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La importancia de cuidar la salud mental frente al segundo año de pandemia


Aunque la primera ola de contagios de coronavirus fue la que supuso un reto mayor a la hora de adaptarse a una situación nueva y sin precedentes, en el segundo año de pandemia se hace necesario no descuidar todo aquello relacionado con la salud mental.

Y es que muchas veces, los contextos problemáticos que se alargan durante muchos meses son especialmente buenos explotando nuestras vulnerabilidades, entre otras cosas porque los subestimamos y creemos acostumbrarnos a ellos, sin ser conscientes de cómo nos van desgastando.

Por ello, en este artículo veremos varios elementos de salud mental a los que debemos prestar especial atención si no queremos que el segundo año de pandemia nos lleve a desarrollar problemas psicológicos.

Aspectos de la salud mental a seguir cuidando ante la pandemia

Estas son los elementos de salud mental a cuidar y priorizar especialmente durante el segundo año de pandemia.

1. La gestión de la ansiedad

La ansiedad es la compañera inseparable de la pandemia del coronavirus. Tanto el COVID-19 en sí mismo como las consecuencias derivadas de su impacto económico y social ha hecho que muchas personas noten que sus vidas se tambalean, y ante esto, es fácil que su sistema nervioso esté siempre en modo “vigilancia” para reaccionar rápidamente ante la menor señal de que algo a nuestro alrededor va mal.

Ahora bien, aunque como individuos no podemos hacer nada para que la crisis del COVID-19 nos haga pasar por momentos difíciles, sí podemos modificar la manera en la que gestionamos nuestras emociones y nuestros patrones de conducta ante esta. Y eso pasa por saber darle una salida adaptativa a la ansiedad.

2. La gestión de la soledad

La tendencia a adoptar hábitos más solitarios sigue presente incluso si ya no se llevan a cabo planes de confinamiento “duros”. El desgaste producido por llevar muchos meses apenas yendo a reuniones con familiares y amigos puede pasar factura, sobre todo en las personas más extravertidas y más acostumbradas al trato cara a cara.

3. El autocuidado

En muchos casos, cambiar de hábitos de vida crea las situaciones adecuadas para que nos abandonemos cada vez más, descuidando nuestra salud física y mental. Al perder los referentes de aquello que ya nos habíamos acostumbrado a hacer, como los horarios de trabajo fuera de casa y las rutinas de actividades junto a los amigos, la indecisión nos lleva hacia la pasividad, y esta, a interiorizar nuevas costumbres que aceptamos solamente porque “nos vienen dadas” y son fáciles de llevar a cabo. Quedarnos hasta tarde viendo vídeos en Internet, comer mucho entre horas, pasarnos horas frente al televisor…

Ante esto, es necesario saber seguir una cierta disciplina a la hora de estructurar el día a día y no postergar constantemente aquello que de verdad deberíamos hacer por nuestro bien.

4. El manejo de las expectativas

Tanto las expectativas laborales como las personales deben ser reajustadas para adaptarse al contexto de pandemia. Durante los primeros meses de la crisis del coronavirus, las preocupaciones estaban centradas en el corto plazo: la necesidad de hacer frente a una crisis sanitaria sin precedentes, el riesgo de perder la fuente de ingresos en cuestión de pocas semanas, los problemas a la hora de viajar, etc.

Ahora, sin embargo, es el momento de adaptarnos a una realidad post-COVID-19, lo cual implica modificar nuestros planes a largo plazo, para lo bueno y para lo malo. Nuevos modelos de negocio que saquen partido de Internet, planes de ahorro para prevenir problemas en casos de otras oleadas de contagios, etc. Todo esto hace necesario combinar la gestión de la ansiedad con el pensamiento estratégico y la toma de decisiones desde la racionalidad, lo cual puede resultar complejo.

5. Las dinámicas de convivencia

Finalmente, no podemos olvidar que el desgaste emocional producido por un contexto de pandemia se multiplica si afecta a nuestra convivencia con los demás. Problemas para gestionar eficazmente las discusiones, mal manejo del tiempo juntos, fallos de comunicación… Hay que saber adaptarnos también a la dimensión social de la crisis del coronavirus.

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Referencias bibliográficas:

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