Depreciación fiscal
La depreciación fiscal es una herramienta de deducción en la que se incluye en la declaración de la renta una depreciación de un activo. Esto se realiza en forma de gastos de dicho periodo y supone una ventaja fiscal.
Por medio de la depreciación fiscal es posible traducir la depreciación común de activos fijos en forma de gasto. También es habitual presentar depreciaciones fiscales para inversiones en dichos bienes, como sucede en vehículos o inmovilizado.
Este ejercicio es habitual a la hora de que todo tipo de empresas o individuos realicen sus correspondientes declaraciones de renta teniendo en cuenta los mismos.
De este modo, es posible recuperar mediante una vía tributaria parte de los costes asumidos a la hora de llevar a cabo inversiones en activos de este tipo. En otras palabras, es una forma de ventaja impositiva en forma de deducción.
Mientras que la depreciación de tipo contable se expresa en los libros contables de cada sociedad mercantil, la depreciación fiscal tiene como fin su transcripción en declaraciones impositivas.
Funcionamiento básico de la depreciación fiscal
A la hora de plantear una declaración de renta, el propietario del bien depreciado (ya sea una persona física o jurídica como empresa) debe estimar el importe de depreciación.
Dicho importe suele estar consolidado en un cuadro de depreciación con la estimación de la vida útil del activo fijo al que nos referimos.
El mismo debe ser considerado como un gasto producido durante ese ejercido e incluirse de este modo. En ese sentido, no se trata de costes o gastos realizados en el ejercicio, como puedan ser compras u otras inversiones realizadas.
Al aumentarse de este modo el nivel de gastos, la ganancia obtenida durante el periodo de tiempo que abarca el impuesto se vería reducido. De este modo, habitualmente el impuesto sobre la renta gravará un importe menor de ganancia y, por lo tanto, significaría una cantidad de impuesto menor.
En definitiva, se busca disminuir la carga fiscal ayudándose de la depreciación de los activos propiedad de la empresa y empleados para su funcionamiento cotidiano.
Requisitos de depreciación fiscal
No todos los bienes activos son susceptibles de integrarse en una depreciación fiscal. Para ello deben cumplir algunos requisitos, que variarán atendiendo al régimen fiscal de cada territorio.
Sin embargo, en la mayoría de legislaciones en materia de impuestos, para que un declarante se acoja a esta deducción es necesario:
- El activo debe ser empleado para la actividad económica realizada. Ejemplos sencillos de ello serían los costes de depreciación de un horno para una panadería o de reparación en el taller mecánico para un taxista.
- La vida útil de los bienes debe ser mayor a doce meses.
- El declarante debe contar con un justificante o comprobante de propiedad de cada activo declarado fiscalmente.
- Su declaración se puede efectuar desde el año de adquisición del activo o desde el siguiente periodo. Suele depender de la elección del contribuyente.