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Sadorexia: síntomas, causas y tratamiento


La anorexia nerviosa es uno de los trastornos mentales más conocidos y más peligrosos a corto plazo, con un alto potencial letal para quien lo sufre si no se le proporciona un tratamiento.

Se trata de uno de los trastornos de la conducta alimentaria, y implica la obsesión con alcanzar una figura que es considerada por ellas mismas como perfecta a la par que aparecen distorsiones cognitivas que hacen que se vean a sí mismas como excesivamente gruesas o incluso obesas, reduciendo la ingesta y realizando diferentes conductas para reducir su peso o impedir la posibilidad de engordar pese a hallarse en un infrapeso que les puede generar diversos problemas e incluso llevarlas a la muerte.

Sin embargo, en los últimos tiempos se ha detectado una variante o evolución de este trastorno que puede ser incluso más peligrosa, ya que incluye la autoagresión como uno de sus síntomas. Se trata de la sadorexia, sobre la cual vamos a hablar a lo largo de este artículo.

¿Qué es la sadorexia?

La sadorexia es un trastorno de la conducta alimentaria de segunda generación, considerada una variante o evolución altamente peligrosa de la anorexia nerviosa.

En esta variante, además de la sintomatología propia de la anorexia clásica (el sujeto que la padece manifiesta una restricción intensa de la ingesta que conlleva a una progresiva pérdida de peso que va más allá del peso mínimo saludable, un intenso miedo a engordar e importantes distorsiones de la imagen corporal las cuales generan la realización de conductas que pueden ser el cese de la ingesta o métodos como el uso de excesivo de ejercicio, laxantes o provocarse el vómito) la persona que la padece realiza conductas autolesivas con el fin de evitar el hambre o castigar posibles excesos.

La sadorexia es una afección que requiere en primer lugar de la existencia de anorexia y que supone que a esta se le sume además sintomatología de tipo sadomasoquista. Suelen padecerlo mujeres adolescentes o adultas jóvenes, aunque existen casos masculinos.

Además de los anteriores, otros síntomas de ambos trastornos incluyen la pérdida de peso excesiva y rápida que puede llegar a ser incompatible con la vida. A nivel físico pueden observarse entre otros mareos, dolores, fatiga y bajo nivel de energía, amenorrea o pérdida de menstruación, problemas cutáneos, infecciones, problemas gástricos, hepáticos y renales.

También es habitual que aparezca clínica ansiosa y depresiva, alta labilidad emocional y un posible aislamiento de su entorno, así como ocultación de sus hábitos alimentarios y tendencia a engañar, manipular y mentir con el fin de que sus hábitos no sean detectados. En la sadorexia también puede ser habitual que la persona oculte su piel de la vista para que no sean visibles las lesiones.

Con el tiempo y sin tratamiento, el organismo se irá debilitando cada vez más hasta poder padecer arritmias, fallos orgánicos, catabolismo (el organismo se consume a sí mismo), alteraciones nerviosas, coma y/o la muerte.

La autolesión como método

Estas conductas autolesivas suelen incluir darse de manera voluntaria golpes, realizarse cortes (a menudo con instrumentos punzantes), hacerse quemaduras o incluso partirse huesos. En algunos casos se llega a la automutilación o amputación de partes del cuerpo.

Los actos de autoagresión que se realizan en este trastorno pueden tener diversos propósitos, si bien el principal y el que identifica a la sadorexia es el uso del dolor como mecanismo para olvidarse de la sensación de hambre y no comer, así como para reducir la ansiedad sentida ante la sensación de hambre. En este sentido, a nivel popular también se conoce este procedimiento como dieta del dolor.

Además de ello, algunas personas con sadorexia también emplean la autolesión como método de autocastigo cuando realizan una ingesta que consideran excesiva. Otro posible desencadenante es la existencia de sentimientos aversivos como sufrimiento, tristeza o culpa, ante los cuales pueden provocarse dolor físico con el fin de distraerse y evitar centrarse en la esfera emocional.

Todos estos actos revisten gran peligrosidad por sí mismos y pueden acabar con la vida de la persona de manera directa, o bien debilitar aún más un organismo (por ejemplo por la pérdida de sangre) que se encuentra ya frágil por la reducción de la ingesta o el uso de métodos como deporte o laxantes. También se facilita la aparición de infecciones, tanto por las heridas abiertas como por el progresivo debilitamiento del sistema inmune.

Causas

La sadorexia es un trastorno cuyo estudio es relativamente novedoso (de hecho no es recogido aún por los principales manuales diagnósticos y la primera mención de este término se remonta a 2007), y sus causas no son totalmente conocidas. Sin embargo, se considera que no tiene una única causa sino que tiene un origen multifactorial.

Se ha observado que las personas con este tipo de alteración pueden tener características diferentes, pero suele tratarse de sujetos emocionalmente lábiles e inseguras. Otro perfil típico se encuentra en personas perfeccionistas, exigentes, hiperresponsables y de creencias rígidas e inflexibles. No es infrecuente que se hayan tenido experiencias traumáticas previas (por ejemplo acoso escolar) y que se hayan sentido rechazadas o señaladas por su aspecto físico y/o su peso.

Se propone que una posible causa pueda estar en la proyección sobre los hábitos alimentarios de la necesidad de control sobre su vida. Y es que a menudo se observa que quienes padecen anorexia y este tipo de viraje sádico denominado sadorexia suelen tener sensaciones de falta de control y competencia sobre su vida.

A todo ello se le suma una visión sobrevalorada de la importancia de la figura corporal y la apariencia, en gran medida adquirida culturalmente y que puede ser introyectada de tal manera que en interacción con otros factores puede generar desde inseguridades a alteraciones de conducta como las citadas.

Tratamiento

La sadorexia es una condición que ha empezado a investigarse como tal muy recientemente, y requiere para su tratamiento de un trabajo multidisciplinar y de la elaboración de protocolos más específicos. Sin embargo pueden emplearse adaptaciones de los tratamientos utilizados en la anorexia nerviosa y en trastornos que cursan con autolesiones.

Para realizar un tratamiento resulta de gran utilidad la rehabilitación nutricional, con la cual se pretende alcanzar en primer lugar la recuperación de un peso y masa corporal saludables (especialmente cuando el infrapeso es severo) y normalizar los hábitos alimentarios.

Puede ser necesario ingresar a la paciente en el hospital, de cara a normalizar su estado de salud y mantener un control sobre su estado. Es recomendable evitar el acceso a objetos punzantes utilizables para autolesionarse. Habrá de trabajarse la motivación al cambio con técnicas como la entrevista motivacional y contribuir a que la propia paciente pueda elaborar un balance con las ventajas, desventajas y riesgos de su situación actual.

Deberán tratarse las distorsiones corporales con métodos como la reestructuración cognitiva o la exposición (por ejemplo con espejos o con realidad virtual) con prevención de respuesta (en este caso tanto la autolesión como otras posibles medidas que la persona utilice).

También se pueden reestructurar las creencias sobre sí mismo o sobre la importancia de la imagen y la figura corporal, tratando las propias del sujeto como una hipótesis pero intentando contribuir a generar interpretaciones alternativas más adaptativas. El entrenamiento en gestión del estrés y la ansiedad así como en la adquisición de métodos de afrontamiento de estos puede ser positivo de cara a reducir las autolesiones.

Podría plantearse también la adaptación de métodos propios de la terapia dialéctica conductual con el fin de reducir las conductas autolesivas. En este sentido puede ser de utilidad trabajar aspectos como la autoconciencia, la regulación de emociones y la impulsividad, las habilidades sociales, las metas vitales y la búsqueda de un autoconcepto más realista, positivo y validador.

Otros consejos para acompañar la terapia

El apoyo familiar o social puede resultar imprescindible, ya que pueden contribuir a generar y mantener el cambio y evitar recaídas. Resulta de utilidad realizar psicoeducación no solo con el paciente sino también con su entorno para proporcionar pautas y favorecer la comprensión del proceso que pasa su ser querido.

También debe tenerse precaución con el uso de las redes en Internet, ya que existen algunas peligrosas páginas de personas con esta y otras patologías de las alimentación en la que las usuarias se proporcionan entre sí consejos para limitar la ingesta, algo que puede empeorar la situación de la persona que lo padece .

Referencias bibliográficas:

  • American Psychiatric Association. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Quinta edición. DSM-V. Masson, Barcelona.
  • Bermejo, B., Saúl, L.A. y Jenaro, C. (2011). La anorexia y la bulimia en la red: Ana y Mia, dos “Malas Compañías” para las jóvenes de hoy. Acción psicológica, 8 (1), 71-84.