Alienación según Marx
La alienación según Karl Marx es la separación del trabajador del objeto que está produciendo. Así, ambos son tratados como entes diferenciados.
En otras palabras, la alienación es el proceso por el cual el empleado se convierte en algo distinto al producto de su labor, el cual se transforma en una mercancía.
Marx lo explica de la siguiente manera en la obra donde plantea esta teoría de la alienación, «Manuscritos económicos y filosóficos» de 1884: «El objeto que el trabajo produce, su producto, se enfrenta a él como un ser extraño, como un poder independiente del productor«.
Marx señala entonces que, a partir de la alienación, el trabajador pierde el control sobre el fruto de su esfuerzo, pasando este a ser un objeto que servirá para brindar un beneficio al capitalista.
Consecuencias de la alienación
Marx advierte sobre varias consecuencias de la alienación. En primer lugar, la labor del trabajador se convierte en una mercancía que se enajena (vende). Así, la persona realiza una tarea a cambio de un salario.
Lo segundo es que el producto del esfuerzo del trabajador pasa a ser controlado por otro, y se transforma en propiedad privada (que posee el capitalista para usualmente venderla).
En este punto, Marx incide en el hecho que quien produce una mercancía, pese a que es fruto de su trabajo, tiene que pagar por ella para poseerla.
Luego, otro punto importante al que hace alusión Marx es la desconexión entre el trabajador y su actividad, incluso en un plano emocional. Así, la persona no va a sentir la actividad laboral como propia, sino como algo ajeno que además no le da satisfacción, sino que implica un sacrificio.
Marx llega a afirmar además que, por la alienación, el individuo no se siente feliz con su trabajo. Entonces, rehúye de él en cuanto le es posible, refugiándose en otros quehaceres.
En suma, la actividad laboral, según Marx, se convierte en algo que no le pertenece al trabajador, y tan solo le sirve como un medio para obtener dinero con el cual poder consumir.
Alienación e ideología
Marx hace un paralelismo entre la relación trabajador-capitalista con aquella que se forma ente una persona y su dios. En el segundo caso, el individuo entrega parte de su esfuerzo no a un capitalista, sino a una entidad divina.
Asimismo, cabe resaltar la alienación no se limita a lo patrimonial o laboral, sino que se traslada al plano ideológico y político con implicaciones en la forma en la que se entiende que debe funcionar el sistema económico. Esto, porque los propios trabajadores, observa Marx, terminan por convencerse que el capitalista tiene el derecho a apropiarse de los bienes que ellos producen.