Definición de madurez
El diccionario de la Real Academia Española (RAE) señala tres usos del término madurez: un cierto estado de las frutas; el juicio prudente o sensato; y la edad de un individuo que disfruta plenamente de sus capacidades y que todavía no alcanzó la ancianidad.
Por ejemplo: «Estas manzanas aún no alcanzaron su madurez», «Tienes que actuar con madurez, no puedes discutir con todos tus compañeros», «Me gustaría llegar a la madurez con un título académico y un trabajo bien remunerado».
La madurez, en los seres humanos, puede asociarse a un nivel biológico con el desarrollo y el pleno funcionamiento de los órganos sexuales. Para la psicología, sin embargo, no hay una edad que asegure haber logrado la madurez emocional.
En concreto cuando hablamos de madurez emocional nos estamos refiriendo al hecho de que una persona en cuestión cuenta con un pensamiento y una conducta, tanto sobre sí misma como sobre el resto del entorno, que indiscutiblemente la alejan de cualquier tipo de actitud que se pueda definir como infantil.
En este sentido, las principales muestras de que una persona es madura son que acepta las críticas y las analiza y estudia para mejorar, que sabe controlar sus ataques de mal genio, que siempre acepta las consecuencias de sus actos sin ampararse o justificarse en excusas, que establece que nada es blanco o negro pues siempre hay un término medio o que ha superado la fase de envidia y celos por los demás.
No obstante, no son las únicas señas de identidad que se emplean para considerar que una persona ya goza de madurez. Así, por ejemplo, también se establece que entre sus virtudes se tienen que encontrar el que escuche de una manera reflexiva y tolerante las opiniones de otras personas, que no busca de modo continuo los defectos en los demás, que no se preocupa de manera innecesaria de las cosas que no puede controlar ni remediar o que no se impacienta de forma ilógica.
Una persona puede encargarse de sí misma gracias a un proceso que se inicia en la adolescencia y que continúa hasta la muerte. En cada individuo el proceso se desarrolla de manera diferente; todos los sujetos, por otro lado, necesitan algún tipo de apoyo o sostén más allá de su madurez.
La madurez, por lo tanto, trasciende a un periodo cronológico y se vincula a una actitud y a una estado de la mente. Una persona incluso puede madurar en ciertos aspectos de su personalidad pero no en otros.
Varias son las características que se establecen que tienen que tener aquellas personas que ya cuenten con madurez. En este sentido, se determina que serán cualidades muy valoradas la templanza, la fortaleza, la paciencia, la constancia, la sinceridad, la prudencia, la caridad o la generosidad.
Los miedos, ciertos vínculos sentimentales que producen dependencia y la falta de aceptación de las características propias son signos de inmadurez. La persona madura, en cambio, es aquella que piensa, decide y actúa por sí misma, de manera coherente y convincente y evitando las contradicciones.