Estándar
El estándar es el patrón que sigue alguna de las variables que determinan el beneficio de una actividad económica. Entonces, tomando en cuenta este dato, se puede identificar si una empresa está siendo eficiente o no.
En otras palabras, un estándar es el nivel de referencia de algún factor de producción, por ejemplo, el coste de la materia prima. De ese modo, tomando en cuenta la información de la industria en su conjunto, podemos saber si la compañía está siendo competitiva.
Conocer el estándar en el mercado o sector es importante porque ayuda al negocio en su planificación y en la evaluación de los resultados. Igualmente, sirve para que los inversionistas puedan determinar si una firma es más o menos eficiente que sus competidores.
Cabe señalar que también se puede hablar de un estándar de vida, que son las comodidades y el nivel de consumo con los que está acostumbrada una persona o población.
Ejemplo de estándar
Por ejemplo, imaginemos que en el proceso de producción del café el porcentaje de la cosecha que se descarta, en promedio a nivel global, es el 5%. Es decir, dicho porcentaje ya no sirve para ser vendido por su baja calidad.
Ahora, imaginemos que el fundo Santa Rosa en Colombia descarta un 7% del café que cosecha. Esto quiere decir que la empresa está por debajo del estándar mundial. Por lo tanto, se deben mejorar los procesos para ganar competitividad.
Podemos presentar también otro ejemplo. Imaginemos que en el sector textil la mano de obra representa en promedio el 30% del coste total del producto. Entonces, si en una empresa de confecciones este porcentaje llega al 40%, significa que no sigue el estándar.
Lo estándar se entiende también como algo normalizado o que se adapta a las reglas establecidas. Por ejemplo, si lo usual es asumir que la vida útil de un ordenador es de cinco años, la empresa que siga el estándar considerará dicho periodo para la depreciación, reduciendo el valor inicial del activo en un 20% cada año.
Producto estándar
Otro concepto al que nos podemos referir es al de producto estándar. Este es aquel que es fabricado en serie, es decir, todas las unidades de la mercancía son iguales. De ese modo, se puede producir en grandes cantidades de forma automatizada, alcanzando incluso economías de escala (menor coste por unidad adicional).
Lo opuesto a un producto estándar es uno personalizado donde el fabricante adecúa la mercancía en función de los requerimientos del cliente.
Por ejemplo, un producto estándar pueden ser las botellas de agua de una determinada marca. Todas son idénticas y siguen el mismo proceso industrial.
En cambio, un producto personalizado puede ser un traje o un vestido a medida, cuyas características variarán para cada cliente, aún cuando exista un «modelo base» de la mercancía.