Definición de pretendiente
Un pretendiente es quien pretende alguna cosa. La acción de pretender, por su parte, consiste en desear, anhelar o apetecer algo.
El uso más habitual del concepto de pretendiente refiere a la persona que desea convertirse en la pareja sentimental de otro individuo. Por ejemplo: “Cuando era joven, tenía muchos pretendientes”, “Juan fue mi pretendiente por cinco años hasta que acepté salir con él: finalmente, nos casamos”, “Estoy preocupada: mi hija tiene 30 años y ningún pretendiente a la vista”.
Se suele calificar como pretendiente, por lo tanto, al hombre que aspira a convertirse en el novio o el marido de una mujer. En el marco de dicha pretensión, el sujeto tratará de conquistar a su amada, ya sea con actitud galantes, invitaciones a salir, regalos, etc. La noción de pretendiente también se puede aplicar en sentido similar en las relaciones homosexuales (un hombre puede pretender sentimentalmente a otro, lo mismo que una mujer a otra).
Pretendiente, por otro lado, puede ser quien tiene la voluntad de ocupar un cierto puesto o tener un cargo: “Las versiones indican que hay tres pretendientes que desean acceder a la dirección técnica del equipo”, “El gobernador y el ex ministro de Economía son dos de los pretendientes que aspiran a llegar a la presidencia”.
Los expertos en historia, por último, utilizan la idea de pretendiente al trono para nombrar al sujeto que afirma contar con el derecho de acceder a un cierto trono, el cual se encuentra ocupado por otra persona o directamente abolido. Alfonso Carlos I, por citar un caso, fue pretendiente carlista al trono español entre 1931 y 1936.
Consejos para ser un buen pretendiente
Tanto en las relaciones heterosexuales como en las homosexuales, no resulta fácil alcanzar las expectativas del otro y, aunque en el mejor de los casos debería bastar con ser uno mismo, la realidad es muy diferente: los seres humanos nos sentimos más cómodos siguiendo caminos preestablecidos que abriéndonos completamente y descubriendo nuestra propia esencia. Por eso, repasaremos algunos consejos que pueden ayudar a mantener las relaciones durante los primeros tiempos, para asegurarnos de conseguir que florezcan y se conviertan en fuertes y duraderos lazos.
En primer lugar se encuentra la honestidad. Dicen que la base de toda relación es una buena comunicación y para ello es necesario evitar las mentiras y los secretos que puedan dañar al otro. A veces tememos compartir nuestro pasado por miedo a no ser aceptados, pero si planeamos pasar el resto de la vida con otra persona, debemos dar ese paso para descubrir si realmente estamos al lado del candidato adecuado para nosotros.
Esto va de la mano de la confianza, que es el segundo punto fundamental para todo pretendiente. Al comenzar una relación seria realizamos muchas apuestas: compartimos nuestra vivienda, nuestro dinero, involucramos a nuestras familias; si bien es prudente avanzar paso a paso, llega el momento en el cual debemos derribar todos los muros y permitirle al otro acceder a todo nuestro mundo. Del mismo modo, es importante inspirar esa confianza para que la apertura sea mutua.
Otro consejo para todo pretendiente que desee ver crecer su relación es no subestimar la importancia del diálogo. En algunas parejas, las conversaciones largas y profundas son un elemento cotidiano de su relación, pero muchas veces existen barreras que impiden un intercambio sano de información y experiencias. Es a través de las charlas de todos los días que se pulen las asperezas y se fortalece poco a poco el lazo; cuando esto falta, puede llegar un día en el cual creamos desconocer al otro.
Por último, si pretendemos compartir la vida con otra persona debemos aprender a adaptarnos a sus necesidades y gustos, sin que esto signifique dejar de lado los nuestros. Este punto es quizás el más difícil de alcanzar, el mayor desafío de las relaciones interpersonales, y por eso debemos tenerlo presente desde el primer día.