Ejemplos de
Asertividad
La asertividad es la capacidad social de manifestar de manera efectiva los propios deseos o la propia voluntad, sin por ello resultar para el interlocutor agresivo (que pueda ofender o incomodar al otro), ni pasivo (que no merezca atención y pueda ser ignorado). Las personas asertivas son capaces de comunicar su forma de pensar de un modo empático pero firme, respetando los modos ajenos, pero dejando muy en claro qué es lo que quieren.
Según algunos psicólogos como Andrew Salter, a mediados del siglo XX, la asertividad también se puede comprender como un rasgo de personalidad, que algunas personas tienen en mayor proporción que otras. Todo el mundo puede ser asertivo en ciertas y determinadas situaciones, y poco asertivo en otras, por lo que este rasgo, en teoría, puede ejercitarse, desarrollarse y entrenarse para responder de mejor modo a las distintas situaciones comunicativas que existen.
El grado de asertividad de cada quien depende de muchos elementos, algunos propios de la situación comunicativa (el contexto cultural y social en que ocurre el acto comunicativo) y otros de la manera de ser de cada quien (los rasgos de la personalidad, especialmente el autoestima). Sin embargo, es posible tener una disposición general hacia la asertividad, o sea, intentar enfrentar las distintas situaciones comunicativas posibles con un espíritu firme pero amable, preciso y diáfano a la vez.
- Ver además: Comunicación asertiva
Ejemplos de asertividad
Los siguientes son algunos ejemplos de actitudes asertivas en situaciones hipotéticas:
- En una tienda, se demoran mucho en atendernos y no sabemos si aún queda el producto que venimos a comprar. Podríamos irnos y no comprar nada (solución pasiva) o armar un berrinche y que nos respondan de mala gana (solución agresiva), o podríamos aproximarnos a algún empleado y expresar en voz alta y yendo al grano la consulta que tenemos, para decidir si vale o no la pena esperar por nuestro turno (solución asertiva).
- En una clase de inglés, un compañero acapara toda la atención y resuelve todos los ejercicios, dejando a los demás por fuera de la dinámica de clases. Podríamos entonces enfrentarlo y ordenarle que se calle, corriendo el riesgo de estropear la clase o recibir una respuesta igual de feroz (solución agresiva); resignarnos a no hacer la clase (solución pasiva); o proponer al docente del curso que las respuestas a los ejercicios se asignen por turnos, a fin de que todos puedan participar (solución asertiva).
- El mesero en un restaurante lleno de gente nos trae el plato equivocado. Podemos llamarlo, acusarlo de incompetente y ordenarle que nos cambie el plato inmediatamente (solución agresiva), ganándonos la rabia de quien nos trae la comida; podemos dejarlo pasar y comernos un plato distinto del deseado (solución pasiva); o podemos llamarlo y señalarle su error en un tono amable (solución asertiva).
- En una reunión de trabajo, el jefe propone un plan de acción que nos resulta inadecuado. Podemos callar y esperar a ver si en algún momento nos consultan nuestra opinión (solución pasiva), cosa que puede que no ocurra nunca; podemos interrumpirlo y señalar sus errores con una ironía (solución agresiva), cosa que le caería mal; o podemos esperar a que termine, pedir la palabra y exponer de un modo sencillo y directo las preocupaciones que nos genera su plan (solución asertiva).
- Realizamos una exposición en clases y al final un compañero nos hace una observación sobre un error garrafal que hemos cometido sin darnos cuenta. A nadie le gusta que lo expongan en público, pero debemos decidir cómo reaccionar: podríamos decirle que lo hicimos a propósito y que su exposición fue peor (solución agresiva), podemos ponernos a llorar frente a toda la clase (solución pasiva) o podemos agradecerle la observación y explicar cómo (y si) ello modifica lo que hasta ahora habíamos expuesto (solución asertiva).
- Nos invitan a una fiesta en la que habrá gente desagradable, pero quien la organiza es alguien que siempre nos trata muy bien. Podemos decirle que no iremos porque no queremos ver a sus amigos (solución agresiva), corriendo así el riesgo de que nunca más nos inviten; podemos ir a la fiesta y sufrir una noche de terror (solución pasiva); o podemos decirle que nos encantaría ir a su fiesta y que valoramos la invitación, pero que justo a esa fiesta no tenemos muchas ganas de ir porque es probable que no la pasemos tan bien (solución asertiva).
- Nuestra pareja se muestra enfadada durante el almuerzo y no nos dirige la palabra. Como no tenemos idea de lo que ocurrió, podríamos rogarle atención y suplicarle una explicación con una insistencia fastidiosa (solución pasiva), o pararnos de la mesa y decirle que así no vamos a probar otro bocado (solución agresiva), o podríamos proponerle unos minutos para hablar de lo que quiera (solución asertiva).
- En una pelea con nuestro mejor amigo, se nos hace un reproche que consideramos injusto. Podemos enfrentar el reproche con un insulto y un puñetazo (solución agresiva), con unas disculpas que nos dejarán más resentidos de lo que estábamos antes de la pelea (solución pasiva), o podemos explicarle que nos duele que lo vea de esa manera y plantearle por qué nos parece que su reclamo es injusto (solución asertiva).
- Nos tropezamos en la calle con alguien y le derramamos encima un poco de nuestro café. Podemos decirle que fue su culpa y por no fijarse por dónde camina (solución agresiva), podemos seguir caminando como si nada hubiera ocurrido (solución pasiva), o podemos decirle que lo lamentamos y ofrecerle algún tipo de ayuda (solución asertiva).
- El equipo pierde un partido importante porque un compañero está muy distraído y comete muchos errores. Podemos callar y seguir perdiendo (solución pasiva), podemos intentar echarlo del equipo (solución agresiva) o podemos invitarlo a tomar una cerveza y preguntarle qué le ocurre que anda jugando tan distraído (solución asertiva).
Sigue con:
Referencias
- “Asertividad” en Wikipedia.
- “Asertividad” en Psicoterapeutas.com.
- “Assertiveness” en Psychology Today.