Definición de psicosomático

Se califica como psicosomático al trastorno psicológico que genera un efecto físico, provocando alguna consecuencia en el organismo. Puede decirse, por lo tanto, que una afección psicosomática se origina en la psiquis y después ejerce una cierta influencia en el cuerpo.

Dicho de otra manera, calificar una enfermedad o una dolencia como psicosomática supone atribuirle una causa emocional. De todos modos, saber con exactitud qué tan importante es la mente en el desarrollo del trastorno en cuestión resulta imposible para la ciencia ya que entran en juego diferentes variables que no pueden cuantificarse.

Existen numerosos ejemplos de procesos psicosomáticos. Algunos son muy simples y no implican una enfermedad: cuando una persona se avergüenza por algo, sus mejillas cambian de color: en otras palabras, el sujeto se sonroja. Dicha alteración física obedece a un proceso psíquico.

Un estado de nerviosismo también puede desencadenar procesos psicosomáticos. Un adolescente que está a punto de rendir un examen, por citar un caso, puede tener taquicardia y sudoración excesiva en las manos. A una persona que protagoniza una discusión callejera por un problema del tránsito, por su parte, le puede subir la presión arterial.

Cuando el desequilibrio psicológico se extiende en el tiempo y no obedece a una única situación extraordinaria, el problema psicosomático puede ser persistente. Un individuo que sufre un trastorno de ansiedad con ataques de pánico puede sufrir, de manera recurrente, desde mareos hasta colitis, pasando por nauseas y dolor en el pecho.

Llegado un momento, la enfermedad se instala en el cuerpo independientemente de su causa emocional. La colitis ulcerosa, señalada como una enfermedad psicosomática, puede implicar la aparición de úlceras importantes que requieran de una intervención quirúrgica, aún cuando el paciente haya tratado con terapia su problema psicológico.

Así como ocurre con otros conceptos de la ciencia y la psicología, el término psicosomático suele usarse con frecuencia en el habla cotidiana, aunque no siempre con mucha precisión. De hecho, para ciertas personas, cualquier enfermedad o síntoma en medio de una situación de estrés resulta psicosomático, como si se tratara de una simple ecuación que se repite una y otra vez. Lo cierto es que, como se menciona más arriba, incluso los profesionales puede ser difícil encontrar las raíces de ciertos trastornos que parecen estar conectados con el plano emocional.

De todos modos, existen una serie de relaciones que la ciencia ha establecido entre la depresión, el estrés y la ansiedad, por ejemplo, y ciertos cambios en el organismo, dado que dichos males afectan diferentes hormonas, tienen influencia directa en varias enfermedades y nos vuelven más susceptibles al dolor. Por citar un ejemplo siempre vigente, el cáncer parece estar vinculado con el estrés: ha sido demostrado que su influencia puede abarcar desde el origen de la enfermedad hasta su desarrollo.

De la misma manera, la depresión suele debilitar el sistema inmunológico, de manera que quienes la padecen se ven más expuestas a contraer ciertas enfermedades o a recuperarse de un estado de salud poco favorable. Veamos algunos de los síntomas que, junto con la ansiedad, pueden generar en nuestro organismo:

* dolor de cabeza, desmayos, parálisis muscular y vértigo (cuando ataca el sistema nervioso);
* visión doble, ceguera, afonía (los sentidos);
* taquicardias y palpitaciones (sistema circulatorio);
* opresión o dolor en el pecho, sensación de ahogo (sistema respiratorio);
* náuseas y vómitos, diarrea, sequedad en la boca, estreñimiento (sistema digestivo);
* dolor o tensión muscular, cansancio (sistema osteomuscular).

Como se puede apreciar, dichos síntomas son muy comunes y no es necesario poseer conocimientos de medicina para imaginar cómo se sienten, incluso para quien no los haya experimentado antes. Esto refuerza la dificultad que supone diagnosticar un cuadro psicosomático, dado que se trata de males poco específicos.

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