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​Las 5 causas psicológicas de la depresión, y sus síntomas


Los trastornos depresivos forman una de las categorías diagnósticas más populares. Son muchas las personas que, al encontrarse mal psicológicamente, dicen estar “deprimidas” y que, en general, utilizan este concepto como si sirviese para denominar el simple malestar que va más allá del dolor físico.

Sin embargo, la tristeza y la depresión distan mucho de ser lo mismo. La segunda es un trastorno que debe ser diagnosticado y que, en parte, no depende de las situaciones que estemos viviendo en nuestro trabajo, contexto familiar o tiempos de ocio.

Hay muchos factores que pueden llevar a desarrollar esta clase de trastornos; desde los desequilibrios bioquímicos del sistema nervioso a los que la genética predispone, hasta los aprendizajes pasados y la manera de evocar los recuerdos que tienen que ver con nuestra trayectoria vital. A continuación nos centraremos en este segundo tipo de motivos, las causas psicológicas de la depresión.

La psicología que hay detrás de la depresión

Está claro que todas las causas psicológicas son, también, biológicas en cierto sentido. A fin de cuentas, para no serlo tendríamos que aceptar que nuestra mente es algo separado del cuerpo, una idea totalmente desechada por la ciencia y que solo corresponde al dualismo filosófico.

Sin embargo, cuando nos referimos a que existen causas psicológicas de la depresión estamos hablando de un tipo de raíz patológica que, aunque se produce dentro del organismo humano, no solo depende de la simple expresión de genes y de características innatas, sino que para entenderla hay que considerar el modo en el que la interacción con el entorno influye en esta biología.

Así, el hecho de haber visto morir a muchos amigos y familiares cercanos durante la infancia es algo que solo puede darse si tenemos un sistema nervioso capaz de procesar estas experiencias y asumirlas como momentos altamente estresantes y traumáticos, pero a la vez hay un componente que tiene que ver con lo que ocurre en el entorno, fuera de uno mismo. A diferencia de los desajustes en los niveles de producción de neurotransmisores que tienen causas genéticas, en este caso nuestras experiencias vitales importan.

Así pues… ¿cuáles son esas causas psicológicas de la depresión? A continuación veremos las principales.

1. Sesgo pesimista

Hay formas de interpretar la realidad que nos llevan a realizar constantemente una lectura pesimista de los hechos. Por ejemplo, si creemos que todos nuestros aparentes logros son producto de la suerte y que todos nuestros fracasos son la consecuencia de características innatas que siempre estarán en nosotros y no podremos llegar a cambiar, esto contribuye a que estemos más expuestos a malas experiencias.

Se trata, por consiguiente, de hechos que tienen que ver con nuestro estilo de atribución (el modo en el que elaboramos explicaciones sobre lo que ocurre), pero también con la manera en la que establecemos predicciones acerca de lo que nos va a pasar.

2. Falta de estimulación

Una de las características de la depresión es que bajo sus efectos las personas se vuelven carentes de iniciativa y, en muchos casos, ni siquiera son capaces de experimentar placer (fenómeno conocido como anhedonia). Esto ha llevado a algunos investigadores a hipotetizar que una de las causas psicológicas de la depresión es la falta de refuerzos positivos (algo así como recompensas por llevar a cabo acciones), después de haber pasado por un período en el que la persona se ha acostumbrado a ellos.

Por ejemplo, si al terminar la universidad nos encontramos que ya no tenemos un proyecto ilusionante que nos motive y nos vaya dando pequeñas recompensas en el día a día, es posible que tengamos problemas para encontrar nuevas motivaciones y que, al cabo de un tiempo, esto nos lleve al estancamiento emocional.

3. Problemas de gestión atencional

Esta causa psicológica de la depresión está muy vinculada a la primera, y tiene que ver con la tendencia de nuestro foco atencional a centrarse siempre en aquellos hechos que nos hacen sentir mal. En ciertos contextos, las personas pueden aprender a fijar toda su atención en aquello que es doloroso, triste o que produce desesperanza, como si existiese un sentimiento de fascinación mórbida por ellos. De este modo, poco a poco se va haciendo que el contenido de los pensamientos vaya quedando fijado en experiencias desagradables.

Además, esta visión parcial de la realidad hace que se viva en un mundo muy distorsionado que, además, no cambia cuando los hechos nos mandan señales de que el mundo no es un lugar tan oscuro como creemos. Como habremos aprendido a fijar nuestra atención en lo peor, también esos hechos contradictorios serán manipulados inconscientemente para que encajen en nuestra visión de la realidad, tal y como ocurrió, por ejemplo, en el caso de la youtuber Marina Joyce.

4. Los traumas ligados al pasado

Las experiencias traumáticas, especialmente aquellas que tienen que ver con hechos ocurridos durante la infancia (una etapa vital en la que somos especialmente sensibles a las experiencias) pueden dejar una huella difícil de borrar y que, con el paso del tiempo, vaya generando una reacción en cadena que nos conduzca a la depresión.

Por ejemplo, haber matado a una mascota por accidente puede dejar muy dañada la autoestima, crear una aversión a la posibilidad de crear nuevos lazos afectivos y hacer que esos recuerdos traumáticos aparezcan como imágenes intrusivas en cualquier momento, haciendo que la aparición de los síntomas depresivos se vuelva más probable. Lo mismo podría pasar, por ejemplo, en los casos de abusos sexuales durante la infancia.

Sin embargo, hay que señalar que todo depende del modo en el que se interprete estos recuerdos y situaciones, ya que esas experiencias, por sí mismas, no tienen por qué desencadenar depresión de forma determinista.

5. Tendencia al pensamiento obsesivo

La necesidad de hacer que nuestras vidas encajen a la perfección con ciertos esquemas mentales es una característica de un estilo obsesivo de pensamiento que, además de llevar hacia el perfeccionismo constante, puede hacer aumentar el riesgo de experimentar depresión. El motivo es que la vida difícilmente encaja con estas expectativas de perfección.