Definición de intrascendente
Aquello que no resulta trascendente recibe la calificación de intrascendente. De acuerdo a la Real Academia Española (RAE), la idea también puede mencionarse como intranscendente.
Lo trascendente o transcendente, a su vez, es lo que consigue trascender o transcender: traspasar algo, extenderse, hacerse conocido. Cuando algo no tiene esta capacidad o virtud, se lo califica como intrascendente.
Por ejemplo: “Fue una discusión intrascendente que no merece demasiado análisis ni justifica una explicación”, “El jugador nigeriano tuvo un paso intrascendente por el equipo español y luego triunfó en la liga italiana”, “Perdí toda la mañana en una reunión intrascendente con mi jefe”.
Por lo general, lo intrascendente se vincula a lo poco importante o relevante. Supongamos que, en el marco de una investigación por una adolescente desaparecida, la policía interroga a su vecina, que sería la última persona que tuvo un contacto con la joven. La mujer afirma que se cruzó con ella al salir de su casa y mantuvo una charla breve e intrascendente sobre el clima. Con estas palabras, la vecina resalta que el contenido de la conversación fue irrelevante, por lo cual no aporta nada concreto sobre la desaparición.
Tomemos ahora el caso de un jugador de básquetbol (baloncesto) que formó parte de una franquicia de la NBA durante una temporada. En dicho tiempo, solo ingresó al campo de juego en 5 partidos, sin anotar puntos. Puede indicarse, por lo tanto, que este basquetbolista tuvo una participación intrascendente en la NBA, ya que no logró destacarse en el plano individual ni fue importante para su equipo.
Las conversaciones intrascendentes son aquellas que tocan temas de poca relevancia. Sin embargo, son las que abundan en nuestra vida cotidiana. Salvo casos excepcionales de personas que dedican su jornada completa a una investigación y no piensan en cuestiones banales, la mayoría de la gente hila sus actividades con charlas acerca del tiempo, del Gobierno, de los precios, etcétera.
Pero esto no significa que una conversación intrascendente no tenga ninguna importancia: si no fuera por este intercambio, la mayoría de las personas vivirían aisladas, sin amigos ni pareja. Por mucho que el ser humano se crea superior al resto de las especies, comparte con ellas la mayoría de sus gustos fundamentales: quiere ser feliz, divertirse, jugar, comer bien, tener amigos, enamorarse, disfrutar de la naturaleza… Para todo esto no hace falta la Universidad ni un trabajo de alto rango, sino estar en contacto con nuestra esencia, con nuestros sentidos y con nuestras necesidades primarias.
En el ámbito comercial, las empresas de casi todos los rubros llevan a cabo una tarea que no siempre percibimos a nivel consciente: convertir en trascendente incluso lo intrascendente. Todos los días nos llueven noticias de todo tipo, en una proporción que no parece realista, precisamente porque no lo es. No todo lo que leemos es relevante; de hecho, muchas veces ni siquiera es cierto. Pero esto no les importa a las empresas, sino que su objetivo es conseguir nuestras vistas y nuestra fidelidad.
Si pensamos en la realidad periodística de la década de los ochenta, por ejemplo, cuando todavía las revistas y los periódicos en papel reinaban ya que no existía Internet, las noticias nos llegaban con una frecuencia mucho más amplia, en una proporción mucho menor. Esto no quiere decir que no nos engañaran o que no sobredimensionaran sucesos intrascendentes para volverlos aparentemente relevantes, sino que al menos no sentían la presión de hacer esto a diario.
En pocas palabras, vivimos en una era caracterizada por una sobrecarga de información y basta aplicar la lógica durante un par de segundos para entender que gran parte de ella es intrascendente.