Definición de perenne
Perenne es un término con origen en el latín perennis. Se trata de un adjetivo que refiere a aquello incesante o continuo. Por ejemplo: “La pobreza es un problema perenne en América Latina”, “El éxito es perenne en este club”, “No voy a dejar que esto se convierta en un tema perenne para nosotros”.
Para la botánica, una planta perenne es la que vive más de dos años. Las hierbas vivaces que se encuentran en el entorno silvestre constituyen un ejemplo de planta perenne.
El adjetivo se usa además para nombrar a la planta cuyo follaje se mantiene verde en todas las estaciones del año. Esto quiere decir que estos árboles o arbustos siempre tienen hojas vivas, a diferencia de los caducifolios, cuyas hojas mueren cada año y luego vuelven a brotar nuevas.
En las plantas de follaje perenne, las hojas viven más de una temporada, por lo que las más jóvenes se unen a las nuevas y el árbol nunca queda desnudo, pese a que las hojas más viejas sí se caen.
Siempre que se utiliza este término que ahora nos ocupa, irremediablemente viene a la mente su opuesto, su antónimo, que no es otro que caduco o caduca. Este se emplea para determinar que una planta en sí dura muy poco tiempo.
Perfectos ejemplos de árboles de hoja perenne son la mimosa, el madroño de Grecia, el árbol de fuego, el algarrobo, el eucalipto rojo, el ficus, el olivo, el alcornoque o el roble de Virginia.
En contraposición, entre los de hoja caduca se encuentran el álamo, el castaño, el abedul o el fresno.
Además de todo lo expuesto tendríamos que señalar que existe una locución adjetiva que emplea el vocablo que estamos analizando. Se trata de “loco perenne”, que se emplea para referirse a toda aquella persona que nunca ha estado cuerda, que siempre ha mostrado signos de no “estar en sus cabales”.
Se conoce como filosofía perenne, por último, a la corriente del pensamiento que sostiene la existencia de un conjunto universal de valores que son comunes a todas las culturas. Quien propuso este concepto fue Agostino Steuco en un libro de 1540. Más adelante, Gottfried Leibniz y Aldous Huxley continuaron con esta idea.
Precisamente este último filósofo inglés llevó a cabo la creación de una obra que lleva por título “La filosofía perenne”. En el año 1945 fue cuando procedió a publicar la misma que, como su propio nombre indica, viene a analizar de manera profunda esa corriente filosofía con la que comparte denominación.
De esta manera, lo que hace es estudiar en este trabajo no sólo a todos aquellos autores que han hablado de ese tipo de pensamiento y que lo han desarrollado sino también a todas las manifestaciones que a lo largo de la historia han venido a reflejar la existencia de aquel, es decir, que son perfectos ejemplos del mismo.
Los principios de la filosofía perenne sostienen que el mundo físico no es la única realidad, sino que existe otra (no física) que no puede ser entendida a partir de los sentidos. El ser humano, por lo tanto, es el reflejo de esta doble realidad, con un cuerpo material regido por leyes físicas y otro asociado al espíritu y el intelecto.