional vulnerable hará que seguramente avancemos más lentamente en comparación a cómo lo habríamos hecho sintiéndonos siempre bien.

5. No te olvides de socializar

Relacionarse con otras personas es positivo porque permite expresar en palabras lo que se siente y porque, además, facilita que nos expongamos a situaciones estimulantes, capaces de hacer que nuevos intereses y preocupaciones atraigan nuestro foco de atención y lo “despeguen” del sufrimiento.

6. Lleva hábitos sanos

Este paso tiene tres pilares básicos: dormir bien, comer bien y hacer ejercicio moderado. De esta manera, el estado del cuerpo hará que el sistema nervioso también nos predisponga a sentirnos mejor y a no caer en la ansiedad y el malestar, algo que ocurre entre otras cosas cuando el organismo nos manda señales de que algo va mal.