Definición de reforma protestante
El concepto de reforma protestante se compone de dos términos con significados muy definidos.
Se conoce como reforma a la acción y efecto de reformar o reformarse (volver a formar, modificar, rehacer algo) se denomina reforma.
Protestante, es un adjetivo que permite nombrar a aquel que protesta o, en el ámbito de la religión, a quien sigue el luteranismo o cualquiera de sus ramas.
Hecho esta introducción podemos decir que Reforma Protestante es el movimiento que surgió en el siglo XVI y que impulsó un cambio profundo en la Iglesia católica. Los protestantes se oponían al dominio del Papa sobre toda la comunidad cristiana y buscaban que la Iglesia retomara las raíces del primer cristianismo.
La Reforma Protestante fue impulsada por diversos religiosos, políticos e intelectuales, teniendo como líder al sacerdote Martín Lutero, quien interpretó las doctrinas medievales a partir de las Sagradas Escrituras. Esto hizo que Lutero rechazase el sistema de sacramentos de la Iglesia católica de la época, que incluía la venta de indulgencias. Para Lutero, el Evangelio debía predicarse libremente y no ser objeto de comercialización.
Esta revolución interna llevó una gran crisis dentro de la Iglesia; los reformistas criticaban la corrupción dentro de la institución y la falta de piedad religiosa. Un hecho que fue decisivo para el alzamiento de los protestantes fue la venta de indulgencias por parte de la Iglesia para financiar la edificación de la Basílica de San Pedro en la provincia de Roma.
Con la rebelión en marcha, los jefes de la parte ortodoxa de la iglesia se autoproclamaron los únicos herederos de la verdad cristiana y comenzaron a perseguir a todos aquellos que disidieran. Los grupos rechazados fundaron otras comunidades eclesiales que se manifestaron contra la herencia cristiana medieval y lucharon por la restauración de la iglesia. Esto llevó a una división rotunda de la iglesia en Europa, donde se reconocían los grupos que aceptaban el liderazgo del Papa y los que se oponían a él. Los países que se unieron a la revolución y rechazaron al Papa comenzaron a llamarse desde entonces, protestantes. Esto derivaría en múltiples guerras religiosas que tuvieron lugar en el territorio, conocidas como guerras santas.
Aunque la Reforma Protestante se originó en Alemania rápidamente fue dispersándose por todo el mundo. El líder más representativo de estos cambios fue un monje católico de la orden de los agustinos cuyo nombre era Martín Lutero.
Gracias al apoyo de diversas autoridades civiles, la Reforma Protestante logró cambiar a una gran cantidad de iglesias cristianas estatales. Con el paso del tiempo, el protestantismo logró convertirse en la tercera rama del cristianismo, con más de 500 millones en fieles en la actualidad.
La respuesta de la Iglesia
La respuesta de la Iglesia católica a la Reforma Protestante fue conocida como Contrarreforma Católica e incluyó la reafirmación de su doctrina milenaria, con la consagración del pan y del vino como el Cuerpo y la Sangre de Cristo y la veneración de las reliquias y las imágenes iconográficas como prácticas cristianas, entre otros puntos.
Aunque en un principio no habían dado importancia a las afirmaciones de Lutero, al comprobar la repercusión que sus palabras estaban teniendo en el continente, los jefes de la comunidad cristiana tomaron cartas en el asunto: declararon hereje a Lutero y lo excomulgaron, desvinculándolo completamente de la Iglesia Católica.
A medida que la reforma protestante adquiría más peso, la Iglesia encaramada una contrarreforma en la que ponía de manifiesto sus ideales, volviendo más estrictas las condiciones a cumplir por los fieles para pertenecer a esta comunidad, por ende, para alcanzar la salvación, y ampliando sus actos sacramentales. Esta contrarreforma reavivó la llama de las devociones, surgiendo órdenes monacales y animándose otras ya vigentes, como las Carmelitas Descalzas y la Compañía de Jesús.