Definición de resguardo de información
Se conoce como resguardo a la custodia o preservación que se hace de algo. La idea de información, por su parte, se refiere a los conocimientos que existen sobre un tema o de los que dispone una persona.
El concepto de resguardo de información, por lo tanto, está vinculado a la protección de ciertos datos. La información en cuestión puede ser física o digital, al igual que el resguardo que se realiza.
Supongamos que un individuo pretende realizar un resguardo de la información que tiene almacenada en su computadora (ordenador). Dicha información se encuentra plasmada en archivos digitales de diferentes formatos. El resguardo en cuestión puede realizarse de varias formas: una opción es subir los archivos a un servicio de almacenamiento en Internet (lo que se conoce con el nombre de almacenamiento en la nube), algo que permite preservar los documentos en el caso de que el equipo sufra algún tipo de daño.
Otra posibilidad para el resguardo de información es la realización de una copia de seguridad o backup en otro medio físico, como un CD-ROM o un DVD-ROM. En este caso, la información se duplica y ya no está solamente alojada en el disco duro de la computadora, sino que también puede consultarse en un CD o un DVD.
La información física también puede resguardarse de distintas maneras. Un conjunto de papeles con información confidencial se puede resguardar en una caja fuerte o en el depósito de una empresa especializada.
Es importante tener en cuenta que el resguardo de información puede servir para proteger los datos de un potencial ataque informático (la acción de un hacker), un virus o incluso de amenazas físicas como un incendio o una inundación.
Resguardo de información digital: consejos útiles
Antes de proceder a proteger nuestra información, el primer paso lógico debería ser establecer una organización sólida y fiable de nuestros documentos. Si bien es fácil dejar pasar el tiempo y posponer el orden de nuestros directorios personales, dado que los ordenadores son cada día más potentes y no se ralentizan con facilidad, no podemos escapar a la dura realidad: cuanto más tarde nos dispongamos a organizar nuestra información, más difícil será la tarea.
Este punto es fundamental, y abarca toda la vida útil de un fichero: cuando los creamos, debemos asignarles un nombre claro, conciso y que haga referencia fielmente a su contenido; seguidamente, guardarlo en el directorio adecuado, tomando en cuenta el criterio deseado para su clasificación, para que lo encontremos rápidamente cuando lo necesitemos.
Habiendo superado con éxito el primer paso, llega el momento de escoger el medio de almacenamiento que más se adapta a nuestras posibilidades y que cumple con nuestras expectativas. Las opciones son varias: discos duros externos, memorias flash o discos ópticos (CDs y DVDs), entre otros; cada una tiene sus ventajas y desventajas, algunas de las cuales son subjetivas, y por eso la elección debe ser personal. Por ejemplo, si no contamos con mucho espacio físico, probablemente debamos decantarnos por memorias flash o discos ópticos, mientras que si queremos la mejor relación capacidad / precio, los discos duros serán los ganadores.
Por otro lado, es muy importante crear una rutina para efectuar el resguardo de la información; lo más recomendado es realizar las copias de seguridad al final de cada día de trabajo, o bien cuando se lleva a cabo una modificación importante en un fichero determinado. Si la información es muy pesada, siempre existe la opción de comprimir los archivos, haciendo uso de alguna de las herramientas más conocidas, como ser Winrar, 7Zip y Winzip. Un consejo generalizado es crear mínimo dos copias, y aprovechar varios métodos y medios, como pueden ser un disco local y un servicio en la nube.