Definición de síncope

El origen etimológico del término síncope remite a syncŏpe, una palabra del latín que, a su vez, deriva de un vocablo griego. La noción de síncope se emplea en la medicina para nombrar a lo que sucede cuando el corazón se detiene de forma momentánea y repentina, provocando una pérdida de la sensibilidad y de la conciencia.

El síncope dura poco tiempo y permite que la persona se recupere espontáneamente, sin que resulte necesario ejercer prácticas de reanimación. Entre las causas que pueden provocar un síncope se encuentran la falta de oxígeno, un traumatismo o un problema alimenticio.

El sujeto que sufre el síncope suele experimentar problemas en la visión antes de perder la conciencia, como una disminución de la nitidez o la visualización de puntos luminosos. Esto se debe a que se reduce la irrigación sanguínea al cerebro que finalmente provoca el síncope, también llamado soponcio o desmayo.

La sensación de vértigo, los mareos y las náuseas también pueden preceder al síncope. De esta manera, al experimentar estas cuestiones, se recomienda que la persona se siente, se acueste o busque asistencia ya que es probable que termine perdiendo temporalmente la conciencia y se desvanezca.

Se llama síncope vasovagal al síncope más habitual. Se produce por una estimulación del nervio vago que deriva en la caída de la frecuencia cardíaca y en la hinchazón de los vasos sanguíneos. Esto lleva a que el cerebro reciba menos sangre y se genere el síncope.

Este tipo de síncope se considera de tipo reflejo. Algunos se asocian a situaciones bien definidas, como ser los momentos en los cuales la persona se encuentra orinando, deglutiendo o tosiendo. Es importante señalar que aún no se han comprendido por completo las causas de este trastorno, aunque una de las características que se repite en quienes los sufren es una excesiva carga venosa periférica.

Dicha carga genera una caída inmediata del retorno venoso periférico, lo cual deriva en que aparezca una hipercontractilidad cardíaca. Esto, a su vez, lleva a la activación de los mecanorreceptores como respuesta al estiramiento, y entonces se produce un estado similar al de la hipotensión, con un ritmo cardíaco que no alcanza los 60 latidos por minuto (el mínimo normal, siendo 100 el máximo).

Existe un gran número de situaciones que pueden desencadenar un síncope vasovagal. Algunos de ellos, que incrementan la actividad parasimpática en los individuos sensibles, son los siguientes:

* movimientos que lleven a cambiar de posición de forma drástica, como ser erguirse de pronto o hacer ejercicios bruscos;
* mantenerse parado por mucho tiempo, algo muy común en ciertos puestos de trabajo de cara al público;
* contrario al punto anterior, estar sentado por largos períodos de tiempo;
* estrés emocional, un mal que aqueja a un porcentaje creciente de la población mundial, dadas las exigencias de la vida moderna y las pocas oportunidades de encontrar el equilibrio;
* todo tipo de dolor físico;
* cualquier estimulación que no genere placer, como ser la donación de sangre;
* presión muy punzante en ciertas partes de los ojos, la nariz o la garganta;
* consumo excesivo de alcohol o de ciertas drogas.

La lista de factores continúa, y esto confirma que cada paciente puede tener asociado el síncope vasovagal a una de muchas situaciones.

Una de las características alentadoras de este trastorno es que gran parte de los pacientes no presentan problemas de salud asociados al corazón. Por otro lado, alrededor del 70% son personas que no han alcanzado los 65 años y aparece más frecuentemente en mujeres que en hombres.

Al paro cardíaco, paro cardiorrespiratorio o paro circulatorio también se lo suele denominar síncope cardíaco. En este caso, el paro requiere una acción para que pueda ser revertido.

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