Costes de cambio
Costes de cambio o costos de cambio son aquellos que enfrenta el consumidor cuando se cambia de producto, proveedor o marca.
Los costes de cambio no solo son monetarios, también existen costes psicológicos, de esfuerzo y tiempo. Pueden manifestarse en diversas formas tales como: penalidades por cancelación, la necesidad de aprender cómo utilizar un nuevo producto o tecnología, enfrentar el riesgo de que las operaciones habituales sean interrumpidas o el riesgo de que el cambio no nos deje satisfecho.
Así, dichos costes pueden surgir naturalmente del proceso de cambio o pueden ser generados artificialmente por las empresas. Así por ejemplo, el tiempo necesario para buscar un proveedor alternativo es un coste propio del proceso de cambio. En cambio, los contratos que imponen altas penalidades por terminar el servicio pueden ser costes artificiales que buscan desincentivar el cambio de proveedor.
Tipos de costes de cambio
Entre los tipos de costes que existen cabe destacar:
- Costes de búsqueda: tiempo que el consumidor debe dedicar para encontrar un buen sustituto.
- Penalidades: algunos contratos imponen penalidades por terminar el servicio.
- Costes de aprendizaje: el tiempo que se debe invertir para aprender cómo usar el nuevo producto o servicio.
- Costes de equipamiento: el costo de adquirir nuevos equipos que son necesarios para utilizar el nuevo producto o servicio.
- Costes de instalación: el costo de que se nos instale el nuevo producto, tecnología o servicio.
Ejemplo de costes de cambio
Antes de que existiera la portabilidad numérica, que permite que los usuarios de teléfonos móviles mantengan su número cuando se cambian de proveedor, los consumidores enfrentaban altos costes de cambio.
Así por ejemplo, además de los costes de búsqueda y de aprender a utilizar un nuevo equipo, los consumidores enfrentaban el coste de tener que informar a todos sus amigos, colegas y familiares del nuevo número asignado. Además, ante la posibilidad de perder llamadas importantes (por ejemplo de ofertas de trabajo u organismos oficiales), muchos consumidores preferían no cambiarse de proveedor.