Definición de virulencia
Virulencia procede del latín virulentia y permite nombrar a la cualidad de virulento (maligno o ponzoñoso). El carácter nocivo y patogénico de un microorganismo, ya sea un virus, una bacteria o un hongo, determina su virulencia.
En otras palabras, la virulencia está vinculada al grado de patogenicidad de un microorganismo, es decir, a su capacidad de causar daño. La resistencia de los microorganismos a los antibióticos implica su mayor o menor virulencia. Cuando la virulencia logra ser inhibida, se habla de organismos atenuados. La vacunación (que produce anticuerpos) está relacionada a la anulación de la virulencia.
En otro sentido, la virulencia puede hacer referencia al estilo de un discurso o un texto. Cuando alguien se expresa con ardor o mordacidad, se dice que habló con virulencia. Por ejemplo: “Un presidente no debería hablar con tanta virulencia sobre sus opositores”, “La virulencia del discurso sorprendió a los asistentes, que no esperaban tales expresiones”, “En esta oportunidad, las palabras del entrenador dejaron de lado la virulencia y buscaron la concordia”.
La virulencia del discurso suele estar asociada a la violencia, aunque esto no sea del todo correcto. Quien se expresa con virulencia parece no tener límites en sus dichos, lo que muchas veces produce un enfrentamiento con el destinatario del mensaje. Por eso la virulencia está considerada como un defecto del discurso, ya que se podría expresar lo mismo pero con otro tono o estilo que no genere rechazo en la audiencia imparcial. Apelar a la virulencia, en definitiva, no resulta conveniente cuando se pretende convencer a alguien o exponer un argumento.
Factores de virulencia
Para describir la habilidad que las diferentes bacterias poseen para provocar enfermedades, se señala el camino por el cual ingresan al cuerpo, los resultados de los mecanismos que el huésped utilice como defensa y las características esenciales de cada bacteria, que se denominan factores de virulencia (generalmente son proteínas o demás moléculas codificadas genéticamente en el ADN y sintetizadas por enzimas).
La evaluación de la virulencia de un patógeno cuyos efectos no son mortales es muy compleja. Del mismo modo que con la resistencia a los antibióticos, los patógenos tienen una resistencia particular. El organismo cuya virulencia ha sido inhibida se denomina atenuado y constituye el punto de partida de la vacunación; por el contrario, la misma puede ser acentuada.
El huésped puede producir una respuesta agresiva frente a las infecciones, a través de sus mecanismos de defensa, y ésta es la causa de las heridas que generalmente se asocian a un proceso infeccioso.
Virulencia no es sinónimo de violencia
En primer lugar resulta necesario definir brevemente el término violencia: está relacionada con un gran volumen de fuerza o intensidad. Por otro lado, la virulencia puede hacer referencia a trastornos malignos e intensos, o bien a un estilo, escrito o discurso que resalte por su mordacidad o por ser hiriente, ponzoñoso o sañudo en gran medida.
A pesar de presentar claras diferencias, es muy común encontrar términos de la familia de virulencia con el sentido que tiene su equivalente en la familia de violencia. Veamos algunos ejemplos de este error tan frecuente: «Dada la virulencia de las llamas, resultará prácticamente imposible controlar los incendios durante las próximas 24 horas», «Más de tres centenares de personas se vieron obligadas a dejar sus hogares a causa de un virulento incendio».
De acuerdo con muchos de los diccionarios más importantes de la lengua española, no se debe utilizar el término virulento cuando se busca un sinónimo de violento; en cambio, se sugiere recurrir a alguno de las palabras con significados verdaderamente relacionados, como son devastador, arrasador y voraz, entre otras. Del mismo modo, no es aconsejable usar indistintamente los vocablos virulencia y violencia, fuerza o intensidad.