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Meninges: anatomía, partes y funciones en el cerebro


Las meninges son una de las partes más importantes que dan cobertura al Sistema Nervioso Central. Envuelven tanto al encéfalo como a la médula espinal, y cumplen varias funciones muy importantes para el mantenimiento en buen estado de estas estructuras del organismo.

En este artículo veremos qué son las meninges, cuáles son sus partes y qué funciones cumplen.

¿Qué son las meninges?

Lo primero que salta a la vista al ver las meninges sin instrumentos de medición especiales es que constituyen algo así como una membrana que envuelve el encéfalo, actuando como una especie de capa externa que queda justo debajo de los huesos del cráneo. Debido a esto, lo habitual es pensar que son, sobre todo, un elemento protector, que aportigua golpes y reduce las probabilidades de que los elementos introducidos en el cráneo (rompiendo el hueso) produzcan daños en el cerebro.

Tiene sentido que sea así. Independientemente de los elevados niveles de sedentarismo que se observan en la población, por norma general los seres humanos nos estamos moviendo continuamente.

Andamos, corremos, bailamos, saltamos, interaccionamos con el medio y con otros individuos… todas estas acciones pueden provocar que bajo determinadas circunstancias los órganos que forman parte de nuestro organismo, incluyendo los propios del sistema nervioso, corran el riesgo de ser dañados.

Es por ello que es necesario la presencia de sistemas de protección que mantengan todo en su sitio y que bloqueen la llegada de posibles lesiones. Afortunadamente nuestro organismo goza de diferentes estructuras que permiten proteger nuestras vísceras, órganos y estructuras internas. En el caso del sistema nervioso y del cerebro, este se ve protegido por el cráneo y la columna vertebral, junto con otras estructuras y elementos como la barrera hematoencefálica o, en el caso que nos ocupa, una serie de membranas que reciben el nombre de meninges.

Las funciones de esta parte de la anatomía humana

Imaginemos que estamos en una mesa de operaciones y necesitamos abrirnos paso hasta una parte del cerebro del paciente. Después de atravesar una capa de piel y músculo, llegaríamos al cráneo, estructura ósea que protege al cerebro. Sin embargo, si atravesamos esta protección ósea no nos encontramos directamente con el cerebro, sino que hallaríamos una serie de membranas que rodean al sistema nervioso. Estas membranas reciben el nombre de meninges, y son muy importantes para nuestra supervivencia, hasta el punto en el que una infección en estas puede ponernos en peligro de muerte.

Las meninges son un conjunto de capas protectoras situadas entre el sistema nervioso central y su protección ósea, tanto a nivel de encéfalo como de la médula espinal. Concretamente, se pueden encontrar una serie de tres membranas situadas una debajo de la otra, recibiendo de más externa a más interna el nombre de duramadre, aracnoides y piamadre. A través de ellas circulan diferentes fluidos que contribuyen a mantener limpio y nutrido al cerebro, siendo atravesadas e irrigadas por diferentes vasos sanguíneos,

Si bien cuando se habla de las meninges se piensa fundamentalmente en las membranas que recubren el cerebro, es importante señalar que estas estructuras recubren el conjunto del sistema nervioso central y no solo el encéfalo, protegiendo también la médula espinal.

Las tres meninges

Como hemos indicado anteriormente, entendemos como meninges a un conjunto de tres membranas que protegen de forma interna al sistema nervioso.

De más externa a más interna, son las siguientes.

1. Duramadre

Además de ser la meninge más externa, la duramadre es la más dura y condensada de las tres de las que disponemos, y es también la que está más cerca del exterior. Pegada en parte al cráneo, esta membrana protege al cerebro y ejerce de soporte estructural al conjunto del sistema nervioso al dividir la cavidad craneana en diferentes celdas.

En la duramadre están la mayor parte de grandes vasos sanguíneos del cerebro, dado que además de protegerlos, permite que tengan un espacio a través del cual distribuirse y pasar de una localización a la siguiente. Posteriormente, esos vasos sanguíneos se irán diversificando en diferentes subdivisiones según profundizan en el encéfalo.

2. Aracnoides

Situada en una zona intermedia entre duramadre y piamadre, la aracnoides es una meninge que recibe su nombre debido a su semejanza morfológica con la tela de una araña, es decir, su configuración de rejilla. Se trata de la más delicada de las tres meninges, una capa transparente y no vascularizada pegada a la duramadre.

Es fundamentalmente por esta meninge y el espacio entre aracnoides y piamadre por donde circula el líquido cefalorraquídeo. Además, es en la aracnoides donde se produce el final del ciclo de vida del líquido cefalorraquídeo, el cual es devuelto al flujo sanguíneo a través de las vellosidades o estructuras conocidas como granulaciones aracnoideas en contacto con las grandes venas que recorren la duramadre.

3. Piamadre

La meninge más interna, flexible y en mayor contacto con las estructuras propias del sistema nervioso es la piamadre. En esta capa se pueden encontrar numerosos vasos sanguíneos que irrigan las estructuras del sistema nervioso.

Se trata de una membrana fina que permanece enganchada y se infiltra por las cisuras y circunvoluciones cerebrales. En la parte de la piamadre en contacto con los ventrículos cerebrales podemos encontrar los plexos coroideos, estructuras en las que se sintetiza y libera el líquido cefalorraquídeo que riega el sistema nervioso.

Espacios entre las meninges

Si bien las meninges están situadas una detrás de la otra, lo cierto es que pueden encontrarse entre ellas algunos espacios intermedios por los cuales fluye el líquido cefalorraquídeo. Existen dos espacios intermedios, uno entre duramadre y aracnoides llamado espacio subdural y otro entre aracnoides y piamadre, el subaracnoideo. Asimismo hay que mencionar que en la médula espinal podemos encontrar un espacio más, el espacio epidural. Dichos espacios son los siguientes.

1. Espacio subdural

Situado entre duramadre y aracnoides el espacio subdural es una muy leve separación entre estas meninges por el cual circula líquido intersticial, el cual baña y nutre las células de las diferentes estructuras.

2. Espacio subaracnoideo

Por debajo de la aracnoides en sí y poniendo en contacto aracnoides y piamadre podemos encontrar el espacio subaracnoideo, a través del cual fluye el líquido cefalorraquídeo. En algunas zonas del espacio subaracnoideo la separación entre aracnoides y piamadre se ensancha, formando grandes cisternas cerebrales desde las que se distribuye el líquido cefalorraquídeo al resto del cerebro.

3. Espacio epidural

Mientras en el encéfalo la capa más externa de la duramadre se encuentra enganchada al cráneo, dentro de la columna vertebral no ocurre lo mismo: en la médula espinal existe una pequeña separación entre el hueso y la médula. Dicha separación es la que recibe el nombre de espacio epidural, encontrándose en ella tejido conectivo y lípidos que protegen la médula mientras nos desplazamos o cambiamos de posición.

Es en esta localización en la que se inyecta la anestesia epidural en las mujeres que están en proceso de dar a luz, bloqueando la transmisión de impulsos nerviosos entre médula y la parte inferior del cuerpo.

Funciones de las meninges

La existencia de las meninges supone una gran ventaja para el ser humano a la hora de mantener el funcionamiento del sistema nervioso. Esto se debe a que estas membranas realizan una serie de funciones que permiten la adaptación, las cuales se pueden resumir en las siguientes.

1. Protegen al sistema nervioso de lesiones físicas y otros daños

El sistema meníngeo en su conjunto supone una barrera y elemento amortiguador que impide o dificulta que golpes, traumatismos o lesiones causen daños graves o irreparables al sistema nervioso central, estemos hablando del cráneo o la médula espinal. Debemos tener en mente que estas estructuras son imprescindibles para nuestra supervivencia y a la vez son relativamente delicadas, por lo que necesitan disponer de varias capas de protección que las separen del medio exterior.

También actúan a modo de filtro que evita que agentes químicos nocivos puedan entrar en el sistema nervioso. Es decir, que las meninges ofrecen una protección que consiste en una barrera física y a la vez química. Sin embargo, esta barrera puede ser atravesada por ciertas sustancias, así que siguen existiendo vulnerabilidades a tener en cuenta.

2. Permite que el medio cerebral permanezca sano y estable

Hay que tener en cuenta que el encéfalo es un cuerpo delicado, muy vulnerable a los golpes o lesiones, y que incluso puede ser deformado con cierta facilidad. Además, necesita estar nutrido constantemente.

Las meninges participan en la génesis y permiten la circulación de líquido cefalorraquídeo, un elemento clave a la hora de eliminar los residuos generados por el continuo funcionamiento cerebral y mantener la presión intracraneal.

Otros líquidos, como el intersticial, también circulan por este sistema, permitiendo que el medio acuoso en el que se encuentra el sistema nervioso esté estable. Además, los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro pasan a través de las meninges, siento también protegidos por éstas. En conclusión, las meninges actúan facilitando la supervivencia y nutrición del sistema nervioso.

3. Mantiene el sistema nervioso en su sitio

La presencia de las meninges impide que el sistema nervioso no se mueva demasiado, fijando las estructuras que forman parte de él a una situación más o menos estable y haciendo que se mantenga una estructura interna fija, como ocurre en la cavidad intracraneana y su división en celdas. Esto es importante, porque la consistencia de la mayoría de partes del sistema nervioso es casi gelatinosa y por consiguiente no tiene por qué mantenerse en su sitio. Para ello, necesita de un recubrimiento que esté en contacto con todos sus rincones, y que no deje que "baile" dentro de nuestro cuerpo.

En definitiva, las meninges actúan a modo de faja y dan forma y unidad al conjunto de esta parte del sistema nervioso, lo cual permite su funcionamiento normal.

4. Informa al organismo de posibles problemas

A pesar de que la percepción de estímulos y estados internos del organismo se da gracias a la actuación del sistema nervioso, el propio sistema nervioso central no tiene por sí mismo receptores que informen de problemas internos, como por ejemplo nociceptores. Sin embargo, un conjunto de órganos tan importante como el encéfalo debería estar muy protegido, para que a la mínima señal de que algo va mal, se pueda reaccionar rápidamente y alejarse del peligro.

Por eso, aunque el cerebro no tenga receptores de dolor o de cualquier otra sensación relacionada con los estímulos físicos aplicados sobre él, afortunadamente este no es el caso de las meninges, las cuales sí poseen receptores de tensión, expansión, presión y dolor y por consiguiente informan sobre lo que ocurre en esa parte del medio interno.

Así, es gracias a ellas por lo que es posible captar la existencia de problemas neurológicos (al margen de que dichos problemas causen otros problemas perceptivos o conductuales), siendo las cefaleas producto de alteraciones en estas membranas.

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