Definición de rehén
Rehén es un término que procede de la lengua árabe, concretamente deriva de la palabra “ráhn”, que, a su vez, emana de “rihan”, que puede traducirse como “prenda”.. Se trata del individuo que es secuestrado por otro sujeto a modo de garantía para exigir a un tercero que satisfaga sus exigencias. El secuestrador, de este modo, puede ejercer presión, incluso amenazando con matar al rehén en caso de que no cumplan sus pedidos.
Un rehén es alguien que se encuentra privado de su libertad de manera ilegal. Esto quiere decir que el rehén no está en la misma situación que un recluso o preso, cuya privación de la libertad se encuentra avalada por la ley y justificada como castigo por un delito cometido.
Cuando una persona es tomada como rehén, queda a merced de su captor. El secuestrador puede someterla a maltratos y torturas hasta que otro sujeto o una entidad cumplan con sus pedidos. La liberación del rehén quedará a criterio del secuestrador o dependerá del éxito del plan instrumentado por las fuerzas de seguridad.
Dentro del ámbito policial, existe la figura del negociador. Este viene a ser un policía que está capacitado y cualificado para ser el intermediario con el secuestrador. Su objetivo no es otro que conseguir que los rehenes sean liberados, que nadie salga herido y que el delincuente pueda ser capturado.
Para alcanzar esos fines desarrollará una o varias de las distintas técnicas de negociación existentes en base a las características de cada secuestro y a la personalidad del delincuente. No obstante, se considera que dicho profesional es necesario que durante su trabajo e interlocución con aquel siga cinco pasos fundamentales:
-Deberá dejarle patente al secuestrador que le escucha.
-Empatía, para hacerle saber que se le entiende y se sabe lo que está sintiendo.
-Establecer ciertos vínculos de confianza.
-Influencia, es decir, intentar conseguir que el delincuente lleve a cabo los consejos del negociador y empiece a favorecer la liberación de los rehenes.
-Cambio de comportamiento, para que finalmente el secuestrador ceje en su empeño.
Supongamos que un hombre entra a robar a un banco. Cuando se encuentra en el recinto, llega la policía. El delincuente, de este modo, decide tomar como rehenes a los cinco empleados y los diez clientes que estaban en el edificio: les impide salir hasta que la policía no le facilite un vehículo para su escape. Comienza entonces una negociación entre la fuerza de seguridad (que intentará persuadir al delincuente para que libere a los rehenes) y el ladrón (que pretenderá forzar a la policía a cumplir con su reclamo a partir de mantener a los trabajadores y clientes cautivos).
Por lo general, cuando las fuerzas de seguridad consideran que la vida de un rehén está en peligro, actúan de manera violenta y hasta pueden matar al secuestrador, aunque siempre se privilegia la negociación y la resolución pacífica del conflicto.
Es importante establecer que el rehén, la víctima del secuestrador, puede desarrollar lo que se conoce como Síndrome de Estocolmo. Este es una reacción psicóloga que lleva al individuo que está retenido a desarrollar un vínculo afectivo con el delincuente, al que incluso puede llegar a entender y comprender porqué actúa de esa manera. Por regla general, cuando dicho síndrome aparece es como consecuencia de que el secuestrador no se comporta violentamente con la víctima y esta llega a creer que eso es un acto de humanidad por su parte.