Definición de vaporización

Vaporización es el acto y la consecuencia de vaporizar. Este verbo, por su parte, puede referirse a transformar un fluido en vapor mediante calor o a esparcir un fluido en gotas de tamaño reducido.

La vaporización, por lo tanto, puede ser el cambio de estado de un líquido a un gas. Este proceso puede llevarse a cabo de dos maneras: cuando el paso de líquido a gaseoso se desarrolla en la totalidad de la masa de la sustancia, se habla de ebullición. Se llama punto de ebullición, en este contexto, a la temperatura que hace que un líquido, a una cierta presión, hierva y empiece a atravesar el mencionado cambio de estado; si este último solo se lleva a cabo en la superficie del líquido, el fenómeno se conoce como evaporación.

La entalpía de vaporización, por otro lado, es la energía que se necesita para que una unidad de masa de una sustancia líquida, que está a presión atmosférica y en equilibrio con su vapor, se transforme completamente en un gas.

Por su parte, el término entalpía se define como una magnitud termodinámica cuya variación sirve para expresar una medida de la cantidad que un sistema termodinámico ha cedido o absorbido de energía; en otras palabras, el intercambio de energía que mantiene con su entorno. La entalpía se simboliza con la H.

Existe también el concepto de calor de vaporización, que representa la cantidad necesaria de energía para pasar 1 gramo de líquido a gas en el punto de ebullición de la sustancia dada. Se trata de un valor que debe romper las fuerzas atractivas intermoleculares y brindar la energía suficiente para que el gas pueda expandirse.

Cuando nos encontramos frente a un gas ideal, luego del calor de vaporización, no debe quedar energía potencial asociada a dichas fuerzas. Dicho de otro modo, la energía interna debe ser cinética molecular, en gran parte de traslación, pero también de rotación y de vibración.

Uno de los puntos más destacados de la vaporización del agua es la gran alteración que sufre su volumen cuando cambia de fase. Veamos esto en un ejemplo: si tomamos una mol de agua (18 gramos) y la convertimos en gas, obtendremos un volumen de 22,4 litros; si, en cambio, la lleváramos a 100 ºC, en lugar de 0 ºC, y la transformáramos en vapor, su volumen sería de 30,6 litros.

Si comparamos el volumen del agua evaporada con el presente en su estado líquido, notamos un aumento del 1 700 por ciento, es decir que pasa a ocupar 1 700 veces más que antes. Este fenómeno es de gran importancia para los cuerpos de bomberos, por ejemplo, ya que en ciertos casos puede ocasionar explosiones.

Cuando los vapores se emplean con un fin medicinal, también se hace alusión a la vaporización. Una persona que acude a una zona de aguas termales para respirar el vaho, está apelando a la vaporización.

Tomemos el caso de un sujeto que tiene un resfriado y que, por este trastorno, tiene dificultades para respirar ya que sufre una congestión nasal. Con la intención de liberar sus fosas nasales, puede calentar agua en una olla hasta que hierva e inhalar el vapor. Esta vaporización contribuirá a mejorar la respiración.

Esta técnica puede resultar muy beneficiosa para nuestra salud, pero también para el cuidado de nuestro aspecto físico. La vaporización se utiliza en tratamientos de belleza, para mejorar la piel de todo el cuerpo por medio de la limpieza de ciertos factores externos y de la prevención contra ciertas infecciones. Al respirar el vapor de agua, la mucosa respiratoria se ablanda; al mismo tiempo, las partes de la piel que entran en contacto con el vapor se relajan, sus poros se abren y facilitan la eliminación de los residuos.

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