Definición de pintoresco
Determinar el origen etimológico de la palabra pintoresco que nos ocupa nos llevaría a marcharnos hasta el latín. Y es que procede del verbo “pingere”, que puede traducirse como “hacer marcas”.
Pintoresco es un adjetivo que permite calificar a la imagen peculiar de un paisaje, una escena o una costumbre. El término refiere a las cualidades plásticas de aquello que, por sus características, podría constituirse como un buen motivo para un cuadro.
Por ejemplo: “La Boca es un barrio pintoresco, con casas multicolores y una atmósfera muy particular”, “Quedé maravillada con los pintorescos paisajes de los Alpes”, “No creo que sea pintoresco, sino más bien aburrido y poco agraciado”.
Como categoría estética, el desarrollo de la noción de pintoresco surgió en el siglo XVIII en Reino Unido, a partir del movimiento romántico. La noción procede del italiano pittoresco, que puede traducirse como “similar a la pintura”. Lo pintoresco, por lo tanto, comenzó a asociarse a la propiedad de aquello que por su belleza o singularidad resultaba digno de ser pintado y representado a través del arte.
Puede entenderse que lo pintoresco es una especie de estímulo visual que transmite una sensación de singularidad. Al observar algo que considera como pintoresco, una persona puede estimar que lo visto merecería ser reproducido en una obra artística.
El arquitecto, escritor y pintor italiano Giorgio Vasari (1511 – 1574), conocido por pinturas como “Cristo conducido al sepulcro” o los frescos de la Sala de los Quinientos del Palacio Vecchio en Florencia, fue el primero en utilizar el término pintoresco. En concreto, fue en una obra escrita de 1550 donde realiza un repaso por algunos de los artistas italianos más importantes de aquel momento.
En concreto, en dicho trabajo, titulado “Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos”, recurre al empleo de pintoresco para hacer referencia a todo aquel objeto que tiene la capacidad para crear y producir nuevos efectos dentro del ámbito de la pintura.
Asimismo no hay que pasar por alto que el escritor inglés Joseph Addison (1672 – 1719) llegó a establecer en su libro “Los placeres de la imaginación”, que existían tres cualidades estéticas fundamentales: la sublimidad, lo pintoresco y la belleza.
Muchas son las obras que a lo largo de la Historia, de un modo u otro, siguieron esa tendencia artística pintorequista. No obstante, entre las más significativas se encuentran las siguientes:
• “Niebla y nieve en las montañas, vistas a través de una ruina gótica”, (1826) de Louis Jacques Mandé Daguerre.
• El Pabellón Real de Brighton (1815-1823) de John Nash.
• El Jardín Inglés de Munich, de Friedrich Ludwig Sckell.
En la actualidad, de todas formas, la noción de pintoresco se ha extendido. Es posible encontrar una acepción del adjetivo con connotaciones negativas, ya que puede vincularse lo pintoresco a lo chocante o estrafalario: “El hombre se presentó con un traje pintoresco que combinaba varios colores estridentes”, “Mi tío es un personaje algo pintoresco, que se expresa de una manera muy particular”, “La pintoresca escena terminó con la mujer tirada en el piso, mientras el niño se reía y el animal intentaba quitarle el paquete”.