Definición de inquisición
Del latín inquisitio, inquisición es la acción y efecto de inquirir. Este verbo refiere a indagar, examinar o averiguar cuidadosamente algo. Por ejemplo: “El comisario procedió a la inquisición de los sospechosos para tratar de determinar quién fue el culpable del crimen”, “La inquisición duró varias horas, aunque el juez no pudo obtener datos concluyentes”.
La noción de Inquisición (escrito con mayúscula inicial), sin embargo, suele asociarse a la persecución de la herejía que realizó la Iglesia Católica en la antigüedad. Por Inquisición, por lo tanto, se entiende el conjunto de instituciones y prácticas que buscaban terminar con la brujería y con todo aquello que resultara opuesto a la religión católica.
Cabe destacar que diversas religiones han contado con su propia Inquisición (los protestantes, por citar un caso, actuaban contra los católicos). El uso más habitual del concepto, de todos modos, se encuentra vinculado al catolicismo de la Edad Media (la Inquisición medieval) y a la política religiosa española instaurada en 1478.
La Inquisición medieval fue establecida por el papa Lucio III en 1184. Una bula ordenaba a los obispos que se encargaran de eliminar la herejía, pudiendo juzgar y condenar a quienes consideraran herejes.
La Inquisición española, por su parte, tenía la particularidad de depender de manera directa de la monarquía. Fue implantada en todos los reinos españoles y en las colonias americanas.
Las diversas prácticas de la Inquisición incluían torturas, humillaciones públicas y hasta la quema en una hoguera de los condenados, quienes incluso podían llegar a ser científicos que contradecían, con su trabajo, algunos postulados bíblicos.
Orígenes y avance de la inquisición
Es correcto decir que la inquisición creció de forma gradual y se fue adaptando a los diversos sucesos de la historia europea a lo largo de la Edad Media y del Renacimiento, por lo cual es posible distinguir la inquisición episcopal, la pontificia y la española.
Cuando los príncipes y reyes de las tribus del norte que habían invadido el viejo Imperio Romano fueron convertidos a la cristiandad, finalizaron sus ataques. El papado, más fuerte que nunca, empezó a influir con firmeza sobre los diversos reinos cristianos y se definió lo que aún al día de hoy conocemos como Ortodoxia.
Luego de que se estableciera dicha ortodoxia (con dogmas tales como la Santísima Trinidad, el concepto de Salvación y la virginidad de María) no pasó mucho tiempo antes de que se produjeran desviaciones, y esto trajo como consecuencia la inquisición episcopal; el obispo de cada diócesis estudiaba y comprobaba cada acción para verificar si se trataba de un delito contra la religión, y entonces ordenaba el castigo correspondiente, que podía tratarse de oraciones impuestas, ayunos o la asistencia obligatoria a la iglesia, entre otras posibilidades.
El papa Urbano II difundió en el año 1095 la necesidad de realizar una cruzada para recuperar Tierra Santa, que en ese entonces se encontraba en manos del Islam; para ello, declaró que ofrecerse como voluntario sustituiría cualquier tipo de penitencia y otorgaría la absoluta remisión del pecado. Tras dicha cruzada, comenzó una marcada etapa de herejía, y la Iglesia ordenó una serie de inquisiciones, que tuvieron diferentes resultados. Si bien las sentencias podían ser tan cruentas como arder en una pira hasta morir, la inquisición pontificia también perdonaba a cambio de dinero o ciertos favores a quienes gozaban de una posición social importante.
La inquisición española fue una institución que fundaron los Reyes Católicos en el año 1478 con el propósito de preservar la ortodoxia católica en sus territorios. Se encontraba supeditada a las órdenes de la monarquía y duró más de tres siglos, hasta que finalmente fue abolida en 1834, época en la que reinaba Isabel II.