Definición de suntuario
Para poder entrar de lleno en el establecimiento del significado del término suntuario se hace necesario proceder a determinar su origen etimológico. En este caso, hay que exponer que deriva del latín, concretamente de la palabra “sumptuaris”, que se identifica con derroche o gasto. Exactamente podemos indicar que viene a ser fruto de la suma del sustantivo “sumptus”, que puede traducirse como “gasto”, y el componente “-arius”, que es un sufijo de relación.
Es un adjetivo que califica a aquello vinculado al lujo. Este concepto (lujo), por su parte, se relaciona a lo pomposo o al bien que, para obtenerlo, requiere contar con recursos que exceden a la media.
Por ejemplo: “El Estado no debería realizar gastos suntuarios teniendo en cuenta la actual situación económica del país”, “El arte no tiene que considerarse como algo suntuario, sino como una manifestación cultural que resulta imprescindible para la comunidad”, “No es posible conseguir productos suntuarios en este pueblo: se trata de una zona humilde”.
Se denomina bien suntuario al producto que tiene un precio muy alto y que, por lo general, se considera como algo accesorio (es decir, no resulta imprescindible). Lo habitual es que se defina qué bienes son suntuarios de acuerdo al nivel de ingresos promedio de un país o al precio medio de otros productos de su mismo tipo. Si en una nación cuyos habitantes ganan un promedio de 1.000 dólares mensuales y se ofrecen automóviles de 30.000 dólares, un vehículo cuesta 500.000 dólares, éste podrá ser definido como un bien suntuario o de lujo.
Por lo general, a los bienes suntuarios se les aplica un impuesto especial. Esto le permite al Estado obtener recursos adicionales de las clases más altas; dicho dinero luego puede invertirse en obras que contribuyan a reducir las diferencias sociales.
Las tasas a los bienes suntuarios además buscan fomentar la inversión productiva y, en muchos casos, la producción nacional, haciendo que la población de mayor poder económico invierta en el país o compre productos de fabricación local.
Además de lo expuesto, es interesante saber que, en muchas ocasiones, los bienes suntuarios se convierten en objeto de debate y polémica. Y es que cuando hay gente que alardea de los mismos se pone en tela de juicio la moralidad de que adquieran los mismos e incluso de que los propaguen a los cuatro vientos cuando hay personas muriendo de hambre en el mundo.
No obstante, quienes defienden la necesidad de que haya ese tipo de bienes y de que, por supuesto, se adquieran establecen que eso contribuye a, mediante los citados impuestos, no sólo recaudar dinero en pro del bienestar estatal sino también a quitarles gravámenes a otros productos que sí son de primera necesidad para la población en general, como pueden ser alimentos tales como la leche, el pan, la fruta…
Todo lo que tiene que ver con ese tipo de bienes podemos decir que es analizado a fondo en lo que se ha dado en llamar Teoría de la clase ociosa, que fue desarrollada por Thorstein Veblen.