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Pautas para saber identificar un trastorno alimenticio


En los últimos años ha habido una amyor sensibilidad hacia los trastornos de la conducta alimentaria. La idea que se tiene de lo qué es la anorexia, la bulimia y el trastorno por atracón está siendo cada vez más humana, entendiendo que le puede pasar a cualquiera y que son trastornos que requiere que los afectados reciban mucho apoyo.

Dada la cada vez mayor concienciación sobre estos problemas, más y más personas están preocupándose sobre si pudieran padecer un TCA o lo tuviera un ser querido, interesándose por el tratamiento y queriendo conocer cuáles son las señales que indican si se padece bulimia o anorexia.

El objetivo de este artículo es responder a la cuestión de cómo saber si una persona sufre un TCA, además de dar a conocer cuál es el perfil genérico de una persona con TCA y, también, destacar la importancia de acudir a psicoterapia para recibir el adecuado diagnóstico y tratamiento.

Las claves para reconocer un Trastorno de la Conducta Alimentaria

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) en la adultez rara vez aparecen repentinamente. Lo más habitual es que hayan estado latentes, teniendo sus antecedentes en la pubertad. Sucede a veces que, cuando la persona llega a la edad adulta, se dan ciertos cambios o frustraciones que pueden disparar sus problemas con la comida, tanto en forma de sobreingesta como con comportamientos de purga y restricción de lo que se come.

Entre los TCA más conocidos tenemos la anorexia nerviosa y la bulimia, condiciones muy comunes en las mujeres. No son los únicos. Hay otros trastornos de la conducta alimentaria menos conocidos pero igualmente graves como el trastorno por atracón, la pica, el trastorno de rumiación y el trastorno de evitación/restricción de los alimentos, además de los cuadros no especificados en donde se manifiestan síntomas de TCA pero a niveles subclínicos.

Los más frecuentes en la edad adulta son el trastorno por atracón y la bulimia nerviosa, siendo la anorexia más común en la adolescencia aunque no exclusiva.

Peligrosidad de los TCA

Algunos expertos en TCA indican haber detectado una secuencia que se suele repetir. Una persona padece anorexia durante su adolescencia, después bulimia y, finalmente, trastorno por atracón en la adultez. La ansiedad de fondo persiste en los tres problemas de la conducta alimentaria, y la persona lo canaliza todo con la comida, pero a diferencia de en su adolescencia ha abandonado los laxantes y la inducción del vómito, o ya no tiene tanta fuerza de voluntad ni tiempo como para pasarse horas haciendo ejercicio compulsivamente.

El perfil más frecuente en pacientes con TCA es el crónico, surgido en la adolescencia. Su trastorno se desarrolla durante la adolescencia, temprana o tardía, y se mantiene hasta la edad adulta. En estos casos es habitual que la persona ya haya pasado por varios tratamientos e, incluso, haya sido ingresada en más de una ocasión. Sin embargo, no debemos ignorar la existencia de otro perfil, menos frecuente, de personas que desarrollan su TCA ya en la adultez, incluso entre los 30 y 40 años de edad.

Con todo esto queremos indicar que si bien es habitual que las personas con TCA se les diagnosticara cuando eran adolescentes, no significa que no se pueda diagnosticar este trastorno en la adultez. La posibilidad de manifestar síntomas siendo adulto es real. Por esto, añadido al hecho de que hay cada vez más sensibilización sobre los TCA, no son pocas las personas que se preguntan si los padecen o si un ser querido tiene uno de estos problemas. En los próximos párrafos descubriremos cuáles son las señales que nos pueden indicar si se padece un TCA.

Perfil del adulto con TCA

Como decíamos, son varios los trastornos de la conducta alimentaria, siendo los principales la anorexia, la bulimia y el trastorno por atracón. Cada uno de estas condiciones psicopatológicas tienen sus peculiaridades y sus criterios diagnósticos, aunque podemos destacar los siguientes rasgos en los perfiles de personas con TCA en la adultez:

  • Baja autoestima.
  • Inseguridad.
  • Tendencia al perfeccionismo (p. ej., afán por ser el mejor alumno)
  • Alta autoexigencia.
  • Rasgos obsesivos.
  • Mal concepto de su imagen personal.
  • Víctima de abuso y rechazo (p. ej., en la escuela).
  • Emocionalmente es inestable y no maneja bien la frustración.

Los problemas emocionales hacen que las personas propensas a padecer TCA desarrollen una relación malsana con la comida, ya sea usándola como forma de escape o afrontamiento o motivada por la obsesión de alcanzar una determinada apariencia o peso. La relación disfuncional con la comida no se solucionará alcanzando un peso estable y saludable pues, como su propio nombre indica, son trastornos de la conducta alimentaria, y por lo tanto el tratamiento debe orientarse hacia la conducta alimentaria y los pensamientos del paciente que la motivan.

Signos de alerta

Los siguientes signos de alerta no son criterios diagnósticos, y por lo tanto, no nos los podemos tomar como la confirmación de que padecemos un problema relacionado con la comida.

Es fundamental entender que para saber si sufrimos un TCA debemos acudir a un psicólogo clínico, una persona capacitada para llevar a cabo el diagnóstico de aquello que nos pueda pasar. Sin embargo, sí que podemos estar pendientes de ciertas señales que nos pueden informar de padecer un TCA, tanto en nosotros como en los demás. Las más relevantes son las que vienen a continuación:

1. Relacionados con la comida

  • Uso injustificado de dietas restrictivas.
  • Preocupación constante por la comida.
  • Interés exagerado por recetas de cocina.
  • Sentimiento de culpa por haber comido.
  • Conducta alimentaria extraña (p. ej., comer muy rápido, comer de pie...)
  • Levantarse de la mesa y encerrarse en el baño después de comer.
  • Aumento de la frecuencia y cantidad de tiempo en el baño.
  • Evitar comidas en familia o con amigos.
  • Comer a escondidas.
  • Grandes cantidades de restos de comida, envoltorios...
  • Hacer dieta restrictiva y, de golpe, darse atracones en cortos períodos de tiempo.

2. Relacionados con el peso

  • Cambios de peso súbitos e injustificados.
  • Miedo y rechazo exagerado al sobrepeso.
  • Practicar ejercicio físico compulsivamente con el único objetivo de adelgazar.
  • Práctica nula de ejercicio físico y sobrepeso.
  • Vómitos autoinducidos.
  • Consumo de laxantes y diuréticos.
  • Amenorrea: desaparición del ciclo menstrual mínimo 3 meses consecutivos.
  • Desnutrición.

3. Otras señales físicas

  • Frío en las manos y pies.
  • Sequedad de la piel.
  • Estreñimiento.
  • Palidez.
  • Mareos.
  • Caída de cabello.

4. Relacionados con la imagen corporal

  • Percepción de tener un cuerpo más gordo.
  • Intentos de esconder el cuerpo (p. ej., con ropa, no bañarse en la playa...).

5. Relacionados con la conducta

  • Cambios en el rendimiento académico o laboral.
  • Aislamiento progresivo.
  • Aumento de la irritabilidad y agresividad.
  • Aumento de los síntomas depresivos y/o la ansiedad.
  • Comportamiento manipulativo.
  • Mentir constantemente.

La importancia de acudir a terapia

Dado que los TCA son muy complejos es necesario que su tratamiento esté dirigido por equipos interdisciplinares especializados en ellos. Así pues, las personas con TCA como la anorexia nerviosa, la bulimia o el trastorno por atracón no solo van a recibir ayuda de psicólogos clínicos sino también de psiquiatras, médicos generales, nutricionistas, educadores sociales, entrenadores...

El tratamiento es largo y complejo y, como hemos comentado, suele haber cronicidad en estos trastornos. No obstante, la recuperación es posible y si bien estos trastornos suelen dejar alguna secuela, también es cierto que el 70% de los pacientes que reciben tratamiento acaban superando su TCA, habiendo mayor éxito cuanto más temprana sea la intervención.