Definición de producto terminado
Un producto es algo que surge mediante un proceso de producción. En el marco de una economía de mercado, los productos son aquellos objetos que se compran y se venden con el objetivo de satisfacer una necesidad.
Terminado, por otra parte, es aquello que ya está finalizado, acabado o completo. Es posible diferenciar, en este sentido, entre lo que está terminado y lo que se encuentra en desarrollo o todavía se seguirá modificando con algún fin.
Se conoce como producto terminado al objeto destinado al consumidor final. Se trata de un producto, por lo tanto, que no requiere de modificaciones o preparaciones para ser comercializado.
Tomemos el caso de una mesa que se ofrece en una mueblería. Este producto atraviesa por múltiples etapas antes de su creación: se tala un árbol para obtener la madera; la madera es cortada, lijada, pulida y tratada con ciertas sustancias para conferirle mayor durabilidad; con las tablas de madera se procede a armar la mesa según un diseño previo, apelando a clavos, pegamento u otras sustancias adicionales; la mesa, finalmente, es limpiada y barnizada. Recién entonces se llega al producto terminado, listo para que un cliente pueda adquirirlo y empezar a utilizarlo.
Para que el producto terminado pueda existir, pasa por diversos estados e incluso se necesitan otros productos intermedios (los insumos) y materias primas. En el ejemplo de la mesa, es probable que el carpintero haya comprado la madera en bruto, los clavos y el barniz para desarrollar el producto final. Tal vez, incluso puede vender la mesa sin barnizar a una mueblería que se encargue de realizar los últimos retoques antes de que la mesa salga a la venta.
Los avances de la tecnología han dado lugar a la aparición de nuevos mercados como resultado inevitable de la creación de tipos de productos que no encajaban en ninguna de las categorías del pasado. Las películas en Blu-ray, los programas informáticos, la música grabada y los videojuegos son cuatro ejemplos claros de productos que necesitaron su propio espacio en la industria, lejos de los muebles, la vestimenta y los automóviles. Sus diferencias también se reflejan en la etapa de producción, aunque comienzan en la propia concepción y continúan incluso en su distribución.
Si bien un conjunto mobiliario se lanza al mercado para tentar al público con diseños impactantes o precios accesibles para renovar el hogar, el contenido digital del mundo del entretenimiento suele responder a la demanda o a expectativas de los consumidores en lugar de imponerse como la nueva tendencia. Gracias al peso de las redes sociales y las plataformas de micromecenazgo (traducción del término en inglés crowdfunding), los usuarios expresan constantemente sus necesidades y sus deseos a los desarrolladores, además de invertir dinero en la creación de sus obras favoritas.
Este grado de participación del público a lo largo del proceso de desarrollo exige que los artículos se muestren antes de alcanzar el estado de producto terminado. A menos que se trate de una auténtica revolución, los consumidores pueden sentirse ignorados si no se los hace partícipes, aunque más no sea tomando en cuenta sus opiniones.
Otra diferencia fundamental en la producción de contenido digital con respecto a productos tradicionales es la materia prima: lejos de requerir pegamento y barniz, este género suele apoyarse en el trabajo de un grupo de personas en sus respectivos ordenadores. Esto no quita que en algunos casos sea necesario elaborar maquetas y muñecos, por ejemplo, para facilitar el trabajo de diseño o para escanearlos y digitalizarlos.
La fase de pruebas (conocida también como testeo o testing) es también una de las características principales del contenido digital interactivo. Antes de convertirse en un producto terminado, debe existir un periodo en el cual personas especializadas se aseguren de que cumplirá una serie de requisitos de calidad mínimos para satisfacer a los consumidores.