Trastorno Desintegrativo Infantil: causas, síntomas y diagnóstico
El Trastorno Desintegrativo Infantil (TDI) es la categoría psiquiátrica que se utilizaba hasta hace poco para hablar una de las formas que toma el Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) en sus primeras etapas de desarrollo.
Esta categoría ha tenido modificaciones importantes desde la última actualización de los manuales que se utilizan en psiquiatría y psicología como guía clínica. No obstante, al ser cambios recientes, son categorías que siguen siendo utilizadas en algunos contextos, e incluso de forma combinada, por lo que vale la pena revisarlas.
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¿Qué es el Trastorno Desintegrativo Infantil (TDI)?
Antes de empezar a describir el Trastorno Desintegrativo Infantil y debido a las transformaciones que han tenido sus criterios diagnósticos, es importante aclarar cómo funcionan los propios diagnósticos.
Los Manuales Diagnósticos y Estadísticos de los Trastornos Mentales (DSM, por sus siglas en inglés), son compendios publicados por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA, también por sus siglas en inglés), en donde se describen y agrupan un conjunto de manifestaciones clínicas conocidas como trastornos mentales.
Estos manuales han existido desde la segunda mitad del siglo anterior en cinco versiones distintas, y aunque en inicio su enfoque era meramente descriptivo y divulgativo, actualmente figuran entre las guías clínicas más utilizadas por los profesionales de la salud mental.
Mencionar esto es importante para entender qué era el Trastorno Desintegrativo Infantil, qué criterios continúan y cuál es su nombre actualmente.
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TDI: un Trastorno Generalizado del Desarrollo
El Trastorno Desintegrativo Infantil es una clasificación psiquiátrica propuesta por el DSM-IV (el DSM en su cuarta versión) y que forma parte de los Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD); que, a su vez, forman parte de la categoría de los Trastornos de inicio en la infancia, la niñez o la adolescencia.
De acuerdo con el DSM-IV, la característica general de los TGD es la presencia de una perturbación grave y generalizada de varias áreas del desarrollo temprano, que al ser grave, se considera como impropia para el nivel del desarrollo y la edad mental del niño o niña.
Se manifiesta en las siguientes áreas: habilidades para la interacción social y para la comunicación; así como por la presencia de intereses y comportamientos estereotipados (estereotipias es el nombre técnico). En la categoría de los TGD, se encontraban también el Trastorno Autista, el Trastorno Rett, el Trastorno Asperger, el Trastorno Generalizado del Desarrollo No Especificado y el Trastorno Desintegrativo Infantil.
Principal característica del Trastorno Desintegrativo Infantil
La principal característica del TDI es una marcada regresión de múltiples áreas de la actividad después de un periodo de por lo menos 2 años de desarrollo que en apariencia se correspondía con la edad del niño o niña.
Es decir, el TDI se manifiesta cuando el niño tiene por lo menos dos años, ha adquirido habilidades esperadas para su edad y, de manera inesperada, ocurre una regresión en por lo menos dos de las siguientes áreas: la comunicación verbal y no verbal (lenguaje expresivo o receptivo), relaciones sociales y comportamiento adaptativo, juego, control de esfínteres, habilidades motoras.
También era conocido como Síndrome de Heller, Dementia Infantilis o Psicosis Desintegrativa.
Del TDI al TEA
A partir del mes de mayo de 2013, cuando se publicó la última versión de los manuales estadísticos de los trastornos mentales (el DSM-V), los Trastornos de Inicio en la Infancia, la Niñez o la Adolescencia, dejaron de llamarse así, para convertirse en Trastornos del Neurodesarrollo.
El Trastorno Desintegrativo Infantil (junto con otros trastornos de la infancia que se ubican en la subclasificación de los TGD), pasaron a formar parte de un solo espectro: el Trastorno del Espectro del Autismo.
Los Trastornos de inicio en la infancia, la niñez o la adolescencia del DSM-IV incluían el Retraso Mental, los Trastornos Generalizados del Desarrollo, los Trastornos por Déficit de Atención y Comportamiento Perturbador, los Trastornos de las Habilidades Motoras, los Trastornos de Tics, los Trastornos del Aprendizaje, los Trastornos de la Comunicación, los Trastornos de la Ingesta y la Conducta Alimentaria de la Infancia, los Trastornos de la Eliminación, y Otros Trastornos.
En el DSM 5, los Trastornos del Neurodesarrollo son un grupo de condiciones que aparecen en las primeras etapas del desarrollo temprano, especialmente caracterizadas por **dificultades para entablar relaciones interpersonales, socio-adaptativas y académicas. **
Así, las subcategorías del DSM-IV que explicamos arriba, se transforman en las siguientes: Discapacidad Intelectual, Trastorno del Espectro Autista, Trastornos por Déficit de la Atención con Hiperactividad, Trastornos Motores, Trastorno Específico del Aprendizaje, Trastornos de la Comunicación, Trastornos Alimentarios, Trastornos de la Excreción y los Trastornos del Neurodesarrollo No Especificados.
¿Cuáles son los criterios diagnósticos actualmente?
Actualmente se considera que el TDI es una de las muchas formas que toman las primeras fases del desarrollo del TEA; cuestión que hoy en día es cada vez más sencillo diagnosticar y acompañar desde las primeras etapas.
Como tal, no es una enfermedad, con lo que no tiene una cura ni un tratamiento, sino que la intervención se trata de estimular las habilidades adaptativas dentro de las propias capacidades y límites del niño, al tiempo que se detectan y satisfacen las necesidades de apoyo.
El TEA se define en el DSM por los niveles leve, moderado o severo, y a través de dos criterios básicos: 1. la existencia una diferencia persistente en la comunicación (verbal y no verbal) y en la interacción social con dificultades para entablar relaciones interpersonales y para adaptarse en diversos contextos; y 2. por la presencia de patrones restrictivos y repetitivos del comportamiento, por ejemplo estereotipias, monotonía o rituales muy restringidos.
Las causas y mecanismos que lo generan son inespecíficas, aunque hay sospechas sobre una lesión del sistema nervioso central y sobre su relación con enfermedades médicas o condiciones genéticas. Generalmente inicia con incrementos importantes de los niveles de actividad acompañados de periodos de irritabilidad y ansiedad, seguidos de pérdida del habla.