Definición de petulancia
Petulancia, que tiene su origen en el vocablo latino petulantĭa, hace referencia a la arrogancia y el engreimiento de una persona. Cuando alguien es petulante, muestra su fanfarronería y se jacta de alguna cualidad que tiene o dice tener.
Por ejemplo: “El entrenador volvió a evidenciar su petulancia al asegurar que es el mejor director técnico del mundo”, “Acepto el diálogo y el disenso, pero no tolero que vengan a hacerme planteos con petulancia”, “Cuando uno es joven, suele tener la petulancia de creerse todopoderoso”.
La petulancia suele revelar una falta de respeto por el prójimo. Quien es petulante, se siente superior al resto de los individuos. Por lo tanto, no sólo engrandece sus logros, sino que también minimiza los éxitos y las virtudes de los demás.
El petulante, por otra parte, es alguien inseguro. A diferencia de lo que sugiere su imagen, la persona que siente necesidad de resaltar sus éxitos y de difundir sus virtudes de manera constante está buscando la aprobación del prójimo. La petulancia es, en este sentido, un intento por mejorar la autoestima y proteger el ego.
Además de todo lo expuesto, existen otras muchas características que identifican claramente a una persona con grandes niveles de petulancia. En este sentido, tendríamos que destacar que el petulante es reconocible rápidamente por estas otras maneras de comportarse:
-En cualquier conversación utiliza en numerosas ocasiones el pronombre “yo”. Lo que deja constancia de su ego.
-No escucha a los demás. No se detiene a escuchar qué cuentan, qué piensan o qué sienten. Y es que el mundo parece girar únicamente a su alrededor.
-Cualquier tema de conversación lo lleva a su terreno, es decir, lo encauza de tal manera que el diálogo pasa a hacer referencia a él, a su vida, a sus experiencias…
-Se siente especial y no puede compararse con nadie.
-Es habitual además que sea una persona que pide mucho a los demás, pero que luego no da nada.
Otro rasgo de la personalidad que revela la petulancia es la falta de predisposición al diálogo y a la búsqueda de consensos. El petulante se ubica a sí mismo en una posición superior, de autoridad, por lo que rechaza la posibilidad de un intercambio de igual a igual con su interlocutor. Si un empresario le dice a su socio: “Me gradué con honores en Economía e hice negocios exitosos durante toda mi vida: déjame explicarte cómo tenemos que hacer las cosas”, estará actuando con petulancia e impidiendo que la otra persona haga sus aportes.
Para poder dejar de ser petulante, los expertos en psicología coinciden en subrayar una serie de consejos tales como estos:
-Debe comenzar a comportarse como realmente es.
-Tiene que demostrarle el cariño a las personas que tiene a su alrededor.
-Es fundamental que empiece a tratar a los demás como le gustaría que le trataran a él.
-De la misma manera, es imprescindible que comience a desarrollar lo que se conoce como escucha activa. Es decir, que cuando esté con alguien le escuche realmente y se interese por él.
-Debe dejar de utilizar tantas veces el pronombre “yo”. En su lugar, lo recomendable es que apueste por emplear más el “nosotros”.