¿Cómo ayudar a no recaer a una persona alcohólica?
El proceso de mantenimiento de la abstinencia, es decir, de no consumir droga, es complicado; por este motivo es importante no bajar la guardia y seguir trabajando para no recaer en el consumo.
Durante la realización de la terapia, dada la dificultad y labilidad de la situación, es fundamental empezar a entrenar y concienciar al paciente de las posibles situaciones de riesgo de recaída que se puede encontrar en el camino, para que así las afronte de manera eficaz. Para este propósito existen programas específicos para prevenir la recaída del consumo de sustancias como el alcohol.
Del mismo modo, también será importante que el entorno cercano del sujeto como la familia y amigos colaboren, que lo refuerce, lo apoye y lo motive para seguir con el proceso y ayudarle a crear un ambiente sano, alejándole de estímulos, lugares, situaciones y personas que le inciten a consumir y de esta manera ser un soporte con quien puedan comunicarse, expresar cómo se sienten sin ser juzgado y les apoyen si necesita pedir ayuda profesional.
En este artículo encontrarás un resumen de las características principales del alcoholismo y algunas técnicas de ayuda y estrategias usadas por profesionales de la salud y por parte de personas del entorno de la persona adicta que se usan para ayudarle a prevenir las recaída en el consumo de alcohol.
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Características del alcoholismo
El alcoholismo es uno de los trastornos por consumo de sustancias más comunes, clasificado en la quinta edición del Manual Diagnóstico de la Asociación de Psiquiatras Americanos (DSM 5) como patología capaz de deteriorar gravemente la calidad de vida de la persona. Estadísticamente surge de manera distinta según el sexo de la población, con una proporción del 12,2% en varones versus un 4,9% en mujeres; vemos como el trastorno por consumo de alcohol se da más en hombres que en mujeres igual que sucede con las otras adicciones. También hay diferencias según edad, con un 4,6% en sujetos entre 12 y 17 años en contraposición a los sujetos mayores de 18 años con un 8,5%.
Así pues, la edad de inicio del trastorno suele ser entre los 20 y 30 años, en la etapa de la juvetud y en la que es frecuente consumir bebida alcohólicas en contextos de ocio, presentándose normalmente la primera intoxicación por alcohol antes de los 20 años.
Del mismo modo, esta afectación también influye en la posibilidad de desarrollar otro trastorno comórbido, aumentando al doble la probabilidad de que aparezca otro trastorno psiquiátrico, siendo los más típicos el trastorno bipolar, la esquizofrenia, los trastornos depresivos y de ansiedad y el trastorno de personalidad antisocial.
El alcohol actúa como depresor del sistema nervioso central, afectando y lesionando distintas áreas cerebrales como los cuerpos mamilares, que forma parte del sistema límbico y se relacionan principalmente con la memoria o como el tálamo, órgano de integración emocional y sensorial que envía y recibe información de la corteza cerebral. De este modo, el alcohol es la sustancia psicoactivas que repercute más en la vida personal, social y en la salud de los individuos afectados, aumentando el riego de suicidio y de mortalidad.
Por estas razones planteadas anteriormente será fundamental realizar un tratamiento eficaz del trastorno por alcohol, así como también trabajar y preparar al paciente para posibles situaciones de riesgo de recaída.
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Maneras de ayudar a una persona a no recaer en el alcoholismo
Como sucede con otros trastornos adictivos, es probable que se dé una recaída en el consumo. Por este motivo será importante trabajar, preparar y dar herramientas a los pacientes para que puedan afrontar distintas situaciones de riesgo que aumentan la probabilidad de recaída tanto durante el tratamiento como sobre todo finalizada la terapia, cuando ya no recibe tanto apoyo, ya que el proceso de mantenimiento de la abstinencia es igual de complicado que el de desintoxicación.
Del mismo modo el soporte y trabajo que se da para evitar recaídas viene del terapeuta, pero también es fundamental y beneficioso que el entorno del paciente como su familia y amigos estén informados del problema y colaboren en el tratamiento y mantenimiento de la abstinencia.
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Entrenamiento en prevención de recaídas desde el ámbito profesional
De este modo será fundamental empezar a trabajar con el paciente durante las sesiones de terapia las posibles situaciones de riesgo de recaídas y posibles consumos que se puedan dar. Por esta razón existe un modelo específico para la prevención de recaídas creado por Marlatt y Gordon; este plantea que hay distintas variables que influyen en la recaída, tanto individuales, fisiológicas, situacionales o socioculturales.
Estos autores apuntan como componente esencial de este entrenamiento explicar al paciente la diferencia que existe entre caída y recaída, ya que genera confusión, pero no son para nada lo mismo. En el primer caso, en la caída, solo se produce un consumo aislado, es decir el paciente ha vuelto a beber en una situación o momento puntual y específico. En cambio, la recaída sí que supone volver a adquirir el hábito de consumo.
De igual forma Marlatt y Gordon distinguen tres factores cognitivos que influyen en el proceso de recaída que son: la autoeficacia, que es la confianza propia para alcanzar tus objetivos, las expectativas de los resultados del consumo y la atribución de causalidad.
Así pues, se plantean programas específicos para la prevención de recaídas apareciendo componentes como la psicoeducación, donde se le enseñe la diferencia entre caída y recaída, al anunciarle que las recaídas son posibles y que no supone el fin del proceso de rehabilitación, no son un fracaso; tener en cuenta y analizar las variables que pueden hacer que recaiga; trabajar habilidades para hacer frente a estas situaciones de riesgo, entrenar para que se mantenga firme en el no consumo y trabajar el afrontamiento y estilo de vida para favorecer la abstinencia.
De este modo, es importante hablar con el sujeto de la posibilidad de recaídas para que así se pueda crear un plan de actuación para prevenirlas. Asimismo se le planteará todos los posibles estímulos y situaciones de riesgo que puede encontrar y tener especialmente en cuenta los que son de aparición más probable; por ejemplo, ciertas personas con las cuales normalmente bebía, lugares como bares y casas de amigos donde era habitual el consumo u objetos y momentos del día o días particulares que relacione con la bebida.
También pueden influir distintos eventos sociales, como por ejemplo la celebración de un cumpleaños o salir de fiesta donde encontrar alcohol es mucho más probable o el estado en el que se encuentre el individuo si está viviendo una situación de estrés. No olvidemos que el trastorno por consumo de alcohol puede presentar otras afecciones o trastornos asociados que pueden dificultar también el mantenimiento.
Así mismo, si el paciente es conocedor de los factores que le pueden llevar a recaer puede optar por evitarlos, es decir dejar exponerse a ellos, por ejemplo será mejor que durante un tiempo no se relacione con el grupo de amigos con los que siempre consumía o en caso de no poderlo evitar como puede ser una época festiva, intentar estar acompañado y tener el soporte de un amigo que no vincule con el alcohol y refuerce así el no consumo.
Del mismo modo le recomendaremos que se relacione e interactúe con un ambiente sano, es decir que intente buscar nuevos lugares o se relacione con personas que no toman alcohol, ya que el ambiente donde se mueva será determinante para mantener la abstinencia. Puede ser favorable asistir a un grupo de soporte o de ayuda donde pueda interactuar con otros sujetos que estén en su misma situación reforzándose unos a otros y evitando estímulos perjudiciales para el proceso, también hay bares donde no se permite la venta de alcohol, ayudando a mantener el entorno sano.
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Apoyo de las personas de su entorno
Como ya venimos explicando, obtener el soporte de la gente que le rodea, sobre todo de las personas más cercanas a la persona que ha desarrollado la adicción, será esencial, ya que estos ayudantes actuarán como apoyo y refuerzo en las situaciones donde se puedan dar dificultades y que quedan más allá del contexto clínico. Podemos etender a estos familiares y amigos como los "andamios" sobre los que se irá asentando el nuevo estilo de vida y conjuto de hábitos saludables cuando haya salido de las sesiones de terapia o del programa de tratamiento por ingreso en un centro de salud.
De esta manera es importante que estas personas mantengan un constante flujo de comunicación con los profesionales de la salud que han tratado o están tratando a la persona, de manera que dispongan de las pautas y consejos que se adapten a las necesidades del adicto y a la vez tengan información de fuetes fiables.
Como ayudantes de la persona que está superando el alcoholismo, esta encontrará en nosotros un confidente con el que pueda expresar lo que se siente, qué dificultades está teniendo... y sin sentir la presión de los prejuicios y las constantes valoraciones morales. Intentaremos motivarla para que siga con el proceso y reconoceremos sus avances; cada pequeño progreso y día sin consumir es fundamental.
De igual modo, intentaremos ser comprensivos y un buen referente. Tendremos en cuenta las circunstancias de esa persona y procuraremos no efectuar nosotros una conducta que pueda precipitar la recaída como beber en frente de él, y no le forzaremos a hacer cosas por las que no se vea preparado como asistir a una fiesta donde seguro que habrá alcohol.
Así pues aparte de ser un soporte y un importante elemento de apoyo, ya que como dijimos es primordial que el entorno del paciente coopere, también estaremos pendientes de posibles cambios, conductos o indicios que nos puedan hacer pensar que se encuentra en riesgo de recaída para poder recomendarle así que acuda y pida ayuda lo antes posible a un profesional, para evitar el consumo o si se ha producido una caída que no termine recayendo.