Definición de sordera
El concepto de sordera se utiliza para nombrar a la falta o a una limitación de la capacidad de oír. Dicha discapacidad puede ser absoluta (lo que se conoce como cofosis) o sólo parcial (en este caso, se habla de hipoacusia).
Existen diversos motivos que pueden llevar a una persona a desarrollar una sordera. En algunos casos se hereda y está presente desde el nacimiento, mientras que en otros es una condición adquirida a partir de un impacto o golpe, una enfermedad o incluso por estar expuesto, durante un tiempo prolongado, a estímulos auditivos muy fuertes.
Cada persona, por lo tanto, puede sufrir distintos grados de sordera, que se establecen de acuerdo a una evaluación de audiometría. Lo que posibilita este test es determinar si el sujeto tiene problemas al captar la frecuencia o la intensidad del sonido. Los resultados que arroje la audiometría permitirán al experto saber si el individuo sufre una sordera severa, moderada, leve, etc.
Cabe destacar que la pérdida de la capacidad de oír puede producirse por problemas localizados en diferentes partes del sistema auditivo. El daño, de este modo, puede encontrarse en el oído exterior, el oído medio, el oído interno o hasta en el cerebro.
Existen varias clasificaciones de la sordera en función de diversos criterios. Entre las más relevantes se halla la que se acomete en base al momento en el que se adquiere dicha pérdida auditiva. En concreto, según ese elemento nos encontramos con la sordera prelocutiva, que es la que una persona adquiere antes de cumplir tres años, y con la sordera postlocutiva que es la que un individuo experimenta cuando ya ha desarrollado lo que es el lenguaje.
Siguiendo en materia de clasificación podemos establecer que existe una segunda que, en este caso, se determina tomando como punto de partida el grado de intensidad de la citada sordera que sufre una persona. Así, la misma establece la existencia de los siguientes tipos:
Leve. Supone una pérdida de audición entre los 20 y los 40 dB lo que dificulta la comunicación del individuo en lugares ruidosos pero no impide su desarrollo en materia de lenguaje.
Media. Entre 40 y 70 dB pierde el paciente en esta clase de sordera que hará mucho más difícil la adquisición y desarrollo del lenguaje por lo que se hará necesario el uso de una prótesis y la ayuda de un logopeda.
Severa. La pérdida se sitúa entre los 70 y los 90 dB. En este caso la persona tiene serios problemas en materia de comunicación hablada y necesitará el uso de la lectura labial.
A estas tres clases se uniría también la sordera profunda, que hace vital la utilización de audífonos o el implante coclear, y la cofosis, que es la pérdida total de la audición.
La discapacidad vinculada a la sordera puede tratarse mediante audífonos u otras prótesis auditivas. El audífono consta de un micrófono que transforma la señal acústica y la convierte en una señal eléctrica, y de un auricular que completa el camino inverso (pasa de la señal eléctrica a la señal acústica). Lo que permite este sistema es amplificar selectivamente la señal eléctrica, permitiendo que la persona la escuche.