Definición de morbilidad

La idea de morbilidad procede del vocablo inglés morbility, una variante de morbidity que deriva de morbid (término que puede traducirse como “mórbido”). El concepto alude a la proporción de individuos que contraen una enfermedad en un momento y lugar determinado.

La morbilidad, por lo tanto, se vincula a la cantidad de personas enfermas en un cierto lugar y tiempo. Gracias a este tipo de estadísticas, los especialistas pueden analizar el surgimiento de un mal que afecta a muchos sujetos, saber cómo retrocede o evoluciona y estudiar los posibles tratamientos a implementar.

Es habitual que el análisis de la morbilidad se oriente a la incidencia de la enfermedad: es decir, a la frecuencia con que se suman nuevos casos en una región y en un periodo específicos. Esta tasa de morbilidad se enfoca en la velocidad a la que se desarrolla la enfermedad, desde el comienzo de la investigación en adelante.

La noción de morbilidad también puede vincularse a la prevalencia, que es la frecuencia de la totalidad de los casos, tanto de los que tuvieron lugar en el pasado como de los que se presentan a cada segundo. Se habla de prevalencia de punto para agrupar los casos que ocurren en un momento particular del tiempo, mientras que la prevalencia de período abarca una porción de tiempo más amplia, aunque también delimitada.

La frecuencia debe especificarse con un alto grado de detalle, ya que la ciencia no acepta datos aproximados o vagos si puede, en su lugar, usar los más precisos. Un minuto, en este contexto, puede marcar una diferencia importante en el resultado de un estudio de morbilidad.

Muchas veces se produce una confusión entre morbilidad y mortalidad, por eso es importante aprender a diferenciar ambas palabras. La morbilidad, como ya hemos visto, es el número de sujetos que se enferman en una población y momento determinados. La mortalidad, en cambio, hace alusión a la cifra de defunciones en una población y momento determinados. La morbilidad, de este modo, se relaciona a quienes adquieren una enfermedad; la mortalidad, a aquellos que mueren.

Un determinado trastorno, en definitiva, puede tener una elevada morbilidad y una mortalidad reducida, o viceversa (baja morbilidad y alta mortalidad). Esta relación dependerá del número de enfermos y de cuántos de esos pacientes fallezcan.

Existe, por otro lado, el concepto de carga mundial de morbilidad, que se abrevia con la sigla CMM. Se trata de un proyecto de carácter científico que tiene el objetivo de poner en cifras la magnitud de la pérdida de salud a causa de ciertas lesiones, factores de riesgo y enfermedades, entre otros trastornos que puedan estudiarse tomando en cuenta varios criterios bien específicos, como la ubicación geográfica, la edad, el sexo y la época en la que ocurren.

De evaluar la carga mundial de morbilidad se encarga la Organización Mundial de la Salud. La imagen que obtiene tras este estudio abarca la situación del mundo entero en referencia a su salud y los males que la aquejan. Lejos de ser una estadística pasiva, que simplemente se destine a recoger datos para plasmarlos en un gráfico, se trata de una de las herramientas fundamentales para poner en marcha diferentes planes de acción.

La alternativa sería un mundo en el cual los médicos salieran a las calles a vacunar y asistir a los enfermos, pensando únicamente en resolver sus problemas puntuales; los estudios de morbilidad, en cambio, se llevan a cabo con una visión más amplia, de futuro, con la intención de erradicar los trastornos o al menos reducir su incidencia al mínimo posible. El objetivo es muy grande, y por eso requiere de mucho tiempo y esfuerzo.

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