Definición de ovocito

Conocer el origen etimológico del término ovocito nos lleva a analizar que emana del griego. En concreto, es fruto de la suma de dos componentes de dicha lengua: “oo”, que puede traducirse como “huevo”, y “kytos”, que es equivalente a “célula”.

Los ovocitos son células germinales femeninas que se generan en los ovarios. Se trata de una fase del desarrollo del óvulo, cuando aún no ha madurado. El ovocito surge como parte del proceso de gametogénesis que se desarrolla en las mujeres y en las hembras de los animales.

El procedimiento comienza con una célula germinal primordial que se transforma en un oogonio a través de la meiosis. Este oogonio, tras la ovogénesis, se convertirá en un ovocito que finalmente derivará en un óvulo maduro. El ciclo menstrual hace que estos óvulos se desprendan de los ovarios cada 28 días desde la pubertad hasta la menopausia.

El ovocito, que también recibe el nombre de ocito u oocito, es por lo tanto una célula femenina que está en camino a convertirse en un óvulo maduro. Esta clase de células dispone de un buen nivel de citoplasma que le permite contribuir a la nutrición celular al inicio del desarrollo.

Es importante señalar que la cantidad de ovocitos que tiene una mujer ya está definida antes de su nacimiento, ya que se establece en el desarrollo fetal. Con el correr de los años, la mujer irá perdiendo ovocitos en un fenómeno conocido como atresia. La menstruación hace que el ovocito se desarrolle y, a su vez, se pierda: al alcanzar los 35 años de edad, la mujer tendrá cerca del 10% de los ocitos con los que había nacido, una circunstancia que hace que la fecundación sea más complicada de concretar y que se incrementen los riesgos de salud en el niño por nacer.

Por ese motivo, se establece que cuando una mujer de edad más avanzada desea quedarse embarazada sea, en la mayoría de los casos, necesario que se someta a un estudio ginecológico. ¿Por qué? Porque posiblemente se haya agotado su reserva de óvulos capaz de darle forma a un bebé en perfecto estado de salud.

Así, si se somete a dicho análisis, en una clínica o centro médico, lo habitual es que se le realice un estudio cromosómico e incluso una biopsia de corpúsculo polar.

El resultado conseguido en esas pruebas puede determinar que sea necesario que la mujer en cuestión tenga que someterse a una fecundación in vitro si quiere tener un bebé. Para eso, los profesionales médicos antes de poner en marcha el proceso, tendrán en cuenta factores tales como la reserva ovárica y también la pertinente estimulación ovárica.

De esta manera, es cuando el médico que dirige el tratamiento podrá conocer cuál es el momento más idóneo para llevar a cabo la fecundación, es decir, cuándo hay más garantías de que será un éxito. En este sentido, hay que exponer además que la fecundación puede ser de dos tipos fundamentalmente: convencional o microinyección intracitoplasmática de espermatozoides. Esta última es más compleja pero ofrece unos grandes resultados de efectividad.

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