Definición de trastorno de personalidad

Un trastorno de personalidad está determinado por un conjunto de afecciones psiquiátricas que alteran el curso normal de las relaciones interpersonales. Aunque su causa no puede ser determinada con exactitud, los especialistas hablan de la existencia de diversos factores genéticos y ambientales que contribuyen a su desarrollo.

La personalidad es un patrón complejo de características psicológicas que definen a un individuo. A partir de su personalidad, una persona da significado a su entorno, construye su propia imagen e interactúa con el medio. Cuando aparece un trastorno de personalidad, el sujeto no puede adaptarse a las diferentes situaciones de la vida cotidiana, ya que su personalidad se vuelve inflexible y funciona de forma distorsionada.

Dos de los principales componentes de la personalidad son el temperamento (que es innato y no se puede modificar pero sí controlar) y el carácter (que se forma con la experiencia). Las fallas en el desarrollo de la persona inciden en el temperamento y en el carácter y pueden derivar en un trastorno de personalidad.

La ansiedad, la depresión, el elevado nivel de estrés y los ataques de pánico pueden ser síntomas de estos trastornos.

Entre los distintos tipos de trastornos de la personalidad aparecen los antisociales, histriónicos, obsesivo-compulsivos, evasivos, narcisistas, esquizoides y paranoicos.

Los especialistas dividen estos trastornos en tres grandes tipos: Grupo A, donde incluyen los desórdenes excéntricos; Grupo B, que abarca los desórdenes dramáticos, emocionales o erráticos; y Grupo C, para los trastornos ansiosos o temerosos.

El tratamiento de los trastornos de personalidad incluye las psicoterapias y el uso de fármacos. El suministro de remedios varía de acuerdo al tipo de trastorno y a la reacción del paciente.

Trastorno límite de la personalidad

También denominado borderline, fronterizo o limítrofe, el trastorno límite de la personalidad (TLP) tiene como principales características la alteración de las emociones, la presencia de ideas opuestas que se alternan constantemente y una incapacidad de entablar relaciones estables con otras personas. Además de presentar cambios de ánimo repentinos, rotundos y aparentemente impredecibles, la percepción de la propia imagen se ve profundamente afectada. Este trastorno se encuentra entre los más comunes y pertenece al Grupo B, antes mencionado.

Generalmente, este trastorno ataca a personas aparentemente fuertes y determinadas, con rendimientos académicos brillantes. Un individuo afectado de TLP pasa por dos estados de ánimo muy marcados, ya que su naturaleza no suele admitir los puntos medios:

* un nivel muy alto de confianza en sí mismo, que resulta envidiable para quienes lo rodean, ausencia de temor ante desafíos de tipo intelectual o laboral, y una aparente capacidad de liderazgo que lo convierte rápidamente en el centro de atención de un grupo de personas;

* una baja considerable de autoestima, llegando al punto de no creerse capaz de lograr nada, temiendo salir a la calle y ser visto por los demás por miedo a no estar a la altura de su propia imagen.

En pocas palabras, la misma persona que en un momento llega a sentirse sumamente poderosa y segura de sí misma, pasa repentinamente a temer el fracaso y a desconocer sus propias virtudes. Entre las razones que se atribuyen a este trastorno resultan muy comunes la excesiva presión por parte de los padres por alcanzar grandes logros en la vida, y el abuso sexual. Cuando ambas situaciones coexisten en la vida de un niño, la gravedad es aún mayor, ya que tiene elementos reales en su experiencia para considerarse superior a los demás (las expectativas puestas en su persona), pero también carga con la culpa y la confusión que le genera el abuso, que deja en su persona una mancha, un defecto imborrable.

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