Definición de infantil
Del latín infantilis, infantil es un adjetivo que refiere a lo perteneciente o relativo a la infancia (el período de la vida humana que comienza con el nacimiento y finaliza hacia la pubertad). En algunos países, infante es incluso una denominación legal para las personas de entre 1 y 5 años de edad.
La noción de infantil suele utilizarse para nombrar al subgénero o categoría que está dirigido a los niños. De esta manera puede hablarse de literatura infantil como el conjunto de los textos literarios que se consideran apropiados para los más pequeños. En algunos casos, se trata de libros escritos especialmente para el público infantil, mientras que también existen obras pensadas para adultos que, por no contener vocablos o ideas que atenten contra el sano crecimiento de un niño, se acepta dentro de este conjunto.
En un sentido similar, puede hablarse de ropa infantil, música infantil, películas infantiles, juegos infantiles y cualquier otro producto o actividad cuyos destinatarios son los niños. Lo infantil siempre debe proteger a los pequeños y presentar una propuesta apta para su desarrollo físico y emocional. En el mejor de los casos, también contribuye a la formación y al crecimiento de los infantes.
Por otra parte, el concepto de infantil puede utilizarse para hacer alusión al comportamiento adulto que se asemeja al de un niño. Cuando se dice que un adulto es infantil, se lo está calificando de inmaduro e inestable. Por ejemplo: “No puedo tener una relación seria contigo ya que eres muy infantil”, “No seas infantil, Carlos, y regresa a la mesa”, “La verdad es que soy un poco infantil: todavía me gustan los dibujos animados y colecciono muñecos”.
Convencionalmente, se cree que una persona debe abandonar sus gustos infantiles una vez que alcanza la adolescencia; esto abarca todas las formas de entretenimiento de las cuales disfrutara, tales como la literatura, el cine y los juegos. En teoría, las preocupaciones propias de la vida madura deben ocupar nuestra mente al 100%; todo lo demás, por lo tanto, representa una distracción.
Sin embargo, es sabido que la base de la creatividad es la libertad, o al menos la búsqueda de la misma; y dicho objetivo es posible únicamente al despojarse de las agobiantes estructuras, tales como las convenciones de la sociedad. ¿Qué sería de la humanidad sin los grandes escritores, sin los genios del cine que se inspiran en los anteriores para crear películas inolvidables, sin los actores y los músicos que dan color y forma a las historias?
Si personas como John Lasseter (fundador de Pixar Animation Studios y creador de la saga «Toy Story«) o Tim Burton (el reconocido director cinematográfico de «El joven manos de tijeras«) evitaran el contacto con su lado infantil, o temieran ser vistos jugando con muñecos, el mundo se vería privado de grandes obras maestras.
El miedo del ser humano a reconocer su lado infantil es una de las tantas contradicciones que lo caracterizan como especie, y una de las que más fácilmente puede evidenciarse. Por ejemplo, valiéndonos de la generalización, es posible asegurar que las personas más auténticas, menos apegadas a los mandatos sociales, suelen evitar el matrimonio y la reproducción, refugiándose en sus vocaciones para luchar contra los prejuicios; por otro lado, quienes abandonan los dibujos animados y los osos de peluche son los primeros en casarse y tener hijos, hijos con los cuales mirarán dichos dibujos, y a los cuales acompañarán a los mundos de sus amados muñecos.
Del mismo modo, cuando los hijos crecen y continúan por el mismo sendero de sus padres, llegan los nietos, una nueva fuente de entretenimiento infantil encubierto tras el velo del cuidado de los más pequeños.