Definición de pediatría
La pediatría es la rama de la medicina que se especializa en la salud y las enfermedades de los niños. Se trata de una especialidad médica que se centra en los pacientes desde el momento del nacimiento hasta la adolescencia, sin que exista un límite preciso que determine el final de su validez.
Por ejemplo: “Mi primo quiere estudiar pediatría”, “Necesito encontrar a algún especialista en pediatría que esté dispuesto a viajar al campo para atender las necesidades de los niños de las comunidades rurales de la provincia”, “La pediatría puede dar grandes alegrías a sus profesionales, pero también profundas tristezas”.
En la antigüedad la pediatría no existía como una disciplina médica, sino que la salud de los niños quedaba bajo responsabilidad de sus madres y comadronas. A partir del Renacimiento comenzó a considerarse las enfermedades de los niños como una especialidad médica y, recién en el siglo XIX, la pediatría se convirtió en una rama científica.
Francia y Alemania fueron los primeros países en desarrollar los conocimientos y servicios pediátricos modernos. Los hospitales infantiles no tardaron en esparcirse por Europa y Estados Unidos, antes de extenderse hacia otras regiones del mundo.
Cabe mencionar que existen diversas ramas dentro de la pediatría, tales como la odontopediatría, que se encarga del estudio de afecciones de los dientes, así como de la boca desde un punto de vista estomatológico. A pesar de dichas distinciones, en la actualidad se pretende aunarlas en la pediatría, convirtiéndola en el único destino de quienes buscan cuidar la salud de sus hijos.
La hebiatría, por otro lado, es la rama especializada en las enfermedades del adolescente y en los diferentes trastornos psíquicos y sociales que pueden afectar la salud en la pubertad. Cabe destacar que, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud es el estado de completo bienestar físico, mental y social.
Resulta interesante señalar la importancia de la influencia que los pediatras ejercen sobre sus pacientes, dado que éstos suelen encontrarse en pleno desarrollo psíquico. Por ejemplo, uno de los trastornos físicos más conocidos es la obesidad y, cuando tiene lugar en la infancia, muchos padres deciden poner a sus hijos en manos de un profesional. En este caso, es imprescindible que el médico no sufra del mismo problema, o que esté siguiendo un tratamiento para superarlo, dado que el cumplimiento de sus indicaciones perderá fuerza si éstas no se sustentan de un ejemplo adecuado.
Por otro lado, los pediatras deben escoger sus palabras muy cuidadosamente; si bien el sentido del humor puede resultar muy efectivo en la mayoría de los casos para amenizar situaciones de una cierta gravedad, no todos los niños están preparados para entender una frase con doble sentido y pueden tomar un comentario inocente como un ataque que deje en ellos una herida imborrable.
La niñez y la adolescencia son las etapas más delicadas de nuestro crecimiento; todas las vivencias que recogemos durante esos años se imprimirán en nuestro cerebro con una fuerza tal que nos acompañarán toda la vida. Por esa razón, el papel de la pediatría excede los límites del cuidado del cuerpo; deben ayudar a sus pacientes a responder el sinfín de preguntas que los desbordan, a entender que deben aceptar sus defectos físicos y a buscar el bienestar por encima de la estética.
Por último, son muchas las historias de personas que han superado enfermedades a pesar de haber recibido pronósticos funestos por parte de sus médicos en la infancia, por lo cual es aconsejable contrastar opiniones de distintos pediatras, ya que de su accionar depende la salud física y mental de los niños, así como su perspectiva de futuro.