Definición de xenofobia
El término xenofobia proviene del concepto griego compuesto por xénos (“extranjero”) y phóbos (“miedo”). La xenofobia, por lo tanto, hace referencia al odio, recelo, hostilidad y rechazo hacia los extranjeros. La palabra también suele utilizarse en forma extendida como la fobia hacia los grupos étnicos diferentes o hacia a las personas cuya fisonomía social, cultural y política se desconoce.
La xenofobia es una ideología que consiste en el rechazo de las identidades culturales que son diferentes a la propia. A diferencia del racismo, la xenofobia se plantea aceptar a los extranjeros e inmigrantes, siempre que se cumpla su asimilación sociocultural.
Puede decirse que este tipo de discriminación se basa en distintos prejuicios históricos, religiosos, culturales y nacionales, que llevan al xenófobo a justificar la segregación entre distintos grupos étnicos con el fin de no perder la identidad propia. Por otra parte, muchas veces se suma un prejuicio económico que considera a los inmigrantes como una competencia por los recursos disponibles en una nación.
Por tal motivo, la crisis económica y social que sufrieron muchos países a finales del siglo XX fue el punto de partida para una manifestación agresiva de la xenofobia, que se vio reflejada desde las pancartas y los discursos hasta los actos de violencia de todo tipo. Los medios de comunicación, por su parte, suelen colaborar con el desarrollo de la xenofobia al presentar las costumbres y culturas extranjeras como dimensiones extrañas y ajenas a la identidad nacional.
Cabe destacar que los antropólogos han advertido situaciones de xenofobia en los pueblos arcaicos, lo que demuestra que la xenofobia es un fenómeno que ha estado siempre en las conductas humanas.
Esto no resulta difícil de creer, ya que nuestra especie se caracteriza por una sed de dominio que no repara en las consecuencias materiales o emocionales, y que puede llegar a la autodestrucción si no se frena a tiempo. En primer lugar, existe una clara diferencia entre proteger lo propio, lo que realmente uno se haya ganado, y defender algo que hayamos heredado, que quizás ni siquiera entendamos o nos sirva.
Muchas veces la xenofobia se apoya en esta protección absurda de valores y costumbres del pasado, que en el presente no deberían mantenerse, simplemente por el hecho de que no se pierdan. En pocas palabras, la actitud de muchos pueblos puede resumirse en el dicho «mejor malo conocido que bueno por conocer». Son muchas las tradiciones deleznables que persisten gracias a esta forma obtusa de «pensar».
Definir la xenofobia y entender su naturaleza negativa no es difícil para una persona con la mente abierta, pero penetrar la coraza de los que se niegan al progreso puede ser casi imposible. Basta echar un vistazo a los grupos y las empresas que caracterizan a cada bando para ahorrarnos tiempo en la decisión de «decantarnos por la xenofobia o por la diversidad»: Google es una empresa con empleados de todas las etnias y nacionalidades, y gracias a ello continúa derribando barreras tecnológicas; el ejemplo opuesto puede encontrarlo cada uno en su contexto, aunque probablemente esté compuesto por hombres trajeados con ideas en blanco y negro.
Ceder ante la xenofobia no es sólo «rechazar al extranjero», que de por sí no es poca cosa, sino herir profundamente a millones de personas que han abandonado sus países de origen por diferentes razones, muchas veces por necesidad, a millones de niños que se crían en ciudades donde se habla un idioma diferente, se viste diferente, donde los rasgos son inevitablemente diferentes y todo esto los convierte en foco de burlas y maltrato. ¿Realmente queremos hacer daño a toda esa gente, o recibirla con los brazos abiertos para que nos cuenten sus propias historias?