Definición de objetivo general

La idea de objetivo se emplea de distintas formas. En este caso nos interesa su acepción como una meta o un fin. Lo general, por otra parte, refiere a lo más amplio o común, a diferencia de lo específico.

La noción de objetivo general, en este marco, refiere a aquello que se pretende alcanzar con el desarrollo de un proyecto. Se trata de lo más importante o de lo que guía las acciones.

Cuando se fija un objetivo general, es habitual que se establezcan también diferentes objetivos específicos. Estos objetivos específicos suelen ser los pasos previos al cumplimiento del objetivo general, aunque también pueden ser las metas particulares de las distintas áreas de una entidad que trabajan de manera coordinada para la consecución del objetivo general (global).

Supongamos que un futbolista adolescente se plantea como objetivo general de su carrera jugar una Copa del Mundo con el seleccionado de su país. Para lograr esto, debe superar con éxito diferentes etapas a lo largo de los años. Por eso, en un primer lugar, se propone entrenar mucho para afianzarse en su club, donde forma parte de las divisiones inferiores o cantera. Una vez que se consolida en su equipo, apunta a integrar el plantel de primera división. Hecho esto, el siguiente paso es ser tenido en cuenta por el entrenador de la selección. Finalmente, ya como miembro habitual del seleccionado, tendrá que ayudar a lograr la clasificación del conjunto al Mundial y luego convencer al director técnico para que lo incluya en el listado de jugadores que disputará el torneo.

El objetivo general de una empresa, por otro lado, puede consistir en ganar cuota de mercado. En pos de dicho objetivo, los directivos buscan fortalecer la imagen de la marca e incrementar la satisfacción de los clientes, por ejemplo.

Habiendo visto estos ejemplos podemos volver a los aspectos teóricos de la definición. Plantear una serie de objetivos, tanto generales como específicos, es una de las prácticas más recomendadas antes de dar comienzo a un proceso productivo de cualquier tipo. Ya sea la escritura de un libro, la elaboración de una monografía o la fundación de una empresa, gracias a la presencia de un objetivo general y una serie de objetivos específicos, más pequeños y fáciles de alcanzar, el camino hacia la meta final se presenta mucho más claro que si vamos improvisando a cada paso.

Como sucede en muchos otros casos, si bien la teoría de los objetivos generales puede ser la misma independientemente de quién y cómo la aplique, las empresas y los organismos suelen regirse por una estructura formal, que incluye la creación de determinados documentos basados en modelos específicamente diseñados para este propósito, donde encontramos reglas que apuntan a la gramática y la extensión recomendadas, entre otros puntos.

A grandes rasgos, podemos decir que los objetivos deben escribirse con verbos en infinitivo, es decir, es su forma no conjugada: «alcanzar», «conseguir», «aprobar», etcétera. Esto se aplica para todos los objetivos, tanto los generales como los específicos. La idea detrás de esta regla no es para nada arbitraria, sino que responde a las oraciones completas en las que se encuentran este tipo de proposiciones: «(Mi deseo es) aprobar el examen final», «(Esperamos que para el cierre del año fiscal podamos) completar el pago de nuestra deuda por la hipoteca».

Otra norma que debemos tener en cuenta para organizar mejor nuestros objetivos generales y específicos es la claridad y la concisión: se prefieren las oraciones breves y fáciles de entender, que no ahonden en las características del proceso sino que planteen simplemente postas que deseamos alcanzar a lo largo del mismo.

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