Ejemplos de
Actividades Voluntarias e Involuntarias

Las actividades voluntarias son las realizadas con plena cooperación o propósito expreso, es decir, aquellas que se llevan a cabo con aceptación. De allí que no puedan realizarse estando inconsciente. Por ejemplo: hablar, escribir, saltar.

Las actividades involuntarias son, en cambio, las llevadas a cabo sin considerar la voluntad propia, en muchos casos incluso yendo en contra de ella (actividades forzosas u obligatorias). La mayoría de las reacciones emocionales o fisiológicas están en esta categoría. Por ejemplo: soñar, respirar, sanar.

La voluntad, dicho sea de paso, se define como la capacidad de decidir respecto a lo que se desea o no, parte fundamental de la toma de decisiones y de la constitución de lo individual.

Ejemplos de actividades voluntarias

  1. Hablar. En condiciones normales, nada ni nadie puede obligar a una persona a comunicarse oralmente, ya que ello requiere su colaboración para estructurar los significados a ser transmitidos y codificarlos correctamente en los sonidos que componen la lengua hablada.
  2. Andar. Una persona puede ser llevada a rastras, puede ser empujada o arrojada, pero no puede hacérsele andar por su cuenta. El caminar exige la coordinación de músculos, extremidades y un cierto sentido de orientación que son enteramente voluntarios, por ende no puede hacerse estando inconsciente.
  3. Cocinar. Muchos no pueden hacerlo ni de manera voluntaria. Se trata de una actividad que requiere determinación, interés y la elección de los alimentos a ser cocinados, por lo tanto es un acto puro de voluntad.
  4. Leer. No hay forma alguna de hacer que una persona que no lo desee, lea un texto. Ya que la lectura es una práctica de decodificación que necesariamente requiere atención, un mínimo de concentración y de disposición al entendimiento. He allí el fracaso de muchas políticas educativas tradicionales.
  5. Comer. Si bien el hambre es una fuerza de la naturaleza muy centralmente arraigada en nuestros instintos de supervivencia, es posible determinar cuándo comer y cuándo no, a diferencia de cuándo sentir hambre. Una persona puede emprender una huelga de hambre, si lo desea, y nadie podría obligarle a probar bocado, ya que masticar y tragar son acciones por completo dependientes de la voluntad.
  6. Beber. Al igual que con el caso de la comida, no puede decidirse cuándo sentir sed, pero sí cuándo y qué cosa beber. Y ello depende por completo de la decisión personal y de la disposición a tragar el líquido.
  7. Imaginar. Por más que en muchos casos la imaginación esté tan despierta que casi tenga vida propia, la verdad es que este tipo de procesos mentales requieren de la colaboración de la persona. Nadie puede forzar a otro a imaginar algo específico, ni puede condicionarlo para evitar que lo haga. Es un proceso íntimo, enteramente personal y autónomo.
  8. Escribir. Lo mismo que con el caso de la lectura, pero más voluntario aún. No puede forzarse a otra persona a escribir si su voluntad no está fija en ello. Más que nada porque la escritura requiere de la coordinación de músculos con la mente, y la construcción de un mensaje mental que trascribir en signos gráficos.
  9. Incorporarse. Esto lo saben muy bien quienes han intentado levantar a un amigo borracho. El equilibrio del cuerpo y la rigidez necesaria para sostenerlo sólo pueden provenir de la propia musculatura y la propia decisión, por lo que son inútiles los esfuerzos por incorporar a alguien inconsciente o que no desea levantarse.
  10. Saltar. Parecido al caso de caminar, o correr, saltar es una actividad física que requiere de impulso, cálculo, coordinación y, por lo tanto, voluntad. Es mucho más complejo de lo que pareciera a simple vista, y por eso no puede hacerse que otro salte, pues depende de su cuerpo.

Ejemplos de actividades involuntarias

  1. Soñar. Por más que uno quisiera, no puede decidirse cuándo soñar, ni qué soñar, ni cuándo no hacerlo. El sueño, ya que ocurre mientras dormimos, es un proceso totalmente inconsciente e involuntario, y por eso puede resultar a veces muy perturbador.
  2. Respirar. Si bien uno podría suspender la respiración a voluntad durante un tiempo, no puede hacérselo de manera definitiva. Suponiendo que una persona lo intentara al máximo de sus fuerzas, sólo conseguiría perder el conocimiento y, entonces, empezar de nuevo a respirar. Es una actividad tan necesaria para la vida que no está en nuestra capacidad impedirla totalmente de manera voluntaria.
  3. Oír. A diferencia de muchos de los otros sentidos, que pueden ser interrumpidos (cerrar los ojos, cerrar la boca, etc.) el oído no puede suspenderse. A lo sumo uno puede elegir a qué estímulo prestar o no atención, pero no puede dejar de percibirse sonidos a voluntad.
  4. Segregar hormonas. Así como la totalidad de los procesos bioquímicos y fisiológicos, están regulados por entidades interiores totalmente ajenas a la voluntad y la conciencia. Nadie puede decidir qué hormona segregar ni cuando, a lo sumo podría aprender cómo opera su metabolismo y lidiar con él indirectamente mediante estímulos externos, como los alimentos o los fármacos.
  5. Sanar. Si bien es posible reinfectarse, exponerse a voluntad a daños o enfermedades, no es posible impedir que el cuerpo sane (como tampoco es posible forzarlo a hacerlo, ni sanar a voluntad). Se trata de un proceso automático y corporal, nada emparentado con la mente humana.
  6. Sentir. Lo mismo que con el oído, el sentido del tacto está siempre activo y siempre haciéndonos percibir el entorno: frío, calor, dolor, presión… todas esas sensaciones pueden ignorarse a voluntad, pero se perciben de manera involuntaria.
  7. Dormir. Ocurre lo mismo con el sueño que con la respiración: es posible suspenderlos a voluntad dentro de un marco de tiempo, a partir del cual será, al menos en condiciones normales, irremediable caer presa de la fatiga y dormir. Nadie puede impedir el sueño por decisión propia durante un tiempo indefinido, pues a la larga se convertirá en una actividad involuntaria.
  8. Tener reflejos. Los reflejos son acciones espontáneas del cuerpo a partir de la construcción mecánica y eléctrica de los mismos. Es por eso que cuando el doctor nos golpea la rodilla con un martillito, la pierna tiende a estirarse a pesar de que no queramos patear al doctor.
  9. Crecer. El crecimiento y la maduración del cuerpo son paulatinos e indetenibles, y en nada tienen que ver con una decisión concreta del individuo que crece. No es posible impedirlo ni es posible hacerlo a voluntad, por lo que se trata de un proceso involuntario del todo.
  10. Morir. Por más que deseemos lo contrario, la muerte es involuntaria, con la notoria excepción de los suicidas. Aun así, los suicidas pueden voluntariamente exponerse a las causas de una muerte segura, es decir, pueden planificar voluntariamente las acciones que conducirán a la muerte, pero no pueden morir de forma espontánea y voluntaria, así como nadie puede decidir no morir a la larga.

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