Definición de policéntrico
Policéntrico es un adjetivo que permite calificar a aquello que surge o se expresa en diferentes centros. Lo policéntrico, por lo tanto, suele basarse en múltiples puntos u orientarse a diversas direcciones.
Es habitual que se indique que, tras el final de la Guerra Fría y la caída del Muro de Berlín, se pasó de un mundo bipolar a un mundo policéntrico. Durante más de medio siglo, Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.) fueron las únicas dos grandes potencias internacionales. Sin embargo, a partir de 1991, comenzaron a fortalecerse diversos países y a acrecentar su poder, con lo cual la configuración política y económica global se volvió policéntrica.
Se habla de ley policéntrica, por otra parte, para aludir a una legislación desarrollada a partir de jurisdicciones y sistemas jurídicos superpuestos, que compiten entre sí y son producidos de manera privada. Esta propuesta se enmarca en la teoría anarcocapitalista y aparece en otras doctrinas.
En la actualidad, la creación y la aplicación de las leyes son monopolios del Estado. La ley policéntrica, en cambio, se basa en el supuesto de la producción de legislación a cargo de entidades privadas. De este modo, la ley policéntrica no contempla la intervención de instituciones estatales para establecer las normas.
Retomando la figura del Estado que se menciona en el párrafo anterior, podemos decir que la idea de ley policéntrica es precisamente opuesta al llamado monopolio estatal, un concepto que también se conoce con el nombre de monopolio público y que hace referencia a la forma en la que una agencia del Estado o bien una empresa pública tienen la exclusividad a la hora de proveer un servicio o un bien particulares. Todo esto entra en la categoría de monopolio artificial, ya que no se da de manera natural, por falta de capacidad de una de las partes, sino que se provoca intencionalmente.
Desde un punto de vista más técnico, la ley policéntrica se compone de jurisdicciones y sistemas jurídicos superpuestos y competidores, que se basan en la asociación o en el Derecho privado, no son públicos ni territoriales. Si bien este concepto llevado a la práctica se considera contemporáneo, se apoya en ideas que ya existían hace siglos.
El Estado moderno apareció entre los siglos XV y XVI, época en la cual la realeza se aprovechó del decaimiento que estaba atravesando el feudalismo para intentar recuperar su poder. Pero si nos trasladamos un poco más hacia el pasado veremos que las leyes no se basaban en el territorio sino en aspectos tales como la raza, el parentesco y la competencia, entre otros. Esto abría las puertas a la existencia de la ley gremial o la mercante, del derecho religioso, etcétera.
En el Imperio romano, por otra parte, los romanos se encargaban de la administración del Derecho mientras que los sistemas jurídicos solían estar en manos del resto de los ciudadanos. Podemos decir que en la propia naturaleza de la ley se encuentra la libertad de crearla por medio de contratos que involucren a dos partes, y no la rigidez de imponerla; en otras palabras, el carácter policéntrico debería ser inherente a cualquier sistema jurídico, y no una excepción ni una utopía.
La idea de policéntrico también aparece en los postulados del economista e intelectual egipcio Samir Amin (1931–2018), quien escribió la tesis de la desconexión. Según Amin, los países subdesarrollados deberían “desconectarse” del sistema capitalista mundial y así dejar de lado los valores intrínsecos del capitalismo, relacionados con la explotación. Tras dicha “desconexión”, estas naciones podrían ingresar en un sistema mundial policéntrico que no esté atado a la voluntad y los intereses de las potencias.