Superávit primario
El superávit primario es la diferencia entre los gastos corrientes de un Estado y su recaudación de impuestos. Si los gastos son inferiores a los ingresos públicos (sin contar los pagos de intereses de la deuda pública) tendremos superávit primario. De lo contrario, habrá déficit primario.
La utilidad del déficit y el superávit primario es que recoge los pagos y cobros sobre los que el Gobierno tiene control. El Gobierno puede variar su nivel de gasto y los impuestos que recauda a través de su política fiscal. Por ello no se recoge en el déficit o superávit primario el pago de intereses de la deuda, ya que no dependen de la actuación del Gobierno en el periodo, sino que están comprometidos con anterioridad. Cuando los intereses se incluyen, hablamos de superávit fiscal, por lo que estará más cerca de convertirse en déficit fiscal.
El superávit primario resulta importante a la hora de calcular la sostenibilidad de la deuda pública. Si un Gobierno cosecha déficits primarios (gastos > recaudación) año tras año, deberá endeudarse para mantener poder hacer frente a sus gastos. En cambio, si un Gobierno obtiene un superávit primario (recaudación > gastos) generará recursos con los que podrá pagar los intereses de la deuda.
Ejemplo del uso del superávit primario
Si un Gobierno recauda $120 en impuestos y gasta $100 en pagar a los funcionarios y en sus políticas, el superávit primario será de $20 ($120 – $100). Los $20 de superávit podrán utilizarse bien para ahorrar o para invertir en el sector público.
Si un Estado incurre en déficits primarios de forma continuada y los financia emitiendo deuda, su proporción de deuda sobre el Producto Interior Bruto(PIB) tenderá a subir. A largo plazo esto resulta insostenible.
En cambio, si el Gobierno tiene superávit primario como en el ejemplo podrá destinarlo al pago de intereses, tendiendo así a reducir su ratio de deuda sobre el PIB. De esta manera, la deuda pública se vuelve más sostenible.