Definición de mosaiquismo

La noción de mosaiquismo no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE). Sin embargo, el concepto se usa con frecuencia para aludir a la técnica que se aplica a la hora de crear mosaicos.

Puede decirse, por lo tanto, que el mosaiquismo es el desarrollo de mosaicos. El término abarca la elaboración de las obras y los conocimientos y habilidades necesarios para llevarlas a cabo.

Cabe recordar que un mosaico es un trabajo artístico producido a partir de la combinación de numerosos fragmentos de piedras o vidrios, conocidos como teselas. La persona dedicada al mosaiquismo, de este modo, usa algún tipo de aglomerante para unir las teselas y dar forma a su composición.

Los orígenes del mosaiquismo son remotos. En Europa, este tipo de arte empezó a popularizarse a finales del siglo V antes de Cristo, cuando se llevaba a cabo con pequeños guijarros o guijas de río. Tanto en la Antigua Grecia como en el Imperio romano se realizaron importantes mosaicos.

El mosaiquismo helénico, por ejemplo, tuvo su auge tras el fallecimiento de Alejandro Magno y antes del avance del Imperio romano. La ciudad de mayor actividad en la creación de mosaicos fue Alejandría, donde el mosaiquismo se lució en varios palacios.

Los romanos tomaron la tradición griega y fueron forjando su propio mosaiquismo. De hecho, la mayoría de las villas romanas tuvieron sus mosaicos, empleándose sobre todo teselas cúbicas de cerámica, piedra o vidrio. Más allá de los materiales, los artistas recurrían a diferentes técnicas para la composición de sus mosaicos.

En el Imperio Romano se dieron forma a multitud de mosaicos, que se convirtieron en elementos esenciales de sus decoraciones. Hoy algunos de esos se han conseguido conservar. En concreto, entre los más espectaculares de España están los que se han mantenido en Mérida, los de las ruinas de Ampurias y los de las ruinas de Itálica en Santiponce (Sevilla). No obstante, son especialmente llamativos los conservados en el llamado Salón de los Mosaicos que está en el Alcázar de los Reyes Cristianos en Córdoba.

Además de todo lo expuesto, no podemos pasar por alto tampoco que desde el siglo IV hasta el Renacimiento más o menos, fueron muchas las iglesias y basílicas de Italia que fueron decoradas en su interior o exterior con mosaicos. Esto es algo que puede encontrarse, por ejemplo, en Santa María Maggiore de Roma.

De la misma manera, el arte islámico también apuesta en gran medida por la utilización de mosaicos como decoración. En su caso, esos se caracterizan porque cuentan con variedad de colores, con formas geométricas de distinto tipo y porque se colocaban tanto en interiores como en exteriores.

Asimismo, incluso en el art decó, de comienzos del siglo XX, también se utilizaron mucho los mosaicos. Una de las figuras que más los empleó y que caracterizó su obra por los mismos fue el arquitecto catalán Antoni Gaudí (1852 – 1926). Buena muestra de esto es la fuente de la salamandra que existe en el famoso Parque Güell de Barcelona.

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