Definición de perversión
La palabra perversión procede de latín perversĭo y hace referencia, según la Real Academia Española, a la acción y las consecuencias o los resultados de pervertir. Dicho verbo, a su vez, se refiere a alterar el buen gusto o las costumbres que son consideradas como sanas o normales, a partir de desviaciones y conductas que resultan extrañas.
El término también se utiliza para referirse a la alteración de la condición natural o del orden habitual de las cosas. Por ejemplo: «No voy a avalar una perversión semejante en mi familia», «La ciencia ha cometido una perversión al crear en laboratorios animales que son condenados a una muerte horrible», «La víctima fue golpeada con saña, revelando la perversión del secuestrador».
Una de las principales acepciones que ha tenido a lo largo de los siglos la palabra perversión ha estado relacionada con el sexo. Así, por ejemplo, uno de los grandes pensadores del siglo XX como ha sido Sigmun Freud ya habló de aquella y lo hizo definiéndola como todo aquel conjunto de conductas de tipo sexual que no tienen ningún objetivo reproductivo sino que simplemente se realizan con el claro objetivo de buscar el placer.
Precisamente este tipo de conductas citadas pueden estudiarse o descubrirse, por ejemplo, mediante la Literatura. Y es que a través de los siglos diversos han sido los autores que han llevado a cabo sus obras apostando por la perversión. Este sería el caso del famoso Marqués de Sade que realizó una serie de libros muy polémicos en su momento como Justine o los infortunios de la virtud (1787) donde se establecen varios episodios calificados de violencia sexual.
Pero no sería el único autor pues junto a él encontramos otros que también en algún momento han sido calificados como escritores que encierran en sus historias la perversión sexual en estado puro. Estamos hablando de Leopold Von Sacher-Masoch con su trabajo titulado La Venus de las pieles (1870) o Georges Bataille con La historia del ojo (1928).
Otra definición establece que la perversión es una anomalía del comportamiento que implica la desviación de una tendencia psicológica natural. Aunque muchas veces el concepto es relacionado en forma automática con la sexualidad, la psicología se refiere en estos casos a parafilias.
El término está formado por dos vocablos griegos: para (“al margen de”) y filía (“amor”). Por lo tanto, la parafilia es un tipo de conducta de índole sexual donde la persona no goza por la relación íntima: en cambio, obtiene el placer a partir de otra acción relacionada.
Los especialistas señalan que las parafilias son inofensivas, excepto cuando generan algún daño o suponen un riesgo para cualquiera de las personas que participan del acto sexual.
En este sentido una de las parafilias más frecuentes es aquella que se conoce con el nombre de fetichismo. Un concepto este bajo el que se engloba el que una persona tiene frecuentes fantasías sexuales y mucho deseo por ciertas partes del cuerpo o por el uso de una serie de objetos como, por ejemplo, los zapatos de tacón.
En muchos casos, la parafilia depende las convenciones sociales de la época y de la región. La homosexualidad fue considerada parafílica en su momento, pero con el tiempo pasó a ser entendida como una simple elección individual del comportamiento sexual. Cabe destacar que nunca se ha podido demostrar la existencia de una alteración orgánica o psicológica que explique el origen de una parafilia.
Entre las parafilias, se encuentran la zoofilia o bestialismo, la coprofilia, el fisting, la necrofilia y la pedofilia.