Definición de publicidad engañosa

La publicidad consiste en dar a conocer un anuncio. Lo habitual es que se trate de un mensaje con intención comercial, con el objetivo de seducir a potenciales clientes, usuarios o compradores.

Todos los anuncios publicitarios destacan aspectos positivos de aquello que se pretende vender para, de esta forma, incentivar a los consumidores. Sin embargo, cuando incluyen información falsa o buscan generar una confusión en las personas, constituyen lo que se conoce como publicidad engañosa.

La finalidad de la publicidad engañosa es, como la expresión lo sugiere, engañar al destinatario. Quien observa una publicidad engañosa se formará una idea respecto al producto o servicio que no coincide con la realidad. Esto derivará en que el individuo gaste su dinero en algo que tiene características diferentes a las que él supone de acuerdo a lo apreciado en su anuncio publicitario.

Sobra decir que ninguna empresa reconoce su implicación en este tipo de manipulación publicitaria. Existen diversos mecanismos jurídicos que permiten a un juez determinar si una compañía incurrió en la realización de publicidades engañosas para confundir a los consumidores: a partir de este análisis, el magistrado puede aplicarle un castigo.

Supongamos que una cadena de comida rápida ofrece una nueva hamburguesa. En una publicidad televisiva, muestra una enorme hamburguesa que apenas entra en un plato y que tiene un grosor considerable, rodeada de decenas de rodajas de pepino y tomate. En los restaurantes, en realidad, los consumidores terminan recibiendo una pequeña hamburguesa, muy finita, que se sirve con una rodaja de pepino y sin tomate. Puede decirse, en definitiva, que la empresa realizó una publicidad engañosa.

A diferencia de la era en la que sólo veíamos nuestros productos deseados en los cortes comerciales de la televisión, en la prensa o en catálogos en papel, en la actualidad tenemos a nuestra disposición diversos de medios a través de los cuales podemos acceder a detalladas tablas de especificaciones, análisis en texto y vídeo, comparaciones y puestas a prueba. Esto puede llevarnos a pensar que estamos mucho mejor informados que en el pasado y, por lo tanto, protegidos ante la publicidad engañosa; la realidad, muy distante, nos demuestra que la saturación de datos nos vuelve menos atentos a esta táctica de venta.

Cabe señalar que existen ciertos productos cuyo diseño se encuentra cerrado, tal como las consolas de videojuegos, que parecen mostrar una cierta inmunidad a la publicidad engañosa, al menos una vez que el público conoce sus características a fondo; una tienda de informática no puede intentar vender una consola con procesador de 3 núcleos anunciando 8 porque los consumidores saben que no es común por parte de las compañías de videojuegos sacar dos versiones tan diferentes de sus artículos.

El verdadero infierno para los consumidores se encuentra especialmente en los ordenadores, teléfonos móviles y tabletas, aunque estos dos últimos son los más susceptibles de publicidad engañosa, dado que apuntan a un público menos entendido. Si combinamos las sutiles diferencias que encontramos entre una tabla de especificaciones y otra (o incluso dentro de una misma página web), con las diversas revisiones que las empresas sacan al mercado de un mismo producto (en cuyo caso sí pueden existir pequeñas variaciones), resulta prácticamente imposible saber exactamente qué estamos comprando, a menos que nos dirijamos a una tienda física y probemos el producto con nuestras propias manos.

Uno de los recursos que muchas empresas tienen bajo la manga para defenderse ante la acusación de haber publicitado sus productos de manera engañosa es la excusa de no haber elaborado directamente la campaña. Hoy en día es muy común contratar a terceros para el desarrollo de los vídeos, banners y artículos descriptivos, por lo cual es fácil culparlos de cualquier inconsistencia en los datos específicos.

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